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Santander. A la estampa de la bahía santanderina le había faltado en estos días de confinamiento un accesorio fundamental, el de las docenas de pequeñas ... embarcaciones que cada mañana salpican el paisaje. El presidente regional, Miguel Ángel Revilla, insistió una y otra vez a Madrid para recuperar este permiso y ayer fue el primer día de la 'desescalada' en que la pesca recreativa regresó a aguas de la capital cántabra. «¡Teníamos unas ganas tremendas, imagínate!», exclama Vicente San Miguel, que ya jubilado, confiesa que ha ocupado su ocio con esta afición desde que tenía 13 años.
«No tenía sentido que nos tuvieran en casa, encerrados». Desde su pequeño bote, donde limpia los aparejos y recoge las cosas, observa el paseo marítimo sobre Puerto Chico. «Ves toda esa gente que va por ahí arriba. Esos tienen muchas más posibilidades de contagiarse que nosotros que estamos en el agua», zanja. De un cajón extrae un cubo negro de plástico con mercancía: «Mi botín de hoy son estos seis calamares hermosos». «Es para la cena. De algo ha servido salir a echar la mañana ahí fuera, ¿no? Menudas rabas buenas me van a hacer», celebra.
El de ayer fue un día espléndido. Decenas de pequeñas embarcaciones salieron a faenar tras más de dos meses de parón. Buscaron lubinas, julias, lubinas, jargos, cabras, salmonetes, calamares... El desconsuelo para muchos es que ha pasado la temporada del cachón. Está vedado hasta el 15 de agosto; pero en todo caso el animal ya no está en la bahía. Entró hace semanas a desovar pero esa fase de su ciclo, cuando muchos ejemplares se concentran en poco espacio y se convierten en presa vulnerable, ya ha pasado.
«Lo lógico es que como no se ha podido pescar, alargaran un poco el tiempo de cogerlos, pero es que en todo caso ya no es temporada, ya no los hay», cuenta José María Revuelta, otro de cuantos tienen por costumbre salir a la mar. Él no lo hizo ayer, probablemente lo hará hoy, martes.
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«Hoy me toca limpiar el barco y prepararlo para el día siguiente. Ha habido que venir cuando se podía porque claro, este barco ya es de PVC y está preparado para desaguar pero hay otros que son más antiguos, de madera, que necesitan achicar porque si no, se van a pique. Ha habido gente que lo ha pasado mal cuando no se podía uno mover de casa», justifica. Está a pecho descubierto, dejándose bañar por el sol de un lunes que animó también a quienes prefieren lanzar la caña desde tierra.
Muchos se apostan, como de costumbre, frente al museo Marítimo, otros, como Carlos García, prueban suerte al final del espigón. «He estado parado desde el pasado 13 de marzo, así que imagínate las ganas que tenía de volver a lanzar la caña», celebra Carlos García. Tiene tres cañas dispuestas sobre el hormigón. Se levantó temprano, poco antes de las seis de la mañana. «Quería aprovechar al máximo el horario en que se supone que podemos salir a la calle los que estamos en mi franja de edad», confiesa. Y pese a que no ha tenido mucha suerte con la pesca, poco le importa. «Lo importante es estar aquí y disfrutar del día. Porque si estás parado, en casa encerrado, como es mi caso, te aburres y el día se te hace eterno. Yo necesito esto, me gusta», cuenta.
Dice García que este parón le vendrá bien a la biodiversidad de la bahía, que es un balón de oxigeno para las poblaciones, pero no piensa igual Alfredo Martínez, que atraca desconsolado su barca tras una jornada frustrada. «No hay nada, muy poco. En mi caso se me ha escapado un calamar de buen tamaño», lamenta. «He visto también lo que estaban cogiendo los que estaban alrededor y es nada. No hay animales».
El suyo logró escaparse con mucha suerte. Logró agarrarlo una primera vez pero cuando ya en superficie iba a capturarlo con el redeño, se escabulló. «Lo intenté una segunda vez y se soltó otra vez cuando lo tenía a un metro de la superficie. Al menos he pasado el día; pero la cosa está seca», concluye.
Las dos órdenes que regulan la caza en Cantabria se publicaron también ayer en el BOC para ampliar la vigencia de los Planes Técnicos de Aprovechamiento Cinegético aprobados para 2019-2020 en los cotos en vigor. La medida permite la práctica de la caza en todos los cotos que cumplan las condiciones indicadas. En el caso de la Reserva de Saja permite el inicio a partir de hoy, martes, de las modalidades cuyo período hábil está aún vigente, como los recechos de rebeco. Entre los cambios destaca la modificación del calendario de caza de sorda en esta Reserva, con la inclusión de algunos lotes de caza como los de Palombera Este, Palombera Oeste, Serradores, Peña Fresneda, Canaluco y Sobreiglesias.
Con el regreso de la pesca recreativa en mar vuelve también la de los ríos, justo en un tiempo en que coincide plenamente con la temporada de desove del salmón en las cuencas cántabras. La trucha también podrá pescarse en unas cuencas donde ya se pueden ver varios ejemplares de salmón en plena temporada reproductiva. Casi con toda seguridad uno de los pocos afortunados que pueda pescar hoy sacará el 'campanu', el primer salmón de la temporada. Ese que se vende a precios elevados por tratarse de un ejemplar icónico de una temporada que muchos aficionados casi daban por perdida por culpa de las prohibiciones del estado de alarma.
Los hay que no tienen pelos en la lengua y argumentan que hay mucho furtivo que ha estado saliendo en la noche sin ser visto. Otros, más cautos, argumentan que la temperatura del agua ha bajado tres o cuatro grados de repente, y que eso afecta a la entrada de peces. «También la superficie estaba muy clarita, muy limpia, y así es más complicado engañarlos», explica Eduardo Pérez del Molino. En la rampa junto al CEAR de Vela ayuda a unos compañeros a cargar la zodiac a un remolque. Ellos han salido a pesca de fondo; pero se vuelven también de manos vacías. En un caldero muestran tres peces: un jargo, un pez limón y un salmonete. «Lo que pasa aquí es que nos pensamos que va a recuperarse la vida en el agua pero no pasa eso porque los profesionales siguen saliendo, lógicamente. Mientras salgan ellos no hay recuperación de verdad», afirman cuando sopla fuerte el viento del nordeste, que tampoco ayuda a la faena. Aunque a la postre eran tantas las ganas que había de recuperar el tacto de los aparejos, de volver a sentir la libertad de echarse a la bahía, que nada de eso parece importarles.
Los más mayores, los que conocen bien estas aguas, aún se echan las manos a la cabeza por el tiempo en que los han obligado a estar parados. «Lo que no se puede hacer es que en Madrid tomen decisiones de lugares como Cantabria sin conocer la realidad del territorio», sentencia Vicente San Miguel. «En el agua me voy a contaminar conmigo mismo, porque no hay otra posibilidad», ironiza. «El tiempo en que me ha tocado estar encerrado en casa lo he pasado fatal. Me han robado la vida. Yo soy de entrar sólo a dormir y a comer porque estoy jubilado y no paro. Afortunadamente tengo salud y eso me permite ser aún muy feliz». Respira hondo y mira al mar, reflexivo: «No sabemos lo que valoramos la libertad hasta que la perdemos. A ver si controlamos este virus y podemos seguir haciendo vida normal».
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Ana del Castillo
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