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Bella fue, a ratos, algo bestia. Pero solo a ratos. Lo suficiente para romper paraguas, derribar ramas de árboles y mover contenedores de basura. También para despertar a media región con truenos de los que hacen ladrar a todos los perros (a las 03. ... 09 y a las 05.40, los dos más ruidosos) y para enfurecer al Cantábrico, con olas que saltaron por encima de los muros de los paseos marítimos durante la pleamar. Obligó a cerrar terrazas de hostelería, dificultó (o interrumpió) el tráfico en las zonas que siempre se complican con el mal tiempo y dio qué hacer a bomberos, policías locales o equipos de protección Civil. Pero la ensalada de alertas –amarillas, naranjas y rojas– se quedó, por ahora, ahí. Con vientos de más de cien kilómetros por hora en Santander y olas de casi diez metros, pero sin incidencias que destacaran por su gravedad.
«Nos vienen tres o cuatro días malos. Anoche ya nos entró agua», comentaban por la mañana en el restaurante El Parque, en El Sardinero, mientras aseguraban los objetos de la terraza para la pleamar de la tarde. Un fastidio. Con las primeras horas de luz –y tras una noche de ruidos desde la cama– llegó el momento de comprobar los primeros efectos de la borrasca. En las playas de Santander, por ejemplo, el temporal mordió donde ya había mordido hace unas semanas. Descarnó aún más Los Peligros (en los alrededores de La Horadada) y dejó inservibles las rampas para llegar a la Segunda cerca del Cormorán. Hubo ramaje caído por los suelos de Mesones o el entorno de La Magdalena. Y arena y algas por las aceras próximas al mar. Durante la noche llovió mucho en la capital, en Torrelavega y en Castro (entre los puntos con mayores precipitaciones del país) y las rachas de viento rozaron los cien por hora en Santander –más tarde superaron esa barrera– y San Vicente de la Barquera.
La noche se saldó para el 112 con un total de 33 intervenciones derivadas de ochenta llamadas. Durante el día, entre las siste de la mañana y las siste de la tarde se registraron 66 intervenciones derivadas de 126 llamadas. Incidencias por acumulación de granizo en la vía pública en Camargo y Marina de Cudeyo, retirada de un árbol caído en Soba y de otro que impedía el acceso a una vivienda en Ramales, apartar una pesada piedra en la N-623 a la altura de Villegar, daños en el tendido eléctrico o en el mobiliario urbano...
«¿Cómo vas a abrir si te va a llevar todo el viento?», preguntaban a la propietaria de uno de los pocos puestos abiertos a media mañana en el Mercadillo de Navidad instalado junto a Correos –en la puerta del edificio había una larga cola de gente con paraguas–. El avión que venía de Tenerife Norte no pudo aterrizar en el Seve Ballesteros como tenía previsto –a las 14.30 horas– por el fuerte viento. El piloto lo intentó varias veces, pero nada. Desviado a Vitoria (los pasajeros que esperaban en la terminal para tomar el vuelo de vuelta a la isla fueron trasladados en autobús hasta la capital vasca).
La nieve y el agua hicieron que la DGT fuera acumulando avisos para los conductores durante toda la jornada. El cierre de Lunada, de la subida al mirador de la Fuente del Chivo, un corte total por una balsa en Igollo o las cadenas obligatorias para transitar por La Sía o Palombera.
Con todo, el mayor temor tenía un punto fijo en los horarios del día. Las 15.36 horas. La pleamar. Es verdad que el coeficiente de la marea no era como para asustarse –poco más de setenta–, pero la combinación de viento y oleaje –la boya Augusto González de Linares no ofreció datos, pero las de Bilbao señalaron alturas cercanas a los diez metros– sí que dejó imágenes espectaculares. Las olas volvieron a pasar por encima del faro de Mauro o a golpear en las terrazas de las embarcaciones de La Magdalena. Aunque los accesos estaban cerrados (en Mesones, en el aparcamiento del Camello o en García Lago), la Policía Local de Santander tuvo que recordar a más de uno que las cintas y las vallas se ponen por algo y que la rotonda junto al letrero de Santander no es un aparcamiento («hasta tres filas de coches se estaban poniendo»).
La vía de camino al Chiqui se inundó y un hombre con un rastrillo se esmeraba por limpiar las bocas de las alcantarillas para que chuparan. En la fachada del Parque volvieron a golpear las olas. El agua llegó a las aceras, pero, aparentemente, sin causar grandes destrozos. Más espectáculo para los curiosos –algunos (y con niños) poco conscientes– que otra cosa.
Todo, en una jornada que dejó más de treinta litros por metro cuadrado de precipitación acumulada en Castro Urdiales (hasta las cinco y media) o temperaturas bajo cero en Alto Campoo, Fuente De (el teleférico cerró por el fuerte viento), Reinosa, Tresviso o Polientes (la máxima del día la marcó Ramales de la Victoria con 11,7 grados).
Ojo porque el panorama no tiene previsto mejorar mucho a lo largo del martes ni antes de dar por terminado el año. La costa siguió anoche en alerta roja (hasta las seis de la mañana) y se mantendrá en alerta naranja hasta la medianoche por fenómenos adversos. Fuerte oleaje otra vez. A eso hay que sumar otra advertencia –amarilla, en este caso– por las posibles nevadas en Liébana, la zona centro de la comunidad autónoma y el Valle de Villaverde. «Rachas muy fuertes de viento de componente oeste en el litoral y en zonas altas del interior. Nevadas, en general débiles, por encima de los 700-800 metros en la mitad sur», señala literalmente la Aemet. Por resumir, igual de nuboso que el lunes, con los mismos «chubascos ocasionalmente tormentosos» y algo más frío (porque las máximas estarán en ligero descenso).
Y no cambiará mucho, en principio, en los próximos días. Si los planes para Nochevieja o Año Nuevo ya están de por sí mermados este año –y más tras el anuncio de ayer sobre el toque de queda y el número máximo de personas–, el tiempo será otro motivo más para no moverse mucho. Nuboso, lluvias y cota de nieve en los 600-700 metros. Eso pronostica la Aemet para el último día de 2020.
Se acordonan zonas y se suspende el autocine
El Ayuntamiento de Santander activó también el protocolo ante la llegada del temporal y vigila especialmente la seguridad en la Avenida de Manuel García Lago, cerrando el tramo final excepto a residentes y clientes del Hotel Chiqui. Esta mañana las vallas y precintos para que no pase nadie por esta zona han aparecido tumbados y arrastrados por el viento, y la arena cubre otra vez el paseo marítimo de El Sardinero. También se cerró el minizoo de la Magdalena y el aparcamiento de la playa del Camello.
Hay, en esta ocasión, más precintos que de costumbre en El Sardinero. El parque de Mesones está acordonado y también se han sujetado las letras de cemento del cartel de 'Santander', que otro temporal reciente había tumbado. Se ha aumentado la seguridad ante la pleamar de las 15.38 horas, que ha dejado la embestida de fuertes olas en el paseo martítino de la avenida García Lago, que tiene cerrado el paso, pero sin mayores incidencias. La espectacularidad de las imágenes hizo que se acercarán hasta la zona numerosos curiosos.
Por toda Cantabria
Pero el mal tiempo no se dejó sentir solo en la costa. Toda Cantabria se está viendo afectada por la borrasca, con una brusca bajada de las temperaturas y la presencia de nieve en cotas superiores a los 900 metros. Las previsiones meteorológicas apuntan a que esta situación se mantendrá hasta mañana, martes, cuando la alerta bajará hasta el nivel naranja.
Hoy nos moviliza @112Cantabria para la retirada de un arbol dejando a un vecino sin salida para regresar a su domicilio.
proteccioncivilramales (@PcRamales) December 27, 2020
Debido al tamaño solicitamos refuerzos de bomberos laredo
Cortamos despejamos y señalizamos la carretera @AMVPC_Cantabria @PaulaFdezPRC pic.twitter.com/qwse3odIdb
Acabamos de retirar una piedra de unos 90 kilos de la N-623 a la altura del km 117 Villegar. PRECAUCIÓN ANTE CUALQUIER EMERGENCIA @112Cantabria . Estamos para ayudar. pic.twitter.com/Zp32Wm4Jiy
PC Corvera de Toranzo (@PC_Corvera) December 28, 2020
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