Cabárceno consigue doblegar al coronavirus pulverizando su récord histórico de visitantes

Entonces, Cantabria se coronó como la comunidad autónoma con mayor ocupación hotelera -junto con la vecina Asturias- convirtiéndose, de esa manera, en el destino vacacional preferido por los turistas.

De acuerdo con las cifras publicadas el lunes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los establecimientos extrahoteleros de la región -casas rurales, apartamentos y campings- sumaron ese mes 543.845 pernoctaciones, lo que significa un 12% menos que en julio de 2019. Considerando que en el conjunto del país la caída fue del 49%, bien se puede decir que las pérdidas ocasionadas por la pandemia en este tipo de alojamientos fueron aquí, en Cantabria, mucho menores de las inicialmente contempladas.

Y conforme a los datos recabados por este mismo organismo, los establecimientos hoteleros -hoteles, hostales y pensiones- recogieron del arranque del verano 299.345 pernoctaciones, lo que supone un 27,16% menos que en el mismo mes de 2019. El descenso en este caso fue bastante más pronunciado, cierto, pero teniendo en cuenta igualmente los números nacionales, que revelan que las pernoctaciones hoteleras se desplomaron un 73,4% el pasado mes de julio, bien se puede afirmar también que el quebranto económico producido en este tipo de alojamientos a causa de la crisis sanitaria ha sido sensiblemente inferior al que los empresarios del sector calcularon en junio.

Aún sin los datos hoteleros correspondientes al mes de agosto, que ella asemeja a los de julio, la consejera de Turismo concluye que si de lo que se trataba era de capear el temporal, la industria turística lo ha obrado. «El verano está salvado», asegura Marina Lombó remitiéndose a los indicadores más fiables que hay sobre el movimiento turístico de Cantabria.

Considerado un medidor certero del flujo turístico de la región en cualquiera de sus campañas, el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, que en el mes de julio recibió a 118.616 visitantes superando en casi treinta mil a los del mismo mes del año anterior (89.920), acogió durante agosto a un total de 160.523 turistas para pulverizar su récord histórico (156.089).

«Extraordinario», este dato «nos permite hacer una radiografía de lo que ha sido la temporada de verano en Cantabria», afirma la consejera, que piensa que si el recinto animal va bien, el turismo en la región va bien. «Hicimos una apuesta por el turismo familiar y nacional para impulsar en lo posible el sector y creo que el tiempo, y las cifras, nos han acabado dando la razón», se complace Lombó, que a la vista de los resultados obtenidos entiende que el mensaje lanzado al exterior sobre la seguridad que Cantabria ofrecía a sus visitantes ha calado.

«El parque es un buen termómetro», coincide la directora general de Turismo, Eva Bartolomé, que se muestra muy satisfecha con la temporada veraniega «si nos comparamos con el resto de España», matiza.

«Creo que en Cantabria tenemos razones para estar contentos, más aún después de pensar que la pandemia iba a dejarnos un verano catastrófico», dice. «Los datos de ocupación hostelera han sido bastante buenos para lo que podían haber sido», analiza la directora de Turismo, que, lo mismo que la consejera, pone en valor algunos aspectos. «La credibilidad del mensaje que hemos transmitido al exterior de que Cantabria era un destino turístico seguro, nada masificado, y las buenas temperaturas que hemos disfrutado han sido determinantes», cree Bartolomé, para quien este ha sido, sin duda, «el año del turismo rural» como así lo reflejan los datos.

Con todo, dice para concluir, «el objetivo era que las empresas del sector pudieran recuperar a parte de sus trabajadores y generar un colchón económico para lo que pueda venir más adelante y creo que entre todos lo hemos logrado. En definitiva, «reactivar los motores turísticos de Cantabria en un momento tan delicado como este».

En la misma línea valorativa que trazan los responsables políticos, o bastante parecida, al menos, los portavoces de los distintos colectivos empresariales del sector admiten que la campaña veraniega ha ido, a su juicio, mejor de lo que esperaban.

«Si nos dicen en junio que vamos a trabajar como lo hemos hecho, no nos lo creemos», aseguraba ayer a este periódico el presidente de la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria, Ángel Cuevas, que reconocía abiertamente que los números dan lo suficiente como para estar contentos.

«En conjunto, estamos ligeramente mejor que el año pasado, porque el incremento del turismo nacional ha compensado la caída del extranjero, que aquí es poco representativo».

También está moderadamente satisfecho el presidente de la Asociación de Turismo Rural, Jesús Blanco. En su ámbito estaban puestas las mayores expectativas «y ha estado bien para como se presentaba». Dice que la actividad, paralizada en junio, se recuperó a principios de julio «con una muy buena ocupación», aunque sin llegar a los números del año anterior. De agosto sabe que arrancó «francamente bien» para flaquear en el último tramo. Con todo, afirma el empresario, «creo que hemos salvado una temporada que claramente pudimos haber perdido».

Como Cuevas y Blanco, el presidente de la Asociación de Campings de Cantabria, Pablo Alonso, que en su caso reconoce que «ha sido el peor verano de mi vida a la hora de trabajar» dadas las dificultades logísticas que ha tenido que superar en su negocio, se consuela comparando los buenos resultados finales con las catastróficas previsiones iniciales. «No nos ha ido tan mal como nos pensábamos en el mes de junio. Hemos logrado salvar el verano, aunque mucho me temo que lo que no vamos a salvar es la temporada. Esa ya no se remonta», lamenta el empresario.