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S. E.
Santander
Lunes, 6 de noviembre 2023
La boya Augusto González de Linares, una de las 300 estaciones de medición oceanometeorológica repartidas por todo el mundo, estuvo varada desde la madrugada del jueves al viernes en una playa de la costa francesa, en la de Lège-Cap-Ferret, un kilométrico arenal junto ... a la bahía de Arcachón. Hace dos semanas se fue a la deriva, cuando la borrasca Aline azotaba la costa cantábrica, con rachas de viento de más de 100 kilómetros por hora y olas que alcanzaron los 19,78 metros. Ese temporal fue el que provocó que la boya se soltase de su punto de fondeo y acabase viajando por la costa francesa hasta llegar a Arcachón. «En ese momento se pidió ayuda a Salvamento Marítimo, pero por las malas condiciones no se pudo ir a rescatar la boya», explica Raquel Somavilla, investigadora del Instituto Español Oceanográfico (IEO) que ha movido cielo y tierra y por supuesto mar, para hacer que la boya regrese a Santander. «Desde hace dos semanas llevamos intentando que algún pesquero que faenase por esa zona pudiese darnos información de la boya o incluso traerla de regreso. Nos hemos puesto en contacto con las cofradías de pesca de Santoña e incluso con la de Hondarribia, pero no fue posible. El Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Guipúzcoa nos ha ayudado mucho estos últimos dos días a fin de confirmar que la boya estaba efectivamente en la playa. Y también los barcos Moisés Daniel y Borrasca Primero, de la cofradía de Santoña, que la pasada semana ya intentaron enganchar la boya para llevarla remolcada hasta puerto pero las malas condiciones de mar y viento se lo impidieron», explica Somavilla muy agradecida.
Fue el pasado jueves, cuando la boya dio su última localización en una playa de Arcachón (44.770N 1.235W). Aunque horas después marcó que estaba en el Canal de la Mancha, ese dato no era real según confirman desde el IEO. «Cuando la boya se estropea por un golpe empieza a mandarnos registros máximos o mínimos. Esta vez marcaba el máximo y nos situaba la boya en un punto del Canal de la Mancha. Podría haber marcado un punto mínimo situándola en Madrid, por ejemplo. Durante horas estuvo marcando esos valores máximos que salen por defecto, pero después volvió a darnos la posición real».
Raquel Somavilla cuenta que cuando tuvieron clara su localización, lo primero que hicieron fue ponerse en contacto con la Gendarmería francesa y con el Ayuntamiento de Arcachón, «para poder conseguir más datos», pero los franceses estaban bastante ocupados con las consecuencias del temporal Ciarán en sus costas (miles de hogares sin luz, dos muertos y 15 heridos graves y decenas de trenes, vuelos y rutas en autobús canceladas), por lo que la boya cántabra no fue una prioridad. «En vista de que no recibíamos ninguna contestación, pasamos a la acción. El domingo, dos compañeros del IEO viajaron hasta Arcachón para dar con ella. La encontraron varada en la playa», asegura la investigadora. Los dos miembros del IEO desplazados desmontaron en la misma playa los sensores que miden la temperatura, la humedad, la salinidad, el tamaño de las olas y otros factores meteorológicos. «Los compañeros desmantelaron los sensores para evitar que alguien pudiese llevárselos. Por lo que nos comentaron la estructura de la boya está bien, aunque cuando la traigamos tendremos que valorar lo que hay que arreglar. En principio, los sensores meteorológicos, eso seguro», explica Somavilla.
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La investigadora cree que a lo largo de este lunes podría hacerse el transporte de la boya a Cantabria. Primero hay que sacarla desde el punto de la playa donde está hasta el aparcamiento del arenal, que son unos tres kilómetros. Después será cargada en un camión para traerla por carretera. «A través de los compañeros de AZTI (organización similar al Instituto Oceanográfico en el País Vasco), hemos podido ponernos en contacto con alguien que puede realizar estas labores: sacar la boya de la playa y traerla a Santander por carretera. Ellos han tenido más de una situación similar con alguna de sus boyas que han acabado en la costa francesa y las han podido rescatar de esta manera», añade Somavilla.
Cuando llegue a Santander intentaremos arreglarla lo más rápido posible, pero ponerla a funcionar mar adentro, en su posición original, frente a Cabo Mayor, va a ser lo complicado. Según explica Raquel Somavilla, el IEO de Santander tiene dos barcos con los que trabaja. «Uno está en el astillero en labores de mejora y el otro está trabajando en Canarias. Así que ponerla a funcionar otra vez en su lugar va a tardar», confirma.
Desarrollada por el propio IEO y fondeada el 27 de junio de 2007 a 2.850 metros de profundidad, la boya Augusto González Linares, así bautizada en honor al reputado investigador cántabro, lleva 16 años transmitiendo cada hora datos marinos esenciales para la comunidad científica, meteorológica, medioambiental, pesquera, náutica, marítima y turística de Cantabria, que, gracias a este aparato, dispone de una fuente de información marina en tiempo real de la que carecía hasta la puesta en servicio de la boya. En 2009, los fuertes oleajes también provocaron que la boya se soltase de su fondeo, a más de 2,8 kilómetros de profundidad. Poco después fue rescatada a 16 kilómetros de la costa de San Sebastián. Pero esta no ha sido la expedición más larga que ha hecho la boya. En febrero de este año volvió al mar después de haber pasado casi un año «a la deriva», tras ser trasladada a tierra firme para su reparación y preparada ya para seguir recopilando sobre la superficie del mar información muy valiosa para el conjunto de la ciencia.
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