Barra libre en los municipios pequeños

Alfar Viveros está junto a la playa. La terraza de este restaurante, que también es hotel, prácticamente roza la arena de El Sable. Un establecimiento con una buena ubicación que lo convierte en destino obligatorio de los turistas. Ahora, no tiene problemas de espacio porque la mayor parte de su clientela es de otras comunidades autónomas, como el País Vasco. «Me parece perfecto que podamos hacer uso del 100% del aforo, pero necesitamos que venga gente de otros lugares», cuenta la encargada de recepción, Verónica Cruz. Si no hay movilidad, no llenarán todas esas mesas de más que podrán colocar a partir de mañana. La terraza de este local es muy grande y dudan que puedan ocupar todas las mesas sólo con gente de Cantabria. «Durante el fin de semana sí hay más movimiento, viene gente de otros puntos de la provincia para aprovechar el día porque está haciendo muy bueno. Llegan de municipios sin playa a tomar algo y pasear por la arena. Pero entre semana hay muy poca gente. Hasta que no puedan venir los turistas, nada», apunta Jorge, uno de los empleados. Cuenta que muchos clientes son vascos y tienen segunda residencia en Isla.

Ya lo tienen todo listo. La plantilla al completo ha vuelto del ERTE y también han vuelto a llamar a varios empleados que estuvieron contratados el verano pasado. Además, todos se han realizado la prueba del Covid-19. Al propietario de El Tronky, Pedro Guevara, no se le ha pasado ni un detalle y está deseando funcionar con normalidad. A partir de mañana, dará un paso más, aunque todavía no podrá completar el 100% del aforo. El municipio donde se sitúa Pedreña, Marina de Cudeyo, pasa por poco de los 5.000 habitantes. Así que, desde el lunes, podrá llenar hasta el 75% de la ocupación del local. A la espera de ir a más, ya atiende a sus clientes con todas las medidas de seguridad estipuladas. Justo en la entrada, tiene un dosificador automático de gel hidroalcohólico y desinfectan el local varias veces al día. También han cambiado el sistema de reservas, antes no tenían y ahora no atienden sin ella. «Nos falta la movilidad geográfica. Aquí viene mucha gente de Madrid y Castilla y León y todavía tardarán en venir porque están una fase por detrás». Se consuela con la idea de que otras comunidades, como el País Vasco, avanzan a la par y podrán venir antes.

En Custom Rock Café retiraron más de treinta mesas para cumplir con el 50% del aforo que exigía la fase dos. A partir de mañana, podrán volver a hacer uso de todas ellas, que conforman una amplia terraza que difícilmente se llena. «El fin de semana pasado sí hubo mucha gente, pero entre semana no», afirma la propietaria, Clara Palacio. Muchos clientes son del País Vasco y hasta que no puedan venir no habrá problemas de espacio. En este local no tienen servicio de terraza, por lo que están deseando poder atender dentro sin restricciones. «Eso nos va a ayudar mucho», apunta Enrique, uno de los empleados. Algo que les preocupa es que algunos clientes no cumplan las normas. En la entrada hay gel hidroalcohólico y las mesas son amplias y están muy separadas. Sin embargo, algunos «no se toman muy en serio» las indicaciones y se acercan más de la cuenta. «Hemos contratado seguridad para que vigile la terraza y avise a aquellos que no cumplan. Muchos lo hacen sin darse cuenta», explica Palacio. Por su parte, realizan desinfecciones a menudo para garantizar la higiene. «Este martes, todos los empleados nos vamos a hacer el test del Covid-19».

La terraza de Surf Café está a muy pocos pasos de la playa, lo que la convierte en una de las ubicaciones preferidas de los clientes para tomar algo cuando hace buen tiempo. Ángel Serrano y Sergio Rodríguez son habituales y suelen parar allí a menudo. Entre semana, poca gente más ocupa las mesas de este establecimiento y los de los alrededores. «Entiendo que, aunque se amplíe el aforo al 100%, seguiremos viniendo los que vivimos por la zona», consideran los amigos. La cosa cambia durante los fines de semana, cuando se acerca gente que vive en otros municipios. «Si hace bueno, se llena todo». Ribamontán al Mar ronda los 4.500 habitantes, por lo que sus bares podrán hacer uso de todas sus mesas por un margen mínimo. Todo lo contrario que Marina de Cudeyo, municipio limítrofe, de 5.100 habitantes, donde los hosteleros tendrán que quedarse en el 75% de aforo por poco. En Somo, como en el resto de pueblos costeros, no notarán una verdadera subida de la clientela hasta que no se permita la movilidad entre comunidades autónomas. «El lleno en las terrazas se notará más cuando lleguen los meses de verano. Mientras tanto, estamos los de siempre».