La UE califica de nuevo a Cantabria como la quinta región más competitiva de España

La posición cántabra no es una novedad, pero sí un síntoma de confianza. En 2016, los cántabros también ocuparon el quinto lugar en este estudio que se confecciona desde 2010. No obstante, en el ránking general europeo aparecieron en el puesto 164 de un conjunto de 263 regiones analizadas mientras que este año la comunidad ha caído diez posiciones y es la 174 de un total de 268. ¿El motivo? Los países del norte han hecho mejor los deberes y tirado más del carro durante este trienio en materias como la sostenibilidad -por algo Greta Thunberg es sueca- o la innovación -por algo existe Ikea-.

Hay expertos que relativizan el peso de este tipo de baremos. Y es cierto que, a nivel interno, cada país elabora sus propios estudios y no siempre coinciden con el de la UE. De hecho, el realizado en 2018 por el Consejo General de Economistas sitúa a Cantabria en el noveno puesto de competitividad entre las diecisiete comunidades de España. Arroja vectores positivos como el número de adultos inscritos en procesos de formación, la tasa de ocupación femenina y el parque de empresas con presencia en internet. Y otros negativos, como la temporalidad o un dinamismo emprendedor en horas bajas. En definitiva, su análisis incluye factores de detalle que no contempla el trabajo de la UE, que a su vez maneja sus propias referencias.

Pero la principal virtualidad del informe que firma la Comisión es su capacidad de influencia en los Presupuestos europeos; o más exactamente, en el reparto de los fondos de cohesión destinados a limar las desigualdades entre los países de la Unión e impulsar su desarrollo. Es decir, ese dinero que antes servía, por ejemplo, para hacer carreteras -no hay red viaria que no haya conocido el cartel de los populares fondos Feder- y que hoy puede contribuir a financiar la digitalización de una empresa o reducir la huella de carbono. Y como sucede en tantos ámbitos de la vida, encontrarse en los puestos de cabeza implica que te hagan más caso.

Dos puntos positivos del último índice: la estabilidad de que goza Cantabria a nivel europeo y el hecho de que sólo tiene por delante a Madrid, Cataluña y «las dos comunidades que poseen un régimen fiscal propio», destaca la consejera de Presidencia, Interior, Justicia y Acción Exterior, Paula Fernández Viaña, en alusión al País Vasco y Navarra. La consejera se estrenó este miércoles en el plenario del Comité de las Regiones de la UE, un foro clave en la organización de las políticas de cohesión social, económica y territorial que deberán encajarse en el Presupuesto de la Unión para el periodo 2021-2027.

Volvamos al informe. El índice de competitividad en España lo encabezan la Comunidad de Madrid y el País Vasco, a las que siguen Cataluña, Navarra y Cantabria. Son las cinco autonomías mejor situadas en el ránking europeo, pero también son las únicas cuya competitividad supera al resto del país. No es un dato baladí: los expertos en la materia sostienen que es un buen punto de partida de cara a crear una «tierra de oportunidades» para los inversores.

Por detrás aparecen Asturias, Aragón y el resto de regiones hasta terminar en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, que son las que peores resultados cosechan. Europa evalúa conceptos como la innovación, el transporte, la infraestructura digital, la sanidad y el capital humano. A nivel continental, Estocolmo, Londres y Utrech son los líderes. Ya admite la Comisión que la brecha entre el norte y el sur continúa abierta.

«Creemos que nosotros podemos sentirnos satisfechos», sostuvo este miércoles la consejera de Presidencia que, sin embargo, invitó a «no bajar la guardia», especialmente ante los indicadores que alertan de un próximo empeoramiento de la economía. Desde Bruselas, Paula Fernández valoró la importancia de la publicación del índice en el momento en que se debaten los futuros Presupuestos europeos. A su juicio, el proyecto financiero deberá fomentar la «solidaridad entre regiones» y responder al cambio climático y la despoblación, un fenómeno acusado en Cantabria.

Por su parte, el presidente del Colegio de Economistas, Fernando García Andrés, coincide en que «la innovación es una oportunidad para facilitar el crecimiento de las empresas y, por supuesto, la transformación digital, que puede resultar una oportunidad más que un riesgo», aunque él piensa más en «la industria como motor de crecimiento económico por el efecto de arrastre que tiene sobre el resto de sectores».

Llegados a este punto, la pregunta es: ¿Qué ve la UE en Cantabria para cuidarla tan bien? Pues a veces se trata de que ha llegado el tiempo de cosechar lo sembrado. El indicador subraya la importancia del Plan Feder que entre 2014 y 2020 viene alimentando la innovación, especialización y mejora de la eficiencia energética en las pymes. Los expertos europeos también han puntuado el sistema quirúrgico robótico Da Vinci del Hospital Valdecilla, que «está llenando un vacío tecnológico en el sector sanitario», y otros recursos como el simulador de corrientes y el tanque de olas del Instituto de Hidráulica (IH), que califica de «centro de referencia para la ingeniería marítima y costera y una fuente de resultados de investigación fundamentales de interés ambiental y socioeconómico».