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Álvaro Machín / José Carlos Rojo / Laura Fonquernie
Domingo, 10 de mayo 2020, 07:39
El escenario cambiará un poco. A partir de mañana habrá unas marcas en los bancos para señalizar dónde sentarse y así poder mantener la distancia de seguridad. Además, no se ocuparán todos. «Les colocaremos en uno sí y en uno no», explica Jesús Casanueva, párroco ... de la Iglesia de la Virgen Grande de Torrelavega. Las medidas dependerán del tamaño de la iglesia. En algunas, los bancos que no se usen estarán «cerrados» con unas cintas. Como en la Iglesia del Cristo, en Santander. En la cercana Catedral, se cerrarán las salas donde la gente se confiesa porque es difícil mantener la distancia. Se utilizarán los confesionarios con «rejilla» donde se colocará una mampara de metacrilato. Así lo han hecho también en la «capilla» de la Virgen Grande donde, por el momento, los «confesionarios estarán fuera de servicio», cuenta Casanueva.
La misa transcurrirá con normalidad hasta el momento de dar la paz. No habrá apretones de manos, besos ni abrazos. Solo gestos. «El rito se puede sustituir por algo que no requiera contacto como una sonrisa o inclinar la cabeza», explica. Sí se mantendrá la comunión, pero «no se dará a la boca si no en la mano». También continuará habiendo colecta, aunque no se pasará el cesto. «Se dejará en la entrada» para que, quien quiera, deje su aportación.
En cuanto a la limpieza, las recomendaciones es que lo hagan tras cada misa. Pero no es lo mismo una iglesia con ochocientas personas de aforo –como la de la Virgen Grande– que otra con 100. Por eso, aunque todavía no saben cuánta gente acudirá, la idea es «acotar la zona donde sentarse entre semana», de manera que el espacio a desinfectar sea el mínimo. Y el domingo, cuando se espera más afluencia, «realizar una limpieza a fondo», comenta el párroco. Además, a la entrada se colocarán botes de gel aunque «invitaremos a la gente a que traiga el suyo».
Hay aspectos que dependerán de la parroquia concreta, como el horario. En la Catedral se han quitado los actos de domingos y festivos. Así reparten el aforo entre las 17 misas que habrá a diario en la ciudad. Sobre el límite de aforo, del 30%, habrá gente controlando el acceso. Y si hiciera falta, «a mí no me importa hacer más actos», dice Casanueva. En cuanto a la catequesis, permanecerá suspendida.
Velatorios
Los velatorios han permanecido cerrados desde el pasado 31 de marzo. «Entendemos que era lo que había que hacer porque podía ser un foco de contagios importante y asumimos el trastorno económico que ha supuesto para nuestros negocios», cuenta JoaquínCabero, de funeraria La Montañesa. A partir de este lunes podrán abrir de nuevo, aunque con restricciones obvias.
«La normativa dice que sólo puede haber diez personas por sala y nosotros invitaremos a las familias a que no haya mucho trasiego de gente. Lo normal es que vengan diez, que sea familia cercana, y se abstenga de presentarse allí amigos y familiares más lejanos que puedan ir entrando por turnos». Hay que tener en cuenta que sólo La Montañesa dispone de 12 salas:«En un momento dado podría reunirse en el mismo espacio hasta 120 personas. Ya habrá que tener bastante cuidado con eso».
Se dispondrá de todas las medidas de seguridad necesarias, desde guantes y mascarillas a geles desinfectantes. «Hay que tomar todas las medidas de seguridad. Y lo más importante es que todas las noches lo desinfectaremos todo a conciencia». Esto supone un gasto que correrá a cuenta de las propias empresas.
El colectivo de funerarias, «que somos el último eslabón de la cadena sanitaria», lamenta que nadie haya reparado en su situación y en la necesidad de que sus profesionales realicen test. «Los sanitarios tienen pruebas que les han facilitado pero nosotros no. Hemos tenido que pagarlos nosotros. En mi empresa los hemos hecho esta semana y esperamos tener resultados en unos días. Necesitamos saber si podemos trabajar con seguridad», acredita Cabero. Se mantendrá la norma de no manipulación de los cadáveres. Seguirá sin haber tanatoestética. «Lo idóneo es que nosotros los encontremos ya introducidos en un saco hermético y no tengamos que manipularlos», asegura. «Esta misma semana acudimos por un fallecido que nos aseguraron que no era por Covid-19 y resultó que al final sí lo era. Ahora tengo a cinco trabajadores en casa, en cuarentena, a la espera de que les hagan los test. Me sale más barato eso que esperar esos 15 o 20 días que deben estar en espera a ver si desarrollan la enfermedad y además por su seguridad hay que saberlo».
En los cementerios, donde hasta ahora sólo se permitía la entrada de tres familiares, se amplía a quince personas. «Manteniendo las medidas puede ser seguro y es justo porque hay familias numerosas que no han podido despedirse de su ser querido».
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