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La ola de calor se ha dejado sentir en Cantabria y los termómetros han marcado temperaturas muy inusuales en el norte. Entre las 15. ... 30 y las 16.00 horas los termómetros han superado los 40 grados en varios puntos del sur y el interior, en concreto 40,7 en Ramales de la Victoria y San Felices de Buelna y 40,2 en Tama, 39,3 marcó Villacarriedo. En la costa el calor tampoco ha dado respiro y Santander ha alcanzado los 30,5 grados en la estación meteorológica que Aemet tiene en la ciudad, mientras que la del aeropuerto alcanzaba los 35,2. En Torrelavega llegaron a los 38 y en Castro Urdiales a los 38,7, el punto de la costa con más calor. Esos, los datos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología, porque en los termómetros informales de calles y farmacias no fue raro ver más de 40 también en el centro de Santander. Más frescos han estado en la zona más occidental de la costa, con unos 26 grados en San Vicente que hoy han sabido a gloria. En torno a las cinco de la tarde cambió el bochorno para empezar a nublarse en muchos puntos y se ha levantado viento, sí viento, pero caliente.
La traducción de estos datos han sido playas a reventar -incluso cerradas como si fuera fin de semana- y un calor sofocante que se hacía evidente en grupos buscando las sombras, poca gente en las plazas y abanicos como complemento a las mascarillas.
Álvaro Vigo, controlador de aforo de la Segunda de El Sardinero, miraba la pantalla de ocupación desde la sombra y para comentar que «en una hora, entre las 11.00 y las 12.00 horas, hemos pasado del 18% hasta el 75», la pantalla luce el color rojo de aproximación al aforo completo. Aunque sea jueves, «parece un sábado. Es el día de entre semana de todo el verano que más pronto se ha llenado» añade.
Desde la zona arbolada de la Segunda, Jorge García y Aura Gutiérrez, con sombrero y gafas de sol miran los toros desde la barrera, sentados en un banco a la sombra de un taray, el árbol de esta zona. «Aquí, bajo los árboles corre la brisa y se está maravillosamente». Saben que hay una ola de calor y no les apetece nada volver a la meseta, proceden de Palencia.
En cuanto al atuendo afirman: «hay que armarse con todo que sino te acangrejas en dos días». En la misma línea de Álvaro Vigo, que en el momento en el que cierre el aforo tendrá que exponerse al sol sin el escudo de la sombra. «Me voy a torrar», afirma entre risas. En el paseo, hay dos clases de personas: los que llevan mascarilla y los que comen helado. Parece que los segundos están más aliviados.
A las 13.00 horas la Primera del Sardinero lleva una hora cerrada, pero se permite entrar a tanta gente como salga. Diez minutos de cola llevan los primeros. La gente empieza a quejarse al ver que entran personas no estaban haciendo cola. «Que entren todos», dice el controlador como solución. Son unas 30 personas, con ellos dentro la playa marca el 97% y la pantalla vuelve a mostrar una señal de stop. Los siguientes tendrán que esperar.
En la playa trabaja más gente. Los socorristas vigilan el agua, el personal de la Cruz Roja atiende algún golpe de calor, los informadores de las playas piden que se use la mascarilla al salir del arenal y los heladeros se las arreglan con los controladores de aforo para que los bañistas puedan salir a comprarles sin tener que guardar cola de nuevo. «Un día no permití salir a 20 personas que querían un helado porque la playa ya estaba cerrada, pero ya les tengo localizados para que vuelvan a entrar», asegura Pablo Goñi, controlador de aforos.
En el Centro Botin, la imagen no es tan desértica como cabría esperar con una temperatura superior a 30 grados. Uno de los vigilantes está sorprendido: «es el día más caluroso de largo y aún así hay gente». Incluso a la sombra del edificio cuesta olvidarse del calor y la humedad. A pesar de ello, no tiene quejas de la mascarilla: «se sobrelleva bien aunque me sude el bigote, es obligatoria», comenta.
Con tan poca afluencia está zona está muy tranquila. «Nosotros esperamos una gran afluencia a partir de las 19.00 horas», asegura Mario Fuoli, de la heladería Capri, en el Paseo Pereda. Sabe que sus colegas de las playas hoy están haciendo números de fin de semana. Pero comenta que para ellos «es mejor que esté nublado, en días como hoy cuando hacemos toda la caja es por la tarde, al vaciarse las playas», añade. Queda mucha tarde y la ola de calor no ha dejado de hacerse más y más presente a lo largo de la mañana.
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) había lanzado para hoy una alerta por este exagerado calor (naranja en las zonas del interior y amarilla en el litoral) que se mantendrá desde el mediodía hasta la noche. El aviso, ya de nivel amarillo, seguirá vigente mañana en el sur de la provincia durante esas mismas horas.
Según explicó el director de Aemet en Cantabria, José Luis Arteche, este calor extremo es producto de la combinación de las altas presiones que se sitúan sobre Europa con la baja térmica que afecta a la Península y la circulación de aire que provoca. En la alerta de Aemet se especifica además que la Península y Baleares se encuentran bajo la influencia de una masa cálida de origen africano que, unida a la fuerte y prolongada insolación propia de estas fechas, da lugar a esta situación.
Mañana, viernes, las temperaturas se normalizarán tras una caída acusada, de forma que sólo se superarán los 30 grados en algunos puntos del interior (36 en Polientes; 31 en Reinosa, Potes y Ramales).
Ante esta ola de calor, la Dirección General de Protección Civil y Emergencias del Ministerio del Interior hace una serie de recomendaciones para proteger a la población y advierte del incremento del riesgo de incendios. Así, desaconseja una excesiva exposición al sol, como la práctica de ejercicio físico prolongado durante las horas centrales del día, y subraya la conveniencia de protegerse del calor y mantenerse hidratado, precauciones aún más necesarias entre la población enferma y de más edad.
El mes se despide con este drástico ascenso de las temperaturas, que contribuirá a hacer de este julio uno de los más secos de los que se tienen datos, con cifras de precipitaciones muy bajas.
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