Bares y restaurantes suman 133 días con los interiores cerrados desde el verano
Cantabria ·
Las restricciones para frenar la pandemia ahogan cada vez más a los negocios que carecen de terrazas, y otros ingenian toda suerte de alternativas para minimizar pérdidas
La angustia que sienten algunos propietarios de bares y restaurantes en Cantabria es tan grande después de encadenar 133 días de cierre de sus interiores para frenar la pandemia -desde el pasado 7 de noviembre sólo han tenido un respiro para abrirlos entre el ... 3 de marzo y el 14 de abril-, que han ideado toda suerte de ingenios para salvar los muebles.
En la terraza despejada que mira al mar desde los acantilados de Suances, en el restaurante El Mirador de Suso instalaron este viernes unos iglúes que servirán, de ahora en adelante, de protección frente a las inclemencias del tiempo y también frente al covid. «Hemos buscado algo original, que no tuviera nadie», remarca Suso Gómez, propietario del negocio. «Es una inversión que nos viene bien ahora con el virus, pero que se quedará para siempre porque si da fuerte el viento del norte o llueve, en esta terraza no hay quien pare», explica el hostelero.
Tiene en mente habilitar quince de estos pequeños reservados, parecidos a invernaderos de plástico, donde pueden celebrarse reuniones de convivientes; aunque la instalación también puede hacer las veces de carpa semiabierta en el caso de que los usuarios no sean convivientes. «Nos permite múltiples posibilidades».
«Sanidad debería cambiar el tiro porque cada vez que nos cierra los interiores de los locales, a las dos semanas se disparan los ingresos en las UCI»
Ángel CuevasPte. de la Asociación de Hostelería
«Revilla no puede esconderse»
Lo cierto es que el panorama del sector es desolador. Lo repite con insistencia el presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, Ángel Cuevas. «Estamos mal, muy mal, sobre todo los que no tienen terraza y no pueden abrir de ninguna manera. Pero es que los que están abriendo tampoco tienen siquiera para cubrir gastos», reivindica. Y lanza un dardo envenenado a la Consejería de Sanidad. «Cada vez que nos cierran, logran que las cifras de ingresos en la UCI se disparen a las dos semanas. ¿No será mejor que cambien el tiro a ver si aciertan?», argumenta. Y acto seguido busca responsables: «Lo que no puede hacer el presidente Revilla es ampararse en sus consejeros y decir que él no puede tomar decisiones técnicas. Si el Gobierno fuera una empresa, él sería el máximo responsable y debe tomar decisiones. No puede esconderse».
«Hacemos la inversión de instalar los iglúes porque ahora ayudan a proteger del covid, y mañana protegerán también de las inclemencias del tiempo»
Suso Gómez | Dueño de El Mirador de Suso
Quienes no pueden ocultar su preocupación son los propietarios de locales sin terraza. En la calle Bonifaz, Ignacio del Corral inauguró este año el restaurante La Voladora. «Hemos podido abrirlo sólo un mes», explica. «Compramos el local en 2019, luego vino toda la pandemia, y después empezamos a funcionar con la llegada del verano; pero luego nos cerraron y no hemos vuelto a abrir», detalla. Tiene en la misma calle el restaurante Daria, que tampoco tiene terraza. «Lo peor de todo es no saber qué va a suceder cuando pase el estado de alarma. Nadie nos dice si va a haber una desescalada, si vamos a poder trabajar o qué va a ser de nuestros negocios. Así no podemos estar porque hay que planificar una puesta en marcha de los restaurantes, sacar a la gente de los ERTE, comprar género...»
«Nosotros no tenemos terraza en ninguno de nuestros restaurantes en la calle Bonifaz, en Santander, así que estamos cerrados y a la espera»
Ignacio del Corral | Dueño de La Voladora y Daria
Todos miran al verano con la esperanza de que al menos sea como el del pasado año, en que miles de turistas españoles, sin posibilidad de viajar al extranjero, eligieron el norte del país para las vacaciones. «Haces inversiones, habilitas terrazas y gastas un dineral, pero al final no sabes cómo vas a poder trabajar», protesta Ramón López, responsable de la Taberna del Herrero. En su negocio de la S-20 trabaja a diario con la nueva terraza que arregló recientemente. «Ha sido un dineral. Tuvimos que asfaltar el suelo, que era de piedras, y luego instalar las carpas», dice. «Ahora no ganamos dinero, pero por lo menos hemos dejado de perder», concluye.
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