Trayectorias. En un momento temprano de su vida recibieron reconocimientos que marcan su biografía. Pasado el tiempo, cuatro cántabras reflexionan sobre si después de esos éxitos han encontrado barreras o facilidades en sus propósitos
«Utilizo el teatro como una herramienta de cambio para conseguir la igualdad»
Blanca del Barrio posa en Escena Miriñaque donde lidera un equipo formado por mujeres.. Debajo, con su equipo el día que recogió el premio Max por su obra 'Carta de las golondrinas'.
Roberto Ruiz
Una emocionada Blanca del Barrio recogía hace nueve años en Madrid el Premio Max al Mejor Espectáculo Revelación por una de las obras que más ... satisfacciones le ha dado, 'Cartas de las golondrinas'. Autora y directora de esta pieza teatral, está al frente de la Compañía Miriñaque –«aquí todas somos mujeres»–, que este año celebra su veinte aniversario. Utiliza el teatro «como herramienta de cambio en el camino para conseguir la igualdad real, eliminar la violencia o terminar con la discriminación». «Mi compromiso es crear espectáculos que fomenten la conciencia, la justicia, la igualdad», resume la dramaturga que en su obra premiada, 'Cartas de las golondrinas', por ejemplo, habla de la correspondencia que los inmigrantes españoles mantenían con sus raíces. Porque «¿quién no tiene cerca alguien que está lejos?», se pregunta.
Volviendo a la igualdad, reconoce avances, pero también que todavía queda un largo camino «para erradicar antiguas tradiciones» y terminar, por ejemplo, con el cliché de que la mujer es la actriz y el hombre el director. Del Barrio avala sus frases con datos oficiales: las mujeres son seis de cada 27 directores, seis de cada 32 autores teatrales o un cero redondo cuando se habla de compositoras o directoras musicales. Pese a la crudeza de los datos, Del Barrio se declara optimista y eso que, en ocasiones, cuando llegan de gira tres mujeres a un teatro todavía les preguntan ¿cuándo llegará el técnico?
Define el teatro como un lugar de encuentro donde «tú vienes a estar conmigo. Yo estoy enfrente y tú y yo nos vamos a contar algo. Yo voy a sentir que tú recibes mi mensaje y tú vas a saber cómo yo respiro dándotelo».
Por eso, está muy enfadada con la pandemia. «Nos robó este lugar de encuentro» donde ella intenta poner su granito de arena para construir un mundo mejor y más igualitario.
Como mujer se siente muy orgullosa con su trabajo porque le permite llevar a la sociedad su mensaje. Y aquí se acuerda de los niños, los que acuden a la escuela de teatro de Miriñaque. «A los niños se les puede contar todo, enseñar a derribar muros y con esas piedras construir puentes». Es en educación infantil donde hay que comenzar a trabajar la sociedad del mañana.
Laura Sainz de Aja | Diseñadora y modista
«Al inicio no me tomaban en serio: me trataban de niña, no de empresaria»
Sainz de Aja en su 'atelier' de la calle Juan de Herrera de Santander. Lleva seis años trabajando «feliz». Debajo, el día que recibió junto a la hostelera Maite Rodríguez un reconocimiento de ADMEC. En la imagen, con Gema Igual y Eva Fernánez, presidenta de Mujeres Empresarias de Cantabria.
Roberto Ruiz
Laura Sainz de Aja, 31 años, lleva seis al frente de su negocio como diseñadora y modista de vestidos de novia e invitada. 'Atelier de alta costura' denomina al luminoso espacio -fiel reflejo de la propietaria- que acoge creaciones y desvelos. Sainz de Aja recibió en 2018 un reconocimiento de la Asociación de Mujeres Empresarias de Cantabria (ADMEC) que le dejó muy claro «lo importantísimas» que son las redes de mujeres que apoyan y dan visibilidad al trabajo de otras. De hecho, su discurso está atravesado por la ayuda recibida de ellas: de la presidenta de la organización, Eva Fernández, a la que cita de continuo porque fue su guía y quien le dio «el empujón para lanzarse» y dejar de ser una empleada para montar su taller. También tuvo el respaldo de esa madre a la que dejaba sin bayetas del polvo para hacer modelitos a las muñecas y que confió en ella pese a que , «desde su mentalidad de funcionaria», veía «poco seguro» el futuro como autónoma al que aspiraba su hija.
La santanderina -que estudió patronaje en Madrid y trabajó dos años por cuenta ajena- es tan ambiciosa que no ansía una empresa del tamaño de Armani sino a dedicarse año tras año a lo que le «hace feliz»: diseñar vestidos de novia. Los suyos, por cierto, hay que encargarlos con un año de antelación porque al ser artesanos llevan un largo proceso.
Hasta ahora, la costurera ha sufrido el calvario administrativo que relata todo emprendedor: unos comienzos «horrorosos», con unos trámites largos «porque te ahogan en papeleo» y la sensación de tener «muchas obligaciones y trabas y escasos derechos».
A esto tuvo que unir que, debido a su juventud (creó su firma con 25 años) y a su imagen delicada, notaba que «no me tomaban en serio: ni en el banco, ni los proveedores ni en los sitios oficiales» en los que se presentaba con su proyecto. «Me trataban de niña, no de empresaria. Hay que pelearlo todo el doble por ser mujer. No es nada justo». Esto no la desvió de su camino y lo está recorriendo, aunque haya «noches sin dormir» y obstáculos del tamaño de una pandemia que dejan los vestidos de bodas en un limbo. Dentro de 10 años se ve «trabajando. Pero no sé si con hijos: ahora mismo el instinto maternal no es viable. Una amiga mía ha tenido un embarazo en reposo. Yo, por ejemplo, no me lo podría permitir».
Berta Betanzos | Exregatista olímpica
«Faltan más ayudas para ellas, pero no nos gusta que nos metan con calzador»
Betanzos señala que hoy, en el ámbito deportivo, se busca que las mujeres «tengan las mismas oportunidades». Debajo, Betanzos en el año 2012 con Tara Pacheco, con quien compitió en los Juegos Olímpicos de Londres.
Javier Cotera
«Aunque en el ámbito olímpico las condiciones de hombres y mujeres son bastante parecidas, lo cierto es que, en general, en el deporte, todo es más complicado para ellas. Las oportunidades siempre son para un grupo selecto y a nosotras nos resulta difícil seguir en proyectos ambiciosos. En la Copa América, por ejemplo, todavía no hay sitio para las mujeres. Y en la Vuelta al Mundo las han metido con calzador, algo que a los hombres les cuesta un poco asimilar... También a las mujeres porque, al final, es un trance que nos metan de forma obligada».
La exregatista Berta Betanzos no hace esta reflexión desde la acritud, porque cree que «los cambios son difíciles para todos». Al contrario, habla desde una trayectoria de excelencia como regatista que concluyó en 2017 y que le dio una visión amplia del panorama. En sus trece años de trayectoria en la vela acumuló innumerables laureles en forma de Mundiales y otros campeonatos, además de exitosas participaciones olímpicas en Londres y Río de Janeiro –aunque ella confiese que, «por orgullosa que esté» de lo que hizo, le queda la espinita de «no haber logrado un oro, que era mi gran objetivo»–. De entre todos los reconocimientos, elije dos: el trofeo Reina Sofía (nacional) y haber sido orujera mayor en Liébana, un título «que disfruté a tope porque lo compartí con los amigos y la familia».
Hoy, debutante con Nicolás en la maternidad y, al tiempo, aterrizando en la vida profesional «real» como educadora físico-deportiva, apunta que no se ha sentido «nunca muy desfavorecida por ser mujer» si bien es consciente de que, en general, «queda mucho» para una sociedad con mayor igualdad. «A las mujeres nos faltan referentes en los que mirarnos».
Y eso que en su área «se está intentando que las deportistas tengan las mismas oportunides» que ellos. Al extremo de que ahora «se conceden ayudas solo por el hecho de ser mujer, incluso con menores resultados de los que se exigen a los hombres, lo que hace que algunos se sientan perjudicados. Pero bueno, es el momento que nos toca vivir. Esas ayudas realmente hacen falta y eso que a nosotras tampoco nos gusta que nos metan con calzador».
Teresa Portilla | Educadora-Psicopedagoga
«Siempre he creído en el esfuerzo y sus frutos, hacer equipo y compartir logros»
Teresa Portilla recibió premios al esfuerzo y trabajo durante su etapa de estudiante. Debajo, el día que recibió de manos del ministro de Educación el Premio a la Excelencia Universitaria por su expediente académico.
DM
ormó parte del 'top-10' en selectividad y fue Premio a la Excelencia Universitaria por tener uno de los tres mejores expedientes de su promoción de Magisterio hace once años. Teresa Portilla del Río ha sido y es una buena estudiante. De hecho sigue formándose. Comprometida con la educación, ejerció como maestra en Zaragoza durante años, pero surgían nuevas inquietudes y se volcó en la psicopedagogía para contribuir a la formación de futuros maestros. Hoy trabaja y cursa estudios de neuroeducación. «Estoy convencida de la necesidad de aprender de cada experiencia», señala esta joven que siempre ha creído «en el esfuerzo y sus frutos». Para ella, el reconocimiento en su primera etapa fue un incentivo, pero se reconoce una mujer privilegiada porque quienes están a su lado «confían en mi trabajo, son apoyo, comprensión y aliento en los momentos duros. He encontrado grandes compañeros y ejemplos a seguir, personas con las que he podido hacer equipo y compartir logros, dificultades y retos. Los valores que he encontrado en estos contextos de trabajo han hecho que ser mujer no haya sido un obstáculo». Todo lo contrario, «mi experiencia como mujer es positiva. Espero que así siga siendo para mí y para todas». Esta joven educadora defiende que «la sociedad, los ambientes y el clima lo generamos quienes lo habitamos». En su caso, las personas con las que ha compartido vida y experiencia han sido un gran apoyo.
Su pasión, la educación, le permite participar de forma activa en la formación de los jóvenes. Apunta que «el valor de la persona, de cada persona, es esencial a la hora de educar y desde ahí hemos de seguir trabajando para que la discriminación en todas sus formas no sea un problema en nuestra sociedad».
Los reconocimientos que obtuