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Todo en el Puerto de Santander es grande: las grúas, los contenedores, las tolvas, los ganchos y cables, las naves, las montañas de hierros, las distancias entre terminales, también el buque que permanece atracado en uno de los muelles de Raos esta mañana de diciembre, fresca y despejada hasta hace unos minutos, porque ahora la bruma está empezando a cubrirlo todo. «La niebla y la lluvia no son las mejores compañeras de trabajo», advierte Blanca Azpeitia Martín (Santander, 1985), que observa la jugada atmosférica a pie de muelle, pertrechada con su uniforme de trabajo, casco y guantes incluidos. Ella también es protagonista de una gran historia en el Puerto: se ha convertido en su primera estibadora fija, es decir, en la primera mujer que pertenece a la plantilla de la empresa Sestisan CPE (Centro Portuario de Empleo). Logró su plaza hace un año, a los 38, tras meses de formación y después de superar las correspondientes pruebas físicas, psicotécnicas y de inglés. «Estoy contenta haciendo mi trabajo cada día lo mejor posible, disfrutando al máximo», resume con sencillez pero con entusiasmo.
Azpeitia ha logrado una meta personal, pero, como le recuerdan sus compañeras eventuales, las jubiladas y las activas, también ha «roto el techo de cristal» en la estiba, un sector fuertemente masculinizado. Que las mujeres entren en plantilla en los puertos sigue siendo extraordinario. «No ha sido fácil llegar hasta aquí, pero me ha reconfortado y sorprendido mucho más de lo que podía imaginar. Ha sido increíble el apoyo incondicional de mi casa –de su compañero y sus hijos, de toda su familia– y el orgullo y la fuerza de mis compañeras».
Ahora pertenece a la categoría profesional Grupo II y, como tal, tiene asignadas tareas que hacen que «cada día en el Puerto sea diferente»: desde trincar y destrincar vehículos y maquinaria, hasta dirigir al gruista como amantero, pasando por barrer bodegas, enganchar cables o eslingas, operar con la tolva o la 'maquinilla', conducir coches, ejercer de garajista... Son tareas muy físicas que exigen precisión, diligencia y cuidado; es decir, profesionalización.
La búsqueda de esa capacitación marca la historia de Azpeitia, escrita a base de esfuerzo, jornadas en la biblioteca y traspiés convertidos en oportunidades. Todo empieza en 2010 cuando, tras concluir sus estudios, decide «aventurarse con el transporte de graneles con camiones de los barcos a los almacenes». Sin embargo, tras un tiempo en esa posición 'periférica', sintió que quería trabajar «dentro» del Puerto. Las puertas se las abrió en 2017 Amador Manrique, supervisor y apoderado general de Bergé Marítima, a quien «le debo todo lo que soy hoy por hoy».
En los años siguientes, Blanca se bregó como estibadora eventual, cargando y descargando, trincando y destrincando. No obstante, en 2022, una sentencia que afectó a todo el sector de la estiba la dejó fuera del Puerto, sin «homologación» para seguir trabajando en muelles o bodegas. ¿Qué hacer? «Decido no quedarme de brazos cruzados y me doy cuenta de que tengo que formarme», cuenta Azpeitia, que admite que, de no haberse dictado la sentencia, quizá no hubiera dado el paso, quizá hubiera seguido como estibadora eventual.
Metida en canción y con una convocatoria a la vista, se preparó teniendo en cuenta los requisitos y méritos que se habían pedido en citas previas de acceso al CPE. Quique Ruiz, del Centro CAR (Galizano), guió su preparación física y psicológica, y por su apoyo incondicional es otro protagonista de la historia de Azpeitia.
El 27 de diciembre de 2023 aprobó la convocatoria. «Me pegó un subidón...», evoca ante un mediano, en un local próximo al Puerto. Se lo acaba de traer su compañero, Manuel, que conoce bien el Puerto y la escucha con admiración. El relato de Blanca continúa el 1 de febrero de 2024 con la firma de su contrato en el CPE. Ese documento la reconocía oficialmente «como primera mujer estibadora de Santander», la primera en una plantilla de 68 personas. Desde entonces ha estado trabajando y acreditándose para lograr la «polivalencia» en todas las especialidades. Ahora está con «la acreditación del 'tugmaster'» y así seguirá «hasta conseguirlas todas». Porque Blanca dice que quiere seguir creciendo en el Puerto. Desde agosto, se «desvive» por sus compañeros en el comité de empresa, donde representa a la Coordinadora Estatal de Trabajadores del Mar tras ser elegida en las elecciones sindicales. Su objetivo es «conseguir la unidad en el colectivo a través de la polivalencia y la rotación», y también «la profesionalidad» en el puesto de trabajo. Parece una meta factible. Como le han dicho sus compañeras de estiba: «Blanca, ¡sí se puede!».
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