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Desde el pasado otoño, todo lo bueno, malo o regular que ocurra en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, el teleférico de Fuente Dé o la estación de esquí de Alto Campoo es su responsabilidad. Después de cuatro años como director general de Servicios ... Generales y Atención a la Ciudadanía, Bernardo Colsa (Santander, 1970) dejó hace tres meses un puesto «fundamental, pero discreto» en el Gobierno regional para volver a la empresa pública que gestiona las instalaciones turísticas regionales, donde ya trabajó al frente del Museo Marítimo del Cantábrico. Lo hace con la idea de mantener el espíritu con el que nació Cantur, primando la calidad de los servicios a la búsqueda infinita de usuarios y con un lema: «Antes de actuar hay que pensar, pero no dejemos de actuar por pensar».
-No es nuevo en la administración, pero acaba de llegar a Cantur. ¿Qué se ha encontrado? ¿Cuál es la situación económica?
-Trabajé aquí y ya la conocía, pero en diez años ha avanzado bastante. El día a día es complicado porque cada instalación tiene su componente particular que las hace muy distintas entre sí. Lo que tienen todas en común es que defienden la marca turística de Cantabria. Y, económicamente, la empresa está bien.
-Cabárceno es rentable, pero otras empresas son deficitarias. ¿Qué hay que cambiar?
-Como empresa pública, desde la responsabilidad de la gestión del dinero de todos, podemos permitirnos ciertas cuestiones como esas siempre que se cumpla nuestro objeto social. La privada no se podría permitir invertir en intangibles como la calidad de la marca turística. Sin hacer locuras, tenemos que seguir generando riqueza en territorios de montaña. En Alto Campoo se estima que, por cada euro que se gasta una persona, se generan entre ocho y diez euros en la zona. La gestión tiene que ser eficiente y, si ganamos dinero, mejor. Pero ese no es el objetivo.
-¿El Plan de Obras 2018-2020 de 14 millones de euros tenía que ver con ese esfuerzo de conseguir una mayor rentabilidad?
-Las ocho instalaciones tienen que estar actualizadas y adaptarse a las tendencias modernas, que no son las mismas de hace 15 años. Había instalaciones anticuadas y que generaban problemas, por eso se hizo. Y sigue pasando. Por eso en 2020 vamos a iniciar obras por importe de 8 millones. Es una inversión constante.
-De hecho, nada más llegar a la dirección, el actual responsable de Alto Campoo dijo que había muchas cosas obsoletas.
-Sabemos que tenemos que invertir en remontes, en maquinaria... En la estación de esquí y en el resto lo que no se puede es hacer un plan de obras sin horizonte. Tenemos que saber qué queremos ser. ¿Queremos que Alto Campoo pierda sus señas de identidad? Es una estación familiar, ideal para los que se quieran iniciar en deportes de invierno y de fácil acceso. No vamos a ser nunca Astún (Huesca), pero es que tampoco queremos serlo.
-¿Y cuál es el horizonte de Cabárceno?
-¿Queremos que sea un centro que potencie la recuperación de la fauna y la educación, o simplemente una exhibición de animales? Los zoos urbanos están desapareciendo. No podemos ser un mero lugar de visionado de animales. Se pueden hacer cosas como potenciar la protección y la investigación en protección, y convertir a Cabárceno en un referente para la salvaguardia de especies en peligro.
-¿Cómo se hace eso?
-Hemos hablado con los alcaldes de Penagos y Villaescusa y tenemos la idea de sacar adelante el PSIR de Cabárceno, teniendo muy claro que tenemos que evolucionar. Antes de hacer nada tendremos que pensar y repensar en los próximos meses para empezar un camino hacia el futuro. No podemos permitirnos el lujo de cambiar cada cuatro años por luchas cainitas y egos.
-El informe técnico que se hizo público la pasada legislatura sobre el mal estado de algunos recintos generó mucha alarma.
-A veces no hay que hacer tanto caso a informes que no están lo suficientemente pulidos. Es cierto que hay instalaciones que están obsoletas. Hay que reformarlas y sacarlas adelante. Pero de ahí a decir que el parque se cae abajo... La principal queja de los visitantes no son las instalaciones. Tienen que ver con que no han podido ver un animal o con las colas. Ya se han hecho cosas a ese respecto y estamos trabajando en un sistema inteligente de gestión de las colas.
-Cuando el consejero Martín inauguró la telecabina de Cabárceno (ideada por el PP) se mostró muy escéptico por sus implicaciones económicas. ¿Ahora esa impresión es la misma?
-El contrato tiene muchas aristas. Incorpora un activo al parque, pero a Cantur le repercute en sus cuentas porque parte de la entrada va a la adjudicataria. Pero ya está instalado y hay que adaptarse. Y trabajar con los adjudicatarios en la mejora continua para que tenga repercusión positivamente en el visitante. ¿Qué más da si yo hubiera hecho ese proyecto o no?
-Las visitas no dejan de crecer.
-En noviembre ya superamos en Cantur los usuarios de 2018. ¿Hace falta más gente? ¿Queremos que vaya más gente al teleférico de Fuente Dé? Es un lugar sensible, un parque natural. Tenemos que ser corresponsables con el tesoro que tenemos y debe haber una gestión ordenada. Lo importante es mejorar la calidad. Y de eso tenemos que ser conscientes todos los trabajadores de Cantur, porque gestionamos la imagen de Cantabria. Otro de los grandes esfuerzos que haremos será el de la formación del personal.
-¿Sabe que los montañistas, por sus horarios, dicen que Fuente Dé piensa mucho en el turista y poco en ellos?
