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La 'cadena de la leche' y sus historias de bebés milagro
Día Mundial de la Donación de Leche Materna

La 'cadena de la leche' y sus historias de bebés milagro

El Banco de Leche de Cantabria ha proporcionado biberones a más de 300 recién nacidos en Valdecilla desde su creación en 2017

Ana Rosa García

Santander

Domingo, 19 de mayo 2024, 07:19

Nada tienen que ver las donantes de leche materna actuales con las antiguas nodrizas, que siglos atrás, sobre todo en los valles pasiegos, asumían la función de amamantar a hijos ajenos. Salvo en lo más importante, que su preciada leche, aporte básico de nutrientes y anticuerpos, llegue a recién nacidos cuyas madres no pueden ofrecérselo. Hoy en día esa labor es totalmente altruista, se compagina con la lactancia propia y ni siquiera se conoce al destinatario de esa donación, que sigue un cuidado proceso de extracción, recogida y almacenamiento a cargo del Banco de Leche de Cantabria, que es el que administra los biberones a la Unidad de Neonatología de Valdecilla para que ese alimento, que es casi un medicamento, ayude a sacar adelante a bebés prematuros, a veces nacidos en el límite de la vida.

Desde la creación de esta estructura, en 2017, han sido más de 300 los pequeños que han recibido leche materna de donantes de la región. Solo el año pasado fueron 62. Doce de ellos pesaron al nacer menos de 1.500 gramos de peso tras partos tan precipitados que ni siquiera habían llegado a la semana 32 de gestación. Son los prematuros extremos, que viven sus primeros meses fuera del útero rodeados de cables y, muchas veces, de complicaciones, al calor de una incubadora, bajo la supervisión permanente de los profesionales de la UCI neonatal, y la inquietud de sus padres. Ese grupo es destinatario prioritario de leche materna de donante, cuando la lactancia natural no es posible o es insuficiente, junto con los recién nacidos que, aún superando ese peso mínimo y las 32 semanas de embarazo, también han llegado de forma tan temprana que requieren de cuidados intensivos.

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Captación

Las madres dispuestas a donar su leche pueden informarse en el pabellón 13 de Valdecilla, sede del Banco de Sangre. Mediante cita previa, se les realizará una entrevista inicial, una analítica y se les pedirá la firma del consentimiento informado. La donación, voluntaria y altruista, está abierta a todas las mujeres con lactancia consolidada y buena salud.

Conservación en casa

Realizado el registro, se entregará a las madres el material de préstamo para una recogida segura (sacaleches eléctrico, bolsas de esterilización, frascos para guardar la leche en el congelador y una bolsa isotérmica para la entrega), así como una guía con recomendaciones para la correcta extracción y conservación (-20º).

Traslado

La recogida de la leche congelada se realizará a domicilio cada dos o tres semanas para su traslado al Hospital de Liencres, sede del Banco, donde será procesada y almacenada. Mantener la cadena del frío es fundamental para garantizar la calidad de la leche humana, por eso entre el material entregado se incluye una bolsa nevera y unos acumuladores de frío.

Procesamiento

La leche materna recepcionada en Liencres se registra y es sometida a un control de calidad antes de pasteurizar, siguiendo estrictos protocolos de seguridad. Una vez obtenidos los resultados del análisis microbiológico y nutricional, se etiqueta y se guarda en el congelador hasta su distribución al hospital. Tiene una caducidad de tres meses.

Destino

La Unidad de Neonatología de Valdecilla (UCI neonatal) es la que gestiona las tomas de leche donada entre los bebés prematuros (se prioriza a los de menos de 1.500 gramos de peso o que han nacido antes de la semana 32) o con otras patologías ante la falta o insuficiencia de lactancia materna. Desde 2017, más de 300 recién nacidos han recibido biberones del Banco de Leche.

