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.El buen tiempo –el termómetro marcó 19 grados en Santander– y la confianza que dan los buenos datos sanitarios, que parecen conducir a la región a lo que los expertos llaman 'periodo postepidémico', han insuflado confianza en la gente, que este sábado se echó ... a las calles en toda Cantabria para disfrutar del aire libre.
Santander fue uno de los lugares donde más se notó. Cuando a media mañana cientos de coches entraban a la capital por las dos principales vías de acceso (S-20 y la S-10), todo apuntaba a que iba a ser un buen día para la hostelería. Y así resultó, porque salvo por el intenso viento del nordeste, que llegó a soplar con rachas de hasta 40 kilómetros por hora en el aeropuerto Severiano Ballesteros, todo en el día invitó a dar un paseo junto al mar, a acercarse a la playa o a sentarse a tomar algo en una terraza.
Bares y restaurantes de toda la región, ávidos de comenzar una temporada después de largos meses de restricciones por la pandemia, vieron sus terrazas llenas.
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«Estamos muy bien a la fresca», afirmó Pablo Bodioga, que tomó un vino junto a su familia en la terraza de la cafetería La Catedral, en pleno centro de la ciudad. «Ha salido un día muy bueno, salvo porque hay algo de viento, pero no hace frío. Y hay mucha gente por la calle porque estamos todos con ganas de salir a dar una vuelta», aclaró.
También hubo muchos valientes que se lanzaron a pisar los arenales:bien para pasear, para hacer deporte o para tomar el sol. Esto último fue más complicado porque el viento hizo más incómodo tumbarse en la toalla, pero en La Magdalena (Santander), que permanece resguardada del nordeste, se pudo disfrutar de un plácido día de sol. Fue la antesala del verano que muchos esperan ya como agua de mayo y que comenzaron a preparar los trabajadores de Cruz Roja en las playas de Cantabria en donde dieron comienzo las labores de salvamento.
Como ya sucedió el pasado año, continuaron algunas costumbres heredadas de la pandemia. Y es que mucha gente se decantó por huir de los centros urbanos para desperdigarse por la periferia huyendo de las aglomeraciones. Ganan en este sentido las zonas rurales. En la capital, en el Barrio Pesquero, por ejemplo, las terrazas de bares y restaurantes se llenaron. En La Maruca, también en Santander, los coches tuvieron que terminar aparcando en las aceras porque el parking había quedado ocupado por completo.
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