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Toma de muestras en una pintura rupestre de la cueva de La Pasiega en Puente Viesgo.
Brecha abierta sobre el autor del primer arte prehistórico

Brecha abierta sobre el autor del primer arte prehistórico

Debate científico ·

Los investigadores que atribuyen a los neandertales las pinturas de tres cuevas españolas, entre ellas La Pasiega, publican un artículo en el que exponen sus replicas a los 'negacionistas'

José Luis Pérez

Santander

Lunes, 5 de octubre 2020, 07:07

Marcelino Sanz de Sautuola murió en 1988 sin ver reconocida tesis de que las pinturas descubiertas en la cueva de Altamira en 1879 eran prehistóricas. No fue hasta 1902 cuando el francés investigador Emile Cartailhac publicó 'Mea culpa d'un sceptique', reconociendo su error y transmitiendo a la hija del erudito de Puente San Miguel su respeto y admiración. Casi siglo y medio después, la controversia entre científicos, prehistoriadores y arqueólogos vuelve a generar dudas sobre otro aspecto capital relacionado con la cronología de las primeras manifestaciones artísticas paleolíticas documentadas en tres cuevas españolas, una de ellas la gruta cántabra de La Pasiega (Puente Viesgo), así como en Maltravieso (Cáceres) y en Ardales (Málaga).

El origen del debate se remonta al año 2012 cuando un equipo liderado por Alistair Pike y Dirk Hoffmann publicaron en la revista Science dataciones de algunas concreciones que recubren pinturas de la cueva del Castillo y en Altamira. Se afirmó entonces que por lo menos databan de hace 40.800 años y que podrían ser obra de los neandertales.

Pero aquella hipótesis quedó ensombrecida cuando el 23 de febrero de 2018, la revista Science publicó otro artículo de los responsables de este proyecto de investigación en el que anunciaban que los neandertales estaban detrás de las primeras pinturas paleolíticas datadas por el método uranio-torio en las tres cuevas anteriormente citadas. La edad de las concreciones fecha las pinturas hace más de 65.000 años, remontándose al homo sapiens.

«El método uranio-torio ha sido válido en otras cuevas para algunos autores de las críticas, y aquí lo ponen en tela de juicio»

La repercusión del hallazgo tuvo eco en todo el mundo, pero de inmediato generó una corriente contraria que se ha negado a reconocer esta hipótesis poniendo en tela de juicio la validez del método y la técnica de muestreo, así como censurando la ruptura que esto representa frente a lo concebido tradicionalmente por la historiografía. Sus planteamientos se plasmaron en sendos artículos en la revistas Journal of Human Evolution y en Nailos.

Marcos García Díaz, prehistoriador y profesor de la Universidad Complutense.

Método e ideas preconcebidas

Hace escasas semanas, Journal of Human Evolution, en el volumen del mes de julio, publicaba un artículo de Hoffmann, Pike y otros investigadores, entre los que se encuentra Marcos García Díaz, profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense (Madrid) y ex responsable de la gestión de las cuevas prehistóricas en Cantabria, replicando a los «negacionistas» y dejando nuevamente abierto el debate a la espera de nuevas dataciones o de avances de la investigación.

Al respecto, García Díaz señala que, respecto a la validez del método uranio-torio, «sabemos que la pérdida de uranio puede envejecer las fechas, pero hay métodos para saber si esto ocurre, si el problema te está afectando. Y en nuestro caso no nos afecta porque nos basamos en una secuencia estratigráfica de muestras. No hemos cogido un punto aislado. En el caso de La Pasiega hay tres fechas en el mismo punto, de 52.000, 55.000 y 64.000 años. Si hubiera habido una pérdida de uranio se debería haber reflejado en todas las capas, y en ese caso habría resultados disonantes. Todas nuestra muestras están basadas en microcapas y no se han advertido inversiones estratigráficas».

