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S. E.
Santander
Jueves, 9 de noviembre 2023, 07:13
A las 8.30 horas de este miércoles, la boya científica Augusto González Linares llegó a Santander, montada en un tráiler articulado de la empresa ... cántabra Grupo Mardaras. En la sede del Instituto Español Oceanográfico de El Bocal la esperaban dos investigadores. Nada más bajarla del camión, ambos miraban y remiraban la estructura amarilla, golpeada sobre todo por la parte que habitualmente está hundida, con mejillones pegados que nos cuentan que ya son 16 los años que esta estación científica convive con el Mar Cantábrico, a 20 millas de la costa santanderina. La Augusto G. Linares es uno de los 300 puntos de medición oceanometeorológica, destinados al estudio científico, que hay repartidas por todo el planeta. «Está golpeada por la parte de abajo y se han roto los sensores», señala uno de los investigadores. Se refiere a los que recogen los datos meteorológicos. En cambio los sensores oceanográficos «siguen funcionando», confirma Raquel Somavilla, actualmente científica titular del IEO, donde investiga lo que sucede cuando el océano interactúa con la atmósfera, desde latitudes medias hasta las regiones polares del hemisferio Norte, y cómo estos procesos modulan el clima terrestre.
Para poder investigar, la boya Augusto G. Linares es una herramienta esencial, pero desde hace casi tres semanas, cuando el temporal Aline, azotaba el Cantábrico, la boya se separó de su punto de fondeo. «Probablemente -según creen los investigadores- las grandes olas movieron la estación y tensaron la cadena de boyarines y cuando ya estaba tensada, algún golpe de ola acabó rompiendo esa unión entre boya y fondeo. La boya, supuestamente, navegó a la deriva durante casi 15 días, arrastrasda por las corrientes y la enormes olas que hubo en el Mar Cantábrico, y acabó varando, el pasado día 2 (jueves) por la noche, en una playa de la costa atlántica francesa, cerca de bahía Arcachón».
Ahora, ya recuperada la boya, el primer paso va a ser «chequear bien todos los sensores. Incluso habrá que abrirla para ver si el 'datalogger', que permite el envío de datos a internet en tiempo real, sigue estando bien y también las baterías y las placas solares. Y como ya hemos visto que algunos de los sensores, sobre todo los meteorológicos, están dañados, habrá que reemplazarlos», anuncia Somavilla. Serán los pasos más sencillos, ya que da la casualidad que hace más de un año, cuando la boya Augusto G. Linares todavía estaba en tierra (estuvo un año averiada), el IEO propuso construir una segunda boya, una suplente más pequeña, con unas características y sensores muy similares a la titular; y que iba a ser puesta en otra localización. Con ese objetivo se compraron los sensores necesarios. «Lo tramitamos todo antes de que la actual se fuese a la deriva y se dañase, a través del Plan de Recuperación de la UE para programas de investigación, por lo que esperamos que a finales de este mes nos lleguen esos sensores. Así que, en principio, utilizaremos esos para reparar la Augusto González Linares», asegura Raquel Somavilla.
Antes, por supuesto, habrá que comprobar que el fondeo al que estaba anclado la boya sigue bajo el mar, en su punto exacto de localización, a 20 millas frente a Cabo Mayor. «Esperamos confirmarlo, bien a través de la información de algún barco o por nosotros mismos. Estamos casi seguros de que el fondeo sigue allí. Para empezar, por la velocidad a la que ha viajado la boya durante esos 15 días a la deriva, ya que si hubiese arrastrado consigo el fondeo no se habría movido tanto. Y en segundo lugar porque eso está hecho con grilletes giratorios y cabos que aguantan muchísima carga. No creo que eso haya sido lo que ha partido, si no que habrá sido la cadena de boyarines, el punto más débil», concluye Somavilla.
Pero aunque los investigadores del IEO reparen la estructura de la boya, vuelvan a instalar los sensores que todavía funcionan y coloquen los nuevos y además confirmen que el fondeo sigue en su sitio, todo ello a contrarreloj, ponerla otra vez a flote «va a tardar». Lo anunciaba ya el pasado martes la propia Somavilla y lo ha confirmado este jueves. Antes de Navidades es prácticamente imposible. No sé, igual a comienzos del próximo año o la lo largo del primer trimestre, ya veremos...» La investigadora no puede dar una fecha, le resulta casi imposible viendo todos los factores que hay que tener en cuenta. Lo que está claro es que su mayor obstáculo será la falta de un barco con el que poder transportar y realizar la operación poner a flote la boya. El Instituto Español Oceanográfico de Santander tiene dos embarcaciones, el Ramón Margalef, que está trabajando ahora mismo en Cádiz y tiene previsto realizar una campaña en Canarias; y el Ángeles Alvariño, que está siendo reparado en el astillero. Y, en principio, ninguno de los dos va a poder estar disponible a corto plazo.
Lo que es casi seguro es que la boya Augusto González Linares no va a poder darnos los datos meteorológicos y oceánicos de este invierno, al menos durante el primer tercio. Los registros de la temperatura del agua, la altura de las olas, las corrientes y la meteorología a 20 millas de la costa en el Mar Cantábrico son necesarios y valiosos para sectores como el pesquero, el marítimo y el portuario, entre otros.
«No tendremos datos en tiempo real durante unos meses, pero sí que se siguen recogiendo datos. En el fondeo de la boya hay colocados más aparatos que siguen registrando valores importantes para la comunidad científica y que, una vez sean calibrados, pueden tener un valor más alto incluso que los que se recogen a tiempo real», confirma la investigadora, que estos días, a la vez que afronta esa pequeña 'crisis' local que nos ha provocado el viaje de la Agusto G. Linares hasta Francia, está asistiendo -vía telemática- a la reunión de la red internacional de GOOS (Global Ocean Observing System), como una de las expertas mundiales en aguas oceánicas. Están siendo días de intenso trabajo, con reuniones hasta las tantas de la madrugada. Somavilla coordina las observaciones que se realizan en los 300 puntos fijos instalados en mares y océanos de todo el mundo. «Así que ya todo el mundo se ha enterado de lo que le ha pasado a nuestra boya ¿no¿?», le preguntamos a Somavilla: «Sí, claro. hemos hablado de ello. Salió el hecho y esto pasa en todos los sitios. Los alemanes contaban que han tenido una de sus boyas más importantes del Mar del Norte a la deriva durante todo un año por el Atlántico, hasta que fue encontrada. En fondo oceánico es un entorno complicado, pero la superficie es extremadamente hostil», nos recuerda Somavilla.
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Ana del Castillo
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