![Limpieza. Un trabajador fumiga una de las áreas de la instalación donde se concentran la mayor parte de los empleados para evitar contagios de coronavirus.](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202004/10/media/cortadas/54501495-kdb--984x695@Diario%20Montanes.jpg)
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Una imagen atípica. Cuando lo habitual sería una inmensa hilera de coches que se apelotonan en la entrada del Parque de la Naturaleza de Cabárceno en plena Semana Santa, el vacío que se observa estos días es inquietante. El coronavirus ha eliminado el sonido de los visitantes y del tráfico rodado y, desde la puerta principal, sólo se escucha el sonido de la naturaleza en su máximo esplendor. Cantos de pájaros y... ¿de leones marinos?
Estos mamíferos son la primera parada, una vez pasada la entrada al parque. Allí siguen los entrenamientos con su cuidador, Julio Engonga, mantienen su alimentación y juegan entre ellos. Todo sigue la rutina de un día normal en la instalación, pero con la imagen atípica de tener las gradas de su piscina vacía de un público que les contemple y anime. El jefe de los servicios veterinarios de Cabárceno, Santiago Borragán, asegura que se está manteniendo el ritmo de vida de los animales. «No hemos cambiado nada. A los animales les atienden los mismos cuidadores, hacen las mismas maniobras de limpieza y comen a las mismas horas».
No obstante, tanto los leones marinos como el resto de animales que viven en el régimen de semilibertad se han percatado de la ausencia de visitantes y están «más tranquilos». «Notan que no vienen personas y están menos nerviosos. Sucede como está pasando en la naturaleza, que vemos que los corzos, las aves y otras especies se están acercando más a la ciudad y van más tranquilos».
Esta tranquilidad también se la transmiten sus cuidadores de confianza que, a pesar del confinamiento decretado por la pandemia del coronavirus, siguen con su trabajo para no alterar los hábitos de vida de los animales. Bernardo Colsa, director de Cantur, señala que Cabárceno lleva cerrado desde el día 13 de marzo. «Ese mismo fin de semana establecimos unas cuadrillas para mantener el trabajo esencial, que es el cuidado animal. A día de hoy, de las 152 personas que tenemos en plantilla fija, están viniendo a trabajar unas 25 personas y tenemos en retén a otras 63».
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Esos empleados se han organizado en tres cuadrillas y trabajan cuatro días seguidos para después descansar ocho. «Se ha decidido así de manera que, si algún trabajador queda infectado, esa cuadrilla entraría en cuarentena y trabajaría la siguiente». Cada grupo está formado por 16 cuidadores de animales, además de un veterinario, un preparador de comida y alguna persona de mantenimiento. Todos ellos se mueven de forma aislada y en coches separados para realizar sus tareas. Además, el director del Cabárceno, Miguel Otí, señaló que hay dos personas que están desinfectando tres veces por semana los espacios donde han estado trabajando los empleados siguiendo un protocolo estricto.
Estos días, el operativo de limpieza se ha focalizado en el almacén general del parque, ubicado dentro de la campa de los elefantes. «Es una zona donde se concentran muchos trabajadores porque se carga y se descarga todo el forraje», señaló Otí. La limpieza se lleva a cabo con unas pistolas de agua con lejía, una mezcla que no afecta ni a personas ni a animales. «También se desinfectan la zonas de vestuarios, la entrada al parque o el almacén de la fruta».
Precisamente, aprovechando que sus compañeros inician el protocolo de limpieza, Borragán comienza a dar de comer a 'Luena', una de las elefantas benjaminas del parque. En apenas cinco minutos devora la cesta de manzanas que le han preparado. «Lo ha hecho genial y eso que a mí me tiene manía porque la he puesto tres inyecciones y se acuerda de todo», apunta el veterinario. Lo de la memoria de elefante parece no ser un mito.
La siguiente parada de Borragán es el área de los camellos, donde debe dar el biberón a las últimos crías del parque, 'Félix' y 'Felisa'. «Les llamamos así porque nacieron el 14 de marzo, el mismo día que Félix Rodríguez de la Fuente», explica.
El trayecto continúa desde el área de los camellos hasta el de las aves rapaces. Se hace cortísimo. Sin tráfico, ni atascos que esquivar y aparcando delante de la cafetería, el anfiteatro donde volaban las águilas -uno de los puntos de mayor concentración de visitantes- está totalmente vacío.
Impotente y, ante la atenta mirada de varias águilas imperiales y del águila calva americana, Otí lamenta que el cierre del parque por la crisis del coronavirus ha afectado duramente a la recaudación. «El 25 o 30 por ciento de las visitas del año se producen en Semana Santa. Si no hay público, no hay ingresos y eso nos puede llevar a una situación desagradable». En este sentido, Colsa recordó que «Cabárceno estaba funcionando muy bien hasta el 12 de marzo, con cifras de récord históricos en enero y febrero, y marzo tenía pinta de ser parecido». Además, el director de Cantur destacó que el año pasado, desde el sábado antes del Domingo de Ramos hasta el Lunes de Pascua, el parque recibió 49.500 visitas. «Y todas esas personas no van a venir este año. Imagínate la dimensión económica...». En otros números, eso significa entre 1,1 millones y 1,3 millones de euros que no se ingresarán en las arcas de la empresa pública estas vacaciones.
El problema se agudiza porque «las nóminas de los empleados de Cantur viene directamente de la venta de entradas de sus atracciones turísticas» pero, por el momento, el Parque no para. Mantiene su actividad. Esta semana está planificado un tratamiento para la piel de los antílopes. «La rutina es la misma que si hubiese visitantes», recuerda Borragán.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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