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«Al poner el primer pie sentimos que habíamos llegado a un escenario de guerra. Todo había sido arrasado. Lo que más nos impresionó fue la cantidad de vehículos destrozados y apilados unos sobre otros. Eran montañas enteras de metales y hierros». César Parás y ... Roberto Carballo son dos bomberos voluntarios de Santander que no dudaron en movilizarse para tratar de ayudar en lo máximo posible a los damnificados por la extraordinaria dana que sacudió Valencia. Hoy, a punto de cumplirse dos meses de la catástrofe, ambos recuerdan la experiencia, destacan la oleada de solidaridad y piden a las instituciones y a los ciudadanos que la colaboración no cese «porque todavía hay mucho por hacer».
En su testimonio, los dos jóvenes santanderinos recuerdan cómo se metieron en el barro y contribuyeron, bajo la coordinación de los mandos superiores de las Fuerzas de Seguridad del Estado, a vaciar garajes y achicar el agua aportando los medios técnicos y materiales de los Bomberos Voluntarios de Santander: un camión 4x4, un remolque, una motobomba, mangueras, bombas, palas, electrobomas...
Desde que llegaron las primeras noticas de los devastadores efectos de la dana, varios jóvenes integrantes del Cuerpo se ofrecieron a unirse al contingente cántabro de ayuda, que ya se encontraba en Valencia. Entre ellos estaba César, de 25 años, bombero interino, aunque su puesto fijo es de gestor en la sala 112 Cantabria. Y Roberto, de 22 años, un electricista de profesión y que acudió también dos días al lugar, aunque su intención hubiera sido estar allí un mínimo de diez; los tiempos, sin embargo, no se lo permitieron, puesto que el contingente cántabro tenía orden de replegarse. Por este motivo, ambos compañeros volvieron al terreno a nivel personal unas semanas más tarde con la intención de rematar la labor de ayuda que se habían propuesto.
«Yo me quedo con la imagen de ver miles de voluntarios andando en oleadas hacia el epicentro de las localidades más afectadas. Miraras donde miraras, podías ver la solidaridad de las personas llegadas de todas partes de España para ayudar en todo lo que hiciera falta, en labores de reconstrucción, en la limpieza de calles, plazas, en lo que fuera necesario», destaca Roberto. «La magnitud del despliegue de solidaridad civil y también de los medios del Estado fue cuantiosa y es algo que nunca olvidaré», apunta César.
Al recibir la autorización del Gobierno de España, los dos bomberos voluntarios emprendieron su misión. «Salimos de madrugada con los recursos de Cantabria y acompañando a Protección Civil, Bomberos, técnicos de Montes, miembros de seis parques del Gobierno de Cantabria, Bomberos de Santander, Camargo y otras agrupaciones de diferentes municipios», relatan. «La primera incursión fue en Alcudia, donde estuvimos sacando agua de los garajes todo el día, hasta que logramos achicar todos aquellos que estaban pendientes», explica César. «El segundo día nos destinaron a Paiporta, donde acudimos acompañados por un vehículo policial, ya que en los garajes podían encontrarse cadáveres. Teníamos órdenes específicas de cómo actuar en tal caso», continúan.
Ambos voluntarios destacan que aunque se movilizaron muchos voluntarios, el destrozo era de tal índole que era difícil de abarcar. «Queríamos echar una mano en lo que se pudiera. Había tanto por hacer que empezamos por sacar objetos de los garajes y nos pusimos a limpiar las calles. Todo estaba cubierto de lodo, nos llegaba a la altura de las rodillas». «¿Que si queda mucho por hacer? Muchísimo, por eso animamos a todos a mantener la colaboración. Es necesario que la solidaridad no decaiga y que, entre todos, podemos hacer que los vecinos afectados recuperen parte de su vida», concluyen.
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