La caja de un camión para comer pese al covid
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La propietaria del bar Raquel habilita un semirremolque para servir comidas ante la imposibilidad de preparar su terraza como comedor cuando llueveLas cajas de los camiones son una suerte de espacio vacío semejante a un lienzo donde cabe todo lo imaginable. Ahí dentro se han dado conciertos, se han montado casas, laboratorios y hasta peluquerías. Es más, con unas cuantas mesas y sillas, una carta que detalle el menú y un poco de decoración navideña, uno de estos gigantescos cajones puede albergar un comedor de restaurante. La prueba de que esto es cierto está en Penagos, en el bar Raquel -de cuya comida casera dan buena cuenta a diario decenas de camioneros, ganaderos y obreros de la zona- donde lo han puesto en marcha para sortear las restricciones impuestas por Sanidad a la hostelería en tiempos de pandemia.
«Con las normas del covid no podemos meter a la gente dentro, y las mesas que tengo en la terraza para dar de comer se empapan cuando llueve porque no lo tengo bien acondicionado para el agua, así que tuve que reinventarme. O encontraba una solución o dejaba de dar comidas», cuenta Raquel Argumosa, la mente de la que nació este ingenio.
Lo puso en marcha por primera vez el 19 de noviembre y lo mantuvo tres días, cuando diluvió varias jornadas seguidas. «He intentado en varias ocasiones acondicionar la terraza para la lluvia, pero aquí se levanta tanto viento que lo destroza todo», explica. Y la solución estaba cerca de casa. Raquel pidió ayuda a un camionero de la zona, que tenía uno de estos semirremolques parados, lo tomó prestado y lo acondicionó como comedor. «Ahora, en diciembre, lo monto otra vez porque avanzan días de mucha agua, así que lo mantendré por lo menos 15 días que me prestan este semirremolque», cuenta la dueña, que desde ayer vuelve a tenerlo funcionando.
Una plataforma escalonada da acceso cómodo al cajón, donde están dispuestas siete mesas con capacidad para once comensales, siempre manteniendo las distancias. Unos lazos rojos y espumillón tapan las columnas metálicas y le dan un toque navideño; y unos altavoces funcionan con un tímido hilo musical que ambienta el espacio.
En el punto de acceso unas flores decoran un cartel con el menú: paella mixta, alubias blancas, garbanzos con pulpo, ensalada mixta, sopa de cocido y menestra de verdura, como primer plato. Palometa a la plancha, callos caseros, redondo de ternera, filetes de lomo, croquetas caseras, filete de ternera y asadurilla casera, de segundo. Y de postre, mousse de limón, flan de queso, cuajada con miel, tarta de la casa, yogur, natillas o arroz con leche. Un surtido nutrido donde elegir, y todo por 11 euros que incluyen el café.
«Nos da igual que sea en el comedor, en la terraza o aquí. Lo importante ha sido siempre la comida, que es casera y está buenísima», cuenta Juan Pérez, que lleva años comiendo en el lugar cuando vuelve a casa tras pasar por el Ferial de Torrelavega. «Hará lo menos diez años que vengo a comer, y voy a seguir viniendo. Así que esta idea me parece bien, siempre y cuando sigan funcionando», añade Alfonso Acebo, otro clásico del lugar. Hoy ha comido garbanzos con pulpo y filete de ternera. Sus platos casi estaban servidos antes de que se sentara porque ya conocen sus gustos.
Algunos se quejan del frío, y es que ayer las temperaturas descendieron considerablemente respecto a jornadas anteriores. «Nos ha puesto Raquel una estufa y estamos mejor, pero esto del covid es incómodo porque no son fechas para comer en la calle», protesta Diego Vázquez.
Alguno hace la broma al subir: «Esto está muy inclinado a la derecha, nos vamos a ir cayendo poco a poco», pero en realidad es sólo una pequeña pendiente y está todo pensado. «Es que necesitamos que el agua caiga hacia algún lado cuando llueve porque, si no, se forman bolsas en la lona del techo», cuenta Raquel.
Entre tanto, las camareras, siete en total, suben y bajan platos, postres y bebidas a las mesas. «Esto lo hago por nosotras, porque tengo que mantener la nómina de siete personas, pero también por ellos, los camioneros, los trabajadores. Porque si cerráramos todos, ¿dónde comerían? La vida de todos ellos no es fácil. Hay gente que no encuentra ni dónde ir al baño porque hay muchos negocios cerrados y en estos tiempos difíciles, tenemos que ayudarnos entre todos para estar lo mejor posible», zanja Argumosa.
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Álvaro Machín | Santander
Guillermo Balbona | Santander
Sócrates Sánchez y Clara Privé (Diseño) | Santander
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