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Más de 80.000 cántabros descargaron el pasaporte covid durante el primer fin de semana de diciembre tras la publicación de la medida en el Boletín Oficial de Cantabria. Hubo un 'boom' porque a partir de ese momento el documento pasó a ser esencial ... para, entre otras cosas, consumir en los interiores de los establecimientos de hostelería de los municipios de Cantabria que dejaran atrás el nivel de riesgo controlado. En este tiempo la restricción no ha cambiado –según el semáforo covid ya es obligatorio en todo el territorio– pero en este tiempo los bares y restaurantes se han relajado a la hora de exigirlo y es muy posible (y fácil) tomar algo en algunos locales sin necesidad de presentarlo. Conviene dejar claro que hay establecimientos donde cumplen con la medida y sí lo solicitan, pero también hay otros tantos en los que ni está ni se le espera. Y basta con dar una vuelta y recorrer diferentes bares. Al menos la mayoría de los negocios, por no decir todos, tienen pegados en las puertas los carteles del Servicio Cántabro de Salud que recuerdan la obligatoriedad de mostrarlo junto con la dirección de la página web en la que poder conseguirlo. Algunos incluso han hecho sus propios pósters. Y todos están bien a la vista. El semáforo covid también reduce los aforos y condiciona la apertura de la hostelería a la utilización de medidores de CO2. Un aparato que es posible encontrar en diferentes puntos de los locales.
«Es para tomar en el interior, ¿hace falta que enseñe el pasaporte?». «¿Lo tienes, no? Pues ya está». Eso en el centro de Santander este mismo miércoles. Confianza en la afirmación y repuesta natural del cliente que hace el gesto de sacar el móvil del bolsillo nada más escuchar la pregunta. Y así, sin más comprobación, es posible ocupar una mesa dentro del bar y resguardarse de la lluvia que estos días ha vuelto con ganas. Cambio de local hostelero y de zona en la capital cántabra. Móvil en el bolsillo preparado para mostrar el PDF con el QR del pasaporte. Nada. Igual se han despistado porque a veces el trajín, que varía según el momento del día, provoca ese tipo de situaciones. Unos clientes lo muestran y, sin embargo, es posible que el siguiente en entrar se libre de hacer el gesto porque el camarero no da a basto con todas las tareas. Pero esta vez no fue el caso. Goteo constante de clientes y ni un pasaporte covid a la vista a pesar, de nuevo, de la cantidad de carteles.
Hostelería y restauración. Apertura condicionada a la utilización de medidores de CO2 y el acceso con certificado covid. En el interior, aforo al 75% y seis personas por mesa; en terraza, diez personas por mesa. Se prohíbe el consumo en barra y el volumen alto.
Siguiente parada. Ahora sí. «¿Para tomar aquí? Pasaporte covid, por favor». En esta ocasión vale con verlo en la pantalla del móvil. «¿Qué sentido tiene si no lo escanean?», preguntaba un cliente a la camarera. Otra situación con la que cualquiera puede toparse es que den por válido el documento únicamente con echarle un vistazo. Los hosteleros tienen a su disposición una aplicación que deben utilizar para escanear el pasaporte y así verificar su validez. Una vez dado este paso, el siguiente debería ser solicitar el DNI para comprobar que el documento pertenece, efectivamente, a la persona que lo enseña. Pero pocos negocios llegan hasta ese último paso.
La primera vez que se solicitó el pasaporte covid en Cantabria fue en julio. Por aquel entonces apenas duró seis horas en vigor porque los tribunales tumbaron la medida el mismo día que arrancaba. El pasado mes de diciembre volvió entre las dudas de los hosteleros y el despiste de los clientes. Y la restricción se ha ido relajando con el paso de las semanas. Para hacerse una idea tampoco es necesario recorrer muchos sitios. También vale hacer balance con amigos y familiares en algún chat o quedada. Mensajes como: «A mí allí no me lo pidieron» se repiten en las conversaciones. Aunque no siempre es así, de vez en cuando se cuela un: «Hasta que no lo enseñamos no nos dieron mesa». En estas semanas también ha habido clientes que se han negado a enseñar el documento o incluso que han puesto hojas de reclamaciones a los negocios.
El pasado 23 de diciembre el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, se mostró extrañado cuando le preguntaron por el bajo porcentaje de establecimientos que solicitaban el pasaporte covid. «Me llama la atención que los hosteleros no lleven a cabo una propuesta que ha hecho la propia asociación», contestó. Entonces confirmó que Salud Pública todavía no había hecho inspecciones pero que, «dejado un periodo de adaptación, tendremos que recurrir a esta vía», anunció a la par que recordó que la Policía está obligada a hacer cumplir la norma. Ese mismo fin de semana la Policía Local de Santander denunció a dos establecimientos hosteleros por incumplir las medidas sanitarias vigentes. Ambos –uno en la calle SanLuis y otro en Moctezuma– por no solicitar el pasaporte para acceder al local y por no contar con el medidor de CO2.
El aparato que marca si urge o no ventilar el espacio –y que los negocios se han visto obligados a instalar– está, en general, a la vista y si uno se fija o está pendiente es posible encontrarlo ubicado en la bar o en otros puntos del establecimiento, pero casi siempre a la vista. Es similar a un despertador. Aunque es una medida que resulta más complicado de asegurar porque no encontrarlo tampoco quiere decir que no esté. Además de la reducción de los aforos, que varían según la situación sanitaria, la otra restricción aparejada al paso al nivel tres (es el caso de 75 municipios) es la prohibición de consumir en las barras. Una medida que los bares y restaurantes cumplen más a rajatabla.
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