El bonito da los últimos coletazos

3,53

euros el kilo ha sido la media a la que se ha cotizado el bonito en las distintas lonjas de la región.

«Calculo que no lleguemos al día 30, como mucho el viernes tendremos que echar el cierre», aventuraba Miguel Fernández, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Santoña y presidente de la Federación de Cantabria, a falta de conocer los datos parciales de miércoles y jueves pasados; «el ritmo de capturas de la flota española viene siendo de mil quinientas toneladas a la semana, y si añadimos lo que se haya pescado esos dos días... blanco y en botella».

Esa impresión concuerda con los datos que maneja la Consejería de Desarrollo Rural: el consumo del Total Admisible de Capturas (TAC) era ya el jueves de 15.413 toneladas, y refrendaba que el Ministerio de Pesca «ya está valorando el momento del cierre, que puede ser inminente», con lo que unos sesenta barcos cántabros y un millar de pescadores y trabajadores directos relacionados con esta actividad tendrán que colgar la red.

La costera del bonito se abrió a mediados de junio en el Cantábrico, si bien algunas semanas antes ya se puso en marcha cuando una flotilla de barcos de cacea se dirigía al Atlántico, al norte de las Azores, para capturar los primeros túnidos. A lo largo de estos dos meses y medio se ha alcanzado el tope de una campaña que hasta hace bien poco llegaba a primeros de octubre. El cupo, que el sector siempre ha considerado corto, unido al ritmo de capturas de la flota y a las variaciones en la migración de la especie privan a los pescadores de un mes de actividad.

Desde que el 17 de junio entró el primer bonito en una lonja de la región, en Cantabria se han desembarcado 2.642 toneladas (cifra oficial hasta el miércoles, con un precio medio de 3,53 euros el kilo), y la proyección es de rondar las dos mil ochocientas toneladas a final de la costera, una cifra que va a quedar por debajo de las descargas que hubo el pasado año (3.274 toneladas), pero que en el ranking supondrá la segunda mejor cifra de desembarcos anotados en la última década, descargas realizadas por barcos de toda la cornisa, no sólo cántabros.

Son cifras globales que satisfacen al presidente de las cofradías. Más allá de que no se han alcanzado los números de 2018 -dicho sea de paso, que fue considerada costera de récord-, Miguel Fernández habla de una «buena campaña», con predominio de «ejemplares de tamaño mediano» y una cotización media, eso sí, unos céntimos más baja que hace un año (3,60 euros el kilo), aunque Fernández es bien elocuente: «Ha habido algo menos de pesca que el pasado año, sí, pero ya firmaría para el año que viene que la costera fuese igual que ésta para la flota cántabra».

También el consejero de Desarrollo Rural, Guillermo Blanco, habla de costera «muy buena». En su opinión ha habido bonito «para todas las artes de pesca; la flota está muy contenta porque el bonito ha estado cerca» y señala que, frente a los rumores de una más rápida clausura (así se especuló a principios de mes), «la costera se ha alargado un poquito más de lo que se pensaba», si bien reconoce que el cupo se ha consumido mucho antes de lo que venía sucediendo antes de 2018. El que se acabe pronto el TAC «no significa que no haya habido cuota, sino que se ha pescado mucho más rápido», lo que, en opinión de Blanco, desde el punto de vista socioeconómico, «es bastante bueno para la flota, para la economía y para el empleo regional».

El que la costera se haya reducido en tiempo no lo ve igual la flota. «Que sea corta da más problemas que ventajas», señala Emilio Bustamante, patrón mayor de la cofradía de San Vicente de la Barquera, «pues al quedarse sin bonito los barcos salen a otro oficio y las playas» (en referencia a las aguas donde prosperan otras especies, como rape, merluza o salmonete) «se machacan más, hay más esfuerzo sobre ellas y no recuperan como cuando antes estaban cuatro o cinco meses sin apenas tocarse». No obstante, para la lonja de su cofradía esta costera ha sido «muy buena», pues más barcos se han dedicado al bonito y se ha subastado el doble que el pasado año (de 66.000 kilos han pasado a 133.000); la otra cara es que allí la cotización media ha estado 40 céntimos el kilo por debajo de la del año pasado, «y eso se nota».

José Domingo Lecue, armador del 'Marcelina Lecue', un cerquero de la flota barquereña, habla de «costera aceptable, buena de capturas», aunque con ese 'pero' a causa del precio algo menor y del recorte de la campaña, que para él debía durar «un mes más», y critica a los barcos pelágicos de arrastre el «daño» que hacen a la flota de bajura porque «pescan en nuestras zonas habituales y no dejan tranquilo al pescado».

Una impresión similar de la competencia de los pelágicos la tiene Bruno Fernández, patrón del 'Mar Caribe', barco de cacea de la flotilla de Colindres. «En cuanto encontramos los cardúmenes allí se presentan los pelágicos. Prácticamente nosotros se lo buscamos, y donde paramos a faenar ahí trabajan ellos por la noche». Más allá de esa competencia, Fernández señala que «pese a ser de menos capturas y de precio, no hay queja de la costera. Ha habido bonito para todo el mundo», pero destaca el hecho «impensable no hace ni tres años» de que en agosto la flota tenga que estar amarrada y que los pescadores se vean privados de un mes de faena.