Respecto a la posible «contaminación detrítica», Marcos García admite que también ocurre en la geología, pero «para eso están los criterio de la calidad de la calcita. En el artículo critican que la muestra de 64.000 puede ser falsa, pero no critican las otras dos. Por tanto, con 52 o 55.000 años también la autoría es neandertal». Y abundan en su explicación sobre la técnica de muestreo: «La calcita está encima de la pintura y se toma la muestra hasta antes de llegar al pigmento. Publicamos las microfotos. No se puede soltar una duda y hablar de falta de ética». Y añade que las muestras se han remitido a dos laboratorios diferentes para contrastar los datos.

Y en tercer lugar, el prehistoriador apela a que la tradición de la investigación no puede ser un cortafuegos para admitir nuevas teorías: «Nos acusan de ir en contra de la investigación y en contra de los datos que se han generado durante más de un siglo, cuando muchas teorías no están basadas en datos. Leroi-Gourhan y Breuil no tuvieron la posibilidad de datar las cosas. A partir de un arte rupestre muy complejo, solo vinculaban su autoría a una persona con capacidad de abstracción, al homo sapiens. El propio Leroi-Gourhan admite en 1965 que puede haber un arte prefigurativo. Antes se basaban en la intuición, ahora se aportan datos, se ponen fechas»,

Y respecto a la ausencia de arte mueble para ese momento protagonizado por los neandertales que pintaron, a juicio del grupo de investigadores del que forma parte Marcos García, las tres cuevas citadas, éste señala que «sí tenemos ejemplos en el auriñaciense. No se puede vincular el arte mueble al arte rupestre. El signo de La Pasiega, si no puede ser de hace 64.000 años, hay que preguntarse cuántos tiene datados para saber que todos son magdalenienses».

Y se mantiene firme en sus planteamientos afirmando que «en más de cien años hemos funcionado con una información que no estaba sujetada por datos. Y esto también se pone de relieve en otras zonas del mundo, donde se están registrando hallazgos de pinturas paleolíticas que ayudarán a replantear los planteamientos cronológicos defendidos hasta ahora».

Y sobre el método uranio-torio, concluye señalando que «se están empleando desde los años sesenta y hay dataciones hechas en cuevas que son validadas por algunos de los firmantes de este artículo. En otros yacimientos sí se creen la cronología y aquí tienen prejuicios».

Preguntado sobre si tiene la misma sensación que a buen seguro tuvo Sautuola, García Díaz anota: «Yo no la tengo. Aquí hay un doble juego y para ello solo hay que ver la incidencia y repercusión que han tenido nuestros artículos, no solo en el ámbito de la arqueología, y la que han tenido los realizados por los autores de las críticas».

Un proyecto que concluyó y que busca la continuidad

«El proyecto con el que hicimos estas muestras y publicaciones -aún quedan dos que están en prensa- concluyó. Aún verán la luz nuevas fechas para el panel de la cueva del Castillo, son 23 fechas que dan una cronología entre 36 y 39.000 años, que confirman los datos que anteriormente vieron la luz», señala Marcos García Díaz cuando se le pregunta por la continuidad de programa.

De cara al futuro, «el planteamiento es un proyecto a nivel mundial para hacer más dataciones de arte rupestre paleolítico. Ya tenemos un borrador, ahora hay que buscar la financiación necesaria, una convocatoria que se adecue a las características de estas actuaciones que plantamos».

Para la península Ibérica, afirma que «todo lo que tiene interés está cogido. Hay que encontrar calcitas se hayan formado y hayan cubierto una pintura. Ahora lo interesante está en Francia, donde ya hay un estudio de unos discos donde ratifican lo que nosotros apuntamos: ha fechado unos discos entre 40 y 50.000 años». Sin embargo, el Gobierno francés aún no se ha atrevido a dar el paso de conceder los permisos oportunos para proceder a la recogida de muestras. «A veces esto depende más de las personas que del interés objetivo del proyecto», cierra Marcos García.

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