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Dibujan un mapa dividido por colores que van del gris al rojo. Los indicadores para determinar el nivel de alerta sanitaria se han convertido en los protagonistas de la pandemia porque marcan el nivel de riesgo por territorio. Son esos umbrales que sirven al Gobierno ... de Cantabria para pisar el acelerador de las restricciones o aliviar las medidas. La comunidad autónoma, de momento, está en naranja. Sin embargo, por municipios, hay tres dentro del grupo con más de 5.000 habitantes que ya están en riesgo extremo por covid: Reinosa, Cabezón de la Sal y Polanco.
En los tres territorios la incidencia acumulada a 14 días supera el umbral de riesgo extremo. Es decir, nivel 4 de alerta sanitaria. En este indicador epidemiológico, Cantabria permanece de momento en el 3 (157 casos). Según los últimos datos recogidos por el Icane, en Reinosa la incidencia a dos semanas es de 368 casos por cada 100.000 habitantes. Con más de 250 se entra en el último escalón de riesgo. Lo mismo ocurre en Cabezón de la Sal. El dato se sitúa ya en los 275 casos, por encima del límite. Y en Polanco es de 252. Sólo este último tiene una incidencia a siete días más baja. En el resto la conclusión es la misma. Con 257 y 215 superan la barrera de los 125 (riesgo extremo).
Ante estos datos, los alcaldes de los municipios tienen claro el mensaje que quieren trasladar a los vecinos: es fundamental «no relajarse». Ese y que confían en que pronto los números vuelvan a bajar tras haber repuntado en las últimas jornadas. Hace una semana Cabezón de la Sal registraba una incidencia a 14 días de 95 casos y Reinosa de 167, lo que les dejaba fuera del color rojo. Sin embargo la de Polanco era entonces de 454. Cerca del cierre.
«Aunque hemos tenido momentos con números alentadores que invitaban al optimismo, ahora estamos pasando por más dificultad», reconocía ayer a El Diario Montañés José Miguel Barrio, alcalde de Reinosa. No hay un foco concreto ni un motivo claro detrás de las cifras, pero el regidor sí quiso hacer un «llamamiento a las conductas individuales». Es en entornos de confianza y con gente conocida donde se relajan las medidas sanitarias que no han dejado de ser la primera barrera contra el covid. «Sé que hay un compromiso, pero quiero reforzar el mensaje», subrayó Barrio.
Allí hubo un susto en diciembre cuando se registró un brote en la residencia de personas mayores San Francisco I que obligó a trasladar a varios usuarios del centro al hospital Tres Mares y al centro covid entonces ubicado en Suances. Esta vez, durante los festivos de Semana Santa «se ha notado menos gente», razón por la cual el alcalde no está seguro de que la movilidad en estas fechas haya sido el motivo de los contagios.
«Uno de los grandes problemas puede venir del seno de las familias». En este sentido Barrio recalca convencido que «no es problema de la hostelería». El mismo comentario traslada Víctor Reinoso, al frente del Ayuntamiento de Cabezón de la Sal: «El mensaje a los vecinos es que hay que seguir con las medidas sanitarias. No relajarse y tener precaución». El regidor espera que las cifras vuelvan a descender a lo largo de estos días, una vez se recupere la actividad normal tras las vacaciones de Semana Santa. El municipio es cabecera de comarca y eso lo convierte en el centro de «toda actividad de disfrute», opina. Porque allí «baja la gente» a hacer la compra, realizar deporte o tomar algo con amigos. Y esa, sumado a otros tantos aspectos como, por ejemplo, la relajación acumulada después de un año en crisis sanitaria, puede ser la razón del repunte. Por ahora no tienen conocimiento de ningún brote activo ni Sanidad se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento, así que sólo queda pedir a los vecinos «extremar el cuidado» y esperar a que los datos muestren poco a poco cierta mejoría.
Polanco fue uno de los cuatro municipios que quedo confinado perimetralmente durante dos semanas a finales de enero. Aquella vez se adoptó la medida porque «los focos estaban más repartidos», explica su alcaldesa, Rosa Díaz. Ahora, tres meses después, ha estado a punto de volver a ocurrir, cuando la incidencia se situó casi en los 500 casos. Pero esta vez los puntos estaban «localizados» y no hizo falta.
Aún así, el dato recuerda que «no podemos relajarnos». Sobre todo en los «encuentros familiares y sociales» que es donde la gente baja la guardia. Lo dice la «experiencia». Tras un año de pandemia «sé que estamos cansados, pero hay que mantener la alerta y hacer un esfuerzo, aún nos quedan meses por delante», añade la regidora.
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