-En mi juventud, cuando acababa los exámenes, iba siempre 15 días a disfrutar de Picos. Entonces se decía que el teleférico era el enemigo del montañero. También se dice ahora, pero los tiempos han cambiado y creo que puede ser el aliado. Todo es congeniable y tenemos que dialogar sobre los horarios. También porque en Liébana hay muchos empresarios del deporte de aventura que están dispuestos a trabajar con nosotros por el bien de las dos partes. Nosotros somos los que tenemos que dar condiciones para que se expanda el mundo privado. No podemos hacer todo, ni queremos hacer todo. Estamos aquí para generar riqueza y para que las personas que tienen iniciativas las desarrollen alrededor de la instalación. Eso también tiene que ver con la estrategia de lucha contra la despoblación.
-Cantur lleva años intentado sin éxito adjudicar el uso del restaurante de Peña Cabarga, ¿por qué?
-Hay instalaciones que parecen malditas. Es el mejor mirador de Cantabria, pero tiene algunas dificultades como las entradas de borrascas y el pico se tira tapado 250 días al año. Creo que tiene que ser un referente. Hubo un proyecto extraordinario de un teleférico desde Cabárceno que se desechó en 2011 para hacer lo que se hizo. Desde ese proyecto se podría trabajar. No para recuperarlo, pero sí con la idea de unir de alguna forma ambas zonas. O con el Castilnegro, en la misma sierra, que es un castro cántabro con un gran valor.
-El alcalde de Vega de Pas sigue insistiendo en la idea de construir un teleférico.
-A mí no me ha dicho nada todavía. Una cosa es el deseo y otra la realidad. Miradores en lugares donde el índice de lluvia y nubes es tan grande... Pero todo es estudiable. Para la comarca pasiega hay proyectos más interesantes como las sendas verdes o la recuperación del túnel de La Engaña. Creo que hay una marca que debiera explorarse más: la Reserva de la Biosfera. Creo que eso no se ha entendido bien, al contrario que en Liébana, y allí también hay alcaldes de varios partidos. Seguro que el teleférico se pide con cariño, pero igual no es viable.
-¿Qué papel puede tener Cantur en la recuperación de La Engaña?
-Es una cuestión de justicia histórica. La pasieguería tiene un potencial extraordinario desde el punto de vista cultural, histórico y patrimonial. Es un lugar cada vez más frecuentado por personas que buscan turismo de aventura. Hay que darles opciones, pero sin perder la identidad de la zona. Y esa identidad también la marca el paisaje. Hagamos un producto que no rompa la armonía.
-Cuando le nombraron a usted y al resto de responsables de empresas públicas la oposición dijo que el concurso de méritos era un paripé.
-Las empresas públicas siempre han sido el pimpampum de los partidos. Cuando un partido está en la oposición dice una cosa y cuando está en el Gobierno, otra. Aquí hubo un respeto escrupuloso a la norma y poco más hay que decir. Han pedido documentación y, si ven algo que no encaja, que lo digan.
-¿Qué le parece cuando esos partidos dicen que Cantur es una «agencia de colocación de amiguetes»?
-Estuve en la comparecencia de la consejera Marina Lombó en el Parlamento y escuché cada cosa... No es nada justo. Cantur se creó en 1969. Es preexistente a la autonomía. No es el capricho de ningún político ni ningún partido. Otra cosa es que haya crecido en la medida que ha crecido Cantabria. Los discursos demagógicos se alimentan muy bien en las barras de los bares, pero no tienen que ver con la realidad.
-Cantur ha vivido épocas de convulsión. El procesamiento de sus responsables por malversación, irregularidades en la contratación o la gestión, conflictos laborales... Parece que ahora ya han terminado las visitas a los juzgados.
-Tenemos una pendiente con trabajadores. Es un asunto laboral, cosas que pasan en la pública y en la privada. Hay incidencias de ese tipo todos los días, pero es normal porque aquí trabajan casi 500 personas.
-A su antecesor, Javier Carrión, también nombrado por el PRC, los empleados le achacaban «prácticas autoritarias».
-Cada parte tiene su opinión. El cambio de personas ya implica un cambio de ambiente. A veces para bien y a veces para mal. La gente siempre está expectante de lo que hacen los que llegan. Yo lo único que ofrezco es trabajo, compromiso y escuchar a todo el mundo. Todo el mundo, si mira al pasado, encuentra problemas, pero yo estoy para gestionar el presente y el futuro.
-La relación del director de Cantur y el comité de empresa no suele ser fácil ¿Ha empezado con buen pie?
-He hablado con ellos y anunciamos la idea de afrontar el convenio colectivo a primeros de año y de realizar una relación de puestos de trabajo reglada dentro de Cantur. Ellos plantean sus inquietudes, como es su obligación.
-Hace cosa de un año Cantur sufrió un ciberataque y fue robada una gran cantidad de información interna sensible.
-Fichas de proveedores, contabilidad, casos jurídicos... Suena como a película, pero aquello fue tremendo e hizo mucho daño. La dirección anterior puso medios para tratar de recuperar los datos con una empresa externa. Nos han entregado un primer paquete de información recuperada. Trabajamos con la opción de recuperar todo o perder algo. Pero la empresa no ha estado quieta.
-¿Qué se sabe del origen?
-Nada. Está la denuncia puesta ante la Policía, por supuesto. Y lo están investigando. Lo que importa es que el daño está hecho y que se han tomado las medidas para que no vuelva a pasar. Le pasó a Cantur, pero también le pasa a empresas privadas y a grandes gobiernos. La recomendación que se hace siempre es no ceder a estos chantajes y no pagar.
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