AUX STEP FOR JS

Con motivo del Día Mundial de la Donación de Leche Materna, que se celebra hoy (19 de mayo), esta semana se organizó un homenaje en Valdecilla para agradecer el esfuerzo de esas mujeres que contribuyen con su gesto a dar energía a auténticos bebés milagro. Entre 2023 y 2024 fueron 56 las madres que, al tiempo que amamantaban a sus hijos, donaban parte de su leche para que en las neveras del Banco, situado en el Hospital de Liencres, en las dependencias del Banco de Sangre y Tejidos, no falten biberones para esos neonatos que luchan cada día por aferrarse a la vida. Entre todas, donaron más de 200 litros de leche, «la mejor medicina» para los delicados pacientes de Neonatología, ya que sirve de protección frente a enfermedades respiratorias, mejora la tolerancia alimentaria, la inmunidad y el neurodesarrollo, como destacó la pediatra Estíbaliz Alegría en su intervención, recordando que siempre se indica la leche materna de donante «bajo prescripción médica» y «con el consentimiento de los padres».

Cifras de 2023

62 bebés

recibieron leche donada.

203 litros

de leche materna se han donado.

De las motivaciones para apuntarse como donante hablan en este reportaje Miriam Begoña Arenas y María Ángela Anania, dos de las protagonistas de esa acción solidaria que ayuda a salvar vidas como la de Andrea y Sienna, dos pequeñas que fueron 'vecinas' de incubadora en Valdecilla y que, a punto de cumplir los dos años, son la alegría de sus casas. Dos «milagros» con nombre propio, que vinieron al mundo en la semana 26 de embarazo (sexto mes), como cuentan a este periódico sus madres, Gema Rodríguez y Claudia Álvarez, respectivamente. Ambas comparten su agradecimiento a todas esas mujeres que, a la vez que daban el pecho a sus hijos, sacaban tiempo para dedicarlo al sacaleches y llenar recipientes con destino al Banco. Para formar parte de esa gran familia de donantes, solo hay que pasar una entrevista personal y una analítica para comprobar que su estado de salud es bueno. A partir de ahí, la extracción se realiza en casa, con el material proporcionado por el centro, que incluye un sacaleches eléctrico, y se congela hasta que se procede a la recogida a domicilio para su traslado al Hospital de Liencres, donde se realizan las pruebas pertinentes para garantizar la calidad y la seguridad, y se procede al proceso de pasteurización y almacenamiento. Último paso antes de que esa leche viaje a Valdecilla para preparar las tomas de los recién nacidos más frágiles. Un regalo para la vida.

«Mi primer hijo nació en el confinamiento, aún así quise ser donante, y repetí con el segundo»

Miriam Begoña Arenas Madre donante de leche

«Mi primer hijo nació en el confinamiento, aún así quise ser donante, y repetí con el segundo»

«Siempre tuve claro que quería ser madre y dar el pecho a mis hijos», declara Miriam Begoña Arenas, que a sus 32 años tiene dos pequeños (Rubén, de 4 años, que «nació en pleno confinamiento», y Raúl, de dieciséis meses). Lo que no tenía planeado era ser donante de leche, porque además tuvo un «comienzo difícil» con la lactancia, pero cuando vio el cartel en el hospital del Banco de Leche, «no lo dudé, porque tenía superproducción». Además, su primer embarazo supuso «que no me renovaran en el trabajo, así que hice mi rutina diaria y estuve dos años donando. Al principio me vino bien, tenía la cabeza en algo importante y me resultaba muy satisfactorio poder ayudar», sobre todo cuando «conoces historias de bebés prematuros que se te encoge el corazón». Pero reconoce que «al empezar a trabajar de nuevo, ya era más complicado seguir donando».Aún así, tras su segundo embarazo, decidió «repetir la experiencia», aunque esta vez «no pude prolongarla tanto y fue menos cantidad.Me dio pena tener que dejarlo, pero con dos niños ya no tienes tanto tiempo para sacarte leche, con el cuidado proceso que hay que cumplir, además de que si en algún momento los pequeños están malos tienes que interrumpir la donación, y también eso me ha coincidido varias veces», explica la joven, natural del País Vasco y residente en Boo de Piélagos.

Mirian ha sido madre dos veces y en ambas ha sido donante de leche. Roberto Ruiz

En esas etapas en las que compaginó su maternidad con las extracciones para el Banco de Leche no han faltado las anécdotas. «Es que me ha pasado de todo. A los quince días de hacerme donante, tras el nacimiento de mi primer hijo, con toda mi familia en Bilbao en pleno confinamiento, empecé con dolores de tripa, un día tras otro, y resultó que tenía apendicitis. Y en Navidades, por una avería eléctrica en nuestra zona, estuvimos varios días sin luz y perdí 4 litros de leche que tenía en el congelador».

«Andrea pesó al nacer 400 gramos. Había muy pocas opciones, pero fue un milagrito»

Gema Rodríguez Madre de bebé prematuro

«Andrea pesó al nacer 400 gramos. Había muy pocas opciones, pero fue un milagrito»

«Andrea nació con 400 gramos de peso». Solo con ese dato, uno puede hacerse a la idea de la «odisea» que protagonizó y de la angustia de unos padres que pasaron «cuatro meses y medio» al pie de su incubadora en la UCI de Neonatología de Valdecilla. «Cuando la ingresamos, nos daban pocas opciones, pero fue un milagrito», dice su madre, Gema Rodríguez, que casi dos años después rememora aquellos «durísimos momentos» con la felicidad de saber que «hoy es una niña sana y vital». Pero nada más llegar al mundo, aquella bebé diminuta se convirtió en prioridad máxima para el Banco de Leche materna, que prioriza a los grandes prematuros –por debajo de los 1.500 gramos–. «Su mano entera era la mitad de la uña de un dedo. Impresionante. Para nosotros fue un shock. Cuando acudí a Urgencias, embarazada de 25 semanas, pensé que me iban a cambiar una pastilla. Pero no me conseguían controlar la tensión, y eso fue lo que me llevó a la cesárea. Me dijeron, 'si llegas a la semana 26, le das una oportunidad a la niña para sobrevivir'. Y llegamos justo hasta ese momento».

Gema, madre de Andrea, que nació en la semana 26 con apenas 400 gramos de peso. Roberto Ruiz

La pequeña nació de forma tan precipitada que «no pude, aunque lo intenté, obtener la lactancia efectiva. Por eso, cuando me ofrecieron darle leche del Banco, ni me lo pensé. Empezó a tomarla y empezó a mejorar, contra todo pronóstico. Tenía problemas de intestino por la inmadurez, los cirujanos iban todos los días a ver su evolución y al final no tuvieron que operarla». Una noticia «esperanzadora» dentro de aquella larga estancia en la UCI en la que «al principio todo era malo. Un sinvivir». Gema, que durante la primera semana y media ni siquiera vio a su hija, tuvo que esperar más de tres meses para cogerla en canguro por primera vez. «Fue muy bonito». Y posible –añade– gracias a los cuidados del personal de la UCI, «como una familia para nosotros», y «a la leche de donantes, que es oro para los bebés prematuros».

«Decidí ser donante al nacer mi quinto hijo, con los anteriores no había esa posibilidad»

María Ángela Anania Madre donante de leche

«Decidí ser donante al nacer mi quinto hijo, con los anteriores no había esa posibilidad»

¿Quieres ser donante de leche? Cuando María Ángela Anania vio la pregunta en un cartel del Hospital Valdecilla, llamó al teléfono de contacto para decir que sí. «Acababa de nacer mi quinto hijo (David) y con los anteriores no existía esa posibilidad, ya que la menor de los cuatro tiene ahora diez años» y el Banco de Leche se creó en 2017. «Siempre se me cargaban mucho los pechos, con riesgo de mastitis incluso, así que cuando vi la oportunidad de compartir esa leche de exceso, me hice donante», cuenta esta mujer natural de Uruguay que se asentó en Cantabria hace 18 años, cuando su primer hijo era aún un bebé. De su experiencia como donante, que prolongó durante dos años, destaca el apoyo de la enfermera del Banco de Leche, Henar Mª Nates, que «te explica todo y te resuelve las dudas». «Me dieron muchas facilidades para la recogida de la leche». Lo habitual es que sea a domicilio, cada dos o tres semanas, pero «como yo trabajaba, el día de la recogida lo llevaba en la nevera y me lo iban a buscar allí».

María Ángela entregó 25 litros durante los dos años que fue donante de leche materna Roberto Ruiz

Las cosas se complicaron en casa de María Ángela cuando su marido «cayó enfermo. Le detectaron un tumor cerebral. Pensé entonces en dejar la donación, estaba con mucho estrés, pero me recomendó la doctora continuar porque me iba a servir de alivio. Seguí un tiempo hasta que ya tuve que dedicarme al cien por cien al cuidado de mi marido, que falleció el pasado mes de abril, a los 44 años». Pese a las tristes circunstancias que han marcado esta última parte de su vida, se muestra orgullosa de ese diploma que le acredita como donante del Banco de Leche de Cantabria, al que aportó «25 litros». «Estoy encantada de haber ayudado y, de haber podido, hubiera continuado con la donación», a sabiendas de que con su gesto está contribuyendo a dar «energía» a bebés prematuros que luchan por sobrevivir.

«Sienna estuvo tres meses en la UCI y yo apenas tenía leche para media toma»

Claudia Álvarez Madre de bebé prematuro

«Sienna estuvo tres meses en la UCI y yo apenas tenía leche para media toma»

Como madre primeriza, lo último que imaginaba Claudia Álvarez era la maternidad que le iba a tocar vivir. «Tuve una rotura de bolsa, no sabemos por qué, y Sienna nació en la semana 26, con 830 gramos de peso. Parto natural y muy rápido», dice esta joven de 33 años, nacida en Cuba pero residente en Cantabria desde la niñez. Lo siguiente fueron tres meses de ingreso en la UCI neonatal de Valdecilla, en los que «hice todo lo posible por darle mi leche, pero siempre tuve muy poquita. Apenas me daba para media toma», explica. De ahí que su pequeña, «prematura extrema», fuera candidata prioritaria a recibir los biberones del Banco de Leche. «Nosotros tuvimos suerte porque no tuvo complicaciones, poco a poco fue creciendo». Pero en sus primeros días, «la probabilidad de supervivencia era del 50%» y «muchas» las posibilidades de padecer secuelas.

La hija de Claudia, que fue prematura extrema, cumplirá dos años en junio. Roberto Ruiz

Sin embargo, casi dos años después, puede decir que Sienna es otro «milagro» de la naturaleza, una «niña sana» que se alimentó «sobre todo de leche materna de donante». «Entonces yo ni siquiera sabía que existía en Banco de Leche, me pareció algo maravilloso, increíble que hubiera mujeres que, a la vez que amamantan a sus hijos, saquen tiempo para donar el mejor alimento posible para bebés que carecen de ello». Y en aquellos meses de preocupación, viendo a su pequeña al otro lado del cristal de la incubadora, «en los que es difícil sentirse mamá, porque ni la alimentas, ni la bañas, ni la cambias pañales... mi único consuelo es que estaba recibiendo leche materna (nutrientes, anticuerpos...), que el esfuerzo de otras madres, con sus donaciones, estaba ayudando a Sienna a salir adelante». Cuando lo peor quedó atrás y Claudia y su marido pudieron llevarse a su hija a casa «aún hubiera cumplido la semana 37 de gestación si no hubiera dado a luz antes de tiempo».

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