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María José Sáenz de Buruaga entró este jueves en el que será su despacho durante los próximos cuatro años. Allí se encontró, en una esquina, ... con el ordenador anticuado que Miguel Ángel Revilla no ha encendido ni una sola vez en las dos últimas legislaturas. El ya expresidente de Cantabria nunca llegó a dar el salto digital, aunque su masiva presencia en redes sociales pueda hacer parecer lo contrario. El líder del PRC se maneja con pluma y cuaderno. Y con un corcho que cubre una pared del despacho y que le hace las veces de 'agenda digital' desde hace 30 años. Fue lo primero que colgó cuando en julio de 2015 desalojó de aquel mismo sitio a Ignacio Diego para comenzar la segunda etapa del bipartito PRC-PSOE en el Gobierno. «Es mío, ¿eh? Pero te lo dejo aquí», le comentó entre bromas a la nueva jefa del Ejecutivo durante el tradicional y simbólico acto de traspaso de poderes, que en la práctica es un intercambio de café en un bar de Peña Herbosa y la entrega de las llaves del despacho de la sexta planta de la sede del Gobierno.
«Casi no me acordaba de esto. Cuando era consejera de Sanidad solo venía los jueves al Consejo de Gobierno», recordó Buruaga sentada junto a Revilla en el sofá del despacho. Es una imagen similar a la de hace ocho años, pero con las siglas cambiadas. El PP entra y el PRC sale. Aunque aquella vez no se escuchaba, como ahora, el ruido de las obras de construcción del Mupac, sí se había descartado ya construir en ese solar el edificio Moneo.
«Las sensaciones de la primera vez eran distintas, pero yo ya he vivido esto en otras ocasiones. Los que estamos en política sabemos que esto son ciclos y coyunturas, como en la economía y en la vida. Tengo muy claro y asumido desde el primer momento que estamos aquí de paso, hay que aceptar el resultado de las elecciones y acomodarse a una nueva vida con otros proyectos personales», explicó el secretario general de los regionalistas, que ha tenido que guardar en un garaje todos los objetos que le han regalado durante los últimos años, entre ellos, según él mismo relató: 200 cuadros, 400 cachavas y palos, 300 libros dedicados... «Son toneladas, voy a tener que hacer una subasta», dijo.
Tras tomar ese café ya convertido en un clásico postelectoral, acompañados por la todavía consejera de Presidencia y Justicia, Paula Fernández, Revilla ejerció de Cicerone por las dependencias del Gobierno. Buruaga saludó a los funcionarios, entre los que se encontraba la que fue su secretaria en la Consejería de Sanidad, ahora ejerciendo las mismas funciones para el vicepresidente Pablo Zuloaga. Ya en el despacho, Revilla hizo alusión a Ignacio Diego, aunque sin nombrarlo, y comentó a Buruaga al mostrarle los cuadros del despacho: «El anterior presidente insinuó que yo me había llevado algunos».
Tras mostrarle el espacio y hablar del balcón que tiene –«lo mejor del despacho»–, ambos abordaron durante unos 15 minutos, en un encuentro a puerta cerrada, algunos de los temas más importantes que el Gobierno de Cantabria tiene ahora sobre la mesa.
Revilla, el único que hizo declaraciones tras el acto, explicó que se va del Ejecutivo «sereno, con la conciencia tranquila y contento de dejar una región que da gloria verla en comparación con la que yo recibí en 2015», aunque sabe que su sucesora y hasta ahora líder de la oposición «no lo va a reconocer».
«No hay más que ver los datos que salen cada día. Ahora va a ser un cúmulo de noticias de portada: la que más baja el paro, la mejor en educación, la mejor en sanidad, batimos el récord de turistas, empresas que vienen a instalarse...», dijo Revilla, que deja Peña Herbosa «muy orgulloso» del trabajo hecho «en estos cuatro años dificilísimos».
El líder del PRC considera que en estos ocho años como presidente autonómico ha conseguido «encauzar los grandes temas pendientes históricos y las viejas reivindicaciones», como el AVE, el problema del abastecimiento de agua... y «proyectos transformadores» que están en marcha, como La Pasiega y la nueva sede del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, así como un Puerto «que va disparado a los 7 millones de toneladas» y un aeropuerto que «ha batido este año el récord de todos los tiempos en pasajeros».
Revilla opinó que, tras unos años en que él y su equipo se han «dejado la piel desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche» trabajando, deja una comunidad en «muy buenas condiciones y con un futuro extraordinario». A la vista del buen estado en que, según el regionalista, deja Cantabria, considera que Buruaga no tendrá que hacer «ningún recorte y podrá hacer un presupuesto expandido» para el año que viene.
Ahora se da la circunstancia de que el regionalista y la popular se intercambian los despachos: Buruaga ocupará el de Revilla en el Gobierno y él el que ha ocupado ella hasta ahora en el Parlamento como líder de la oposición. «Sale ella ganando, pero yo en tranquilidad», bromeó el regionalista.
«Le he dicho que me lo deje como le he dejado yo este, que todavía no lo ha hecho. Necesito meter mis cosas: mis pastillas para el riñón, mi cepillo de dientes, mi laca, mi cardador de pelo (...), tengo un cacharro porque mi pelo que sale así de punta no vale con un peine...», volvió a bromear quien ha ocupado durante 16 años –en dos periodos distintos– el principal despacho de Peña Herbosa.
El dirigente regionalista se mostró especialmente orgulloso del acuerdo firmado con el PP para abstenerse en la investidura de Buruaga, y que ha permitido a los populares tener libertad para gobernar en solitario y no verse abocado a pactar una coalición con Vox. Algo que el PRC quería evitar a toda costa por el carácter más centralista y menos autonomista del partido de Santiago Abascal.
«Estoy muy contento de que hayamos creado una especie de nueva política, que me gustaría que cuajara en el resto de España, aunque ahora no está el horno para bollos. Es de una sensatez y coherencia no habituales. Hemos sido un partido responsable», explicó Revilla, que a partir de ahora ejercerá como diputado en el Parlamento regional, aunque no como portavoz de su grupo. «Me veréis más tiempo en las televisiones y en otros lugares de España y el extranjero. Me libero de un trabajo agobiante y terrible que obliga a estar aquí las 24 horas del día», reconoció.
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