Muere un camionero al caer desde 20 metros por el viaducto de Ontón

Sobre el suelo permanecían los restos de la paquetería que transportaba, mercancía de lo más diversa: tornillos, trapos de cocina, ruedas de coche, y hasta café. La empresa propietaria de todo ese material se ocupó de retirarlo del terraplén donde quedó desperdigado, un itinerario por el que pasa el Camino de Santiago. De hecho eso fue lo que se comentaba en el pueblo. «Porque ha sucedido de madrugada, si no, con la cantidad de gente que pasa por ahí, podía haberle caído a alguien encima. Vaya desgracia», comentaban unas paseantes que cada mañana hacen ejercicio por la zona cuando los bomberos del 112 trabajaban en el lugar.

Nada se ha podido saber sobre las causas que desencadenaron el desastre. «Podría haber sido un reventón de una rueda, un infarto o un despiste, cualquier cosa», expresó Toni Gómez, gerente de la empresa Transportes Pico, con sede en Gijón y dueña del tráiler. «Lo peor de este trabajo es que un día puede suceder esto. No podemos hacer nada por salvarle y eso nos destroza por dentro», expresó visiblemente emocionado cuando llegó a media mañana a la zona del accidente y comprobó cómo había quedado el vehículo.

La Policía Local de Castro Urdiales fue la primera en llegar al lugar del siniestro pasadas las cinco y media de la madrugada, cuando el camión estaba envuelto en llamas. No pudieron hacer nada para salvar la vida del camionero. El vehículo se había salido de la carretera desde el viaducto, había atravesado la bionda y había salido despedido hacia el suelo. Veinte metros de caída a plomo. El impacto fue tremendo. Y le sucedió el incendio de la cabina. El combustible y el cartón de las cajas que transportaba avivaron las llamas y cuando los bomberos lograron sofocar ese fuego, sólo quedaba un amasijo de hierros. La Policía Judicial trasladó los restos humanos al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Cantabria para intentar obtener una muestra de ADN.

Fueron los bomberos, también, los que se ocuparon de descender hasta el lugar del accidente para retirar el combustible que aún quedaba en los depósitos. «Hemos quitado unos cien litros y van a tener que venir refuerzos para aspirar los 200 litros que aún quedan. Ahora no podemos sacar más pero si mueven el camión para sacarlo, ese combustible puede verterse», contaba un bombero.

Para retirar el vehículo aún habrá que esperar. La Guardia Civil confirmó que primero tendrá que estudiarse la mejor manera de hacerlo, y que probablemente pase por izarlo desde el viaducto. Serán labores costosas porque en ese caso el operativo obligaría a intervenir el tráfico.

Los operarios de la empresa propietaria de la mercancía –TXT, con delegación en Vizcaya– llegaron al lugar del suceso y procedieron a retirar toda esa paquetería destrozada y convertida en basura. «No hay nada de valor, lo vamos a retirar poco a poco a mano porque está en un lugar poco accesible». La Ley obliga a recoger todos esos enseres, sobre todo, para que ningún curioso pueda hacerse daño. «Ha sido una desgracia tremenda y estamos consternados. Lo que toca ahora es llamar a los seguros y arreglar todo el papeleo», comentó la responsable de TXT.

Metros más arriba, en el viaducto, los trabajadores de Mantenimiento de Carreteras se afanaban en restaurar la vía. Limpiaron el asfalto del poco combustible y aceite que se había derramado y colocaron unos bloques de hormigón en el borde, justo en el lugar donde se había perdido la bionda. Esos trabajos obligaron a la Guardia Civil a redistribuir el tráfico por un solo carril, lo que provocó largas retenciones en ese punto (kilómetro 141), en dirección a Santander.

«Ya nos estamos acostumbrando a este tipo de cosas, desgraciadamente», comentó Ramón Gómez, que cada mañana pasea con su perro por la zona. «Vivo en Ontón y escuché el estruendo», recuerda. «Hace muy poco tiempo pasó algo parecido con otro camión», evoca. Junto a él, los peregrinos del Camino de Santiago se detenían para ver el siniestro y se lamentaban por lo ocurrido.