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Evocaba recientemente un comerciante santanderino cuando el día de mayores ventas era la víspera de Todos los Santos, jornada de reunión familiar y de estreno. ... El calendario político, en cambio, se guía por referencias más paganas: todo se estrena en vísperas electorales. En el ecuador de legislatura los presupuestos empiezan a oler a asfalto, aunque sólo parece importar quien levantará el dedo para aprobarlos, no tanto su contenido.
La mayor pluralidad política ha provocado una delirante singularidad: Cantabria y Santander están en manos de tránsfugas. Cargos que abandonaron Ciudadanos presionados por una denuncia que ha hecho aguas. Los concejales santanderinos habitan el limbo de los ‘no adscritos’, en forma pero no en esencia puesto que se adscriben al PP –antes y ahora- con voluntariosa docilidad. Desconcierta que ni siquiera suelen poner condiciones para votar lo que ordena la alcaldesa. A éstos –que lo son– los populares no les llaman tránsfugas, como impropiamente hacían con Mantecón. El diputado Carrancio probablemente también hará lo mismo que cuando militaba en Ciudadanos: apoyar el presupuesto. Los grupos políticos no se esforzaron en restarle prebendas parlamentarias, que requieren modificar el reglamento. En Santander se cambió a toda mecha para que Ciudadanos pudiese tener grupo con dos concejales.
Aquí, más tibios, le dejaron estar en el ‘grupo mixto’. Hoy nos parece un escándalo que Revilla apruebe el presupuesto con un tránsfuga. Lo mismo que hace la alcaldesa de Santander habitualmente, sin tanto estrépito. Las malas costumbres cuajan en hábitos que disuelven cualquier remilgo ético. Convendría ir desnudando al pacto antitransfuguismo del prefijo, para no transgredir la semántica además de sus principios. Ya pasó con el acuerdo anticorrupción, cuando se atenuó el significado de corrupto para pasar por el filtro algunos imputados. Ciudadanos denuncia que Carrancio es «un tránsfuga de Wikipedia». Silencio sobre David González, su discípulo municipal. Hay tránsfugas que juegan en primera división regional y otros, más disimulados, en categorías municipales inferiores. El transfuguismo amanece como una cualidad política camaleónica, depende del entorno en el que se cambie de chaqueta. Ya ni siquiera es leche todo lo que es blanco y en botella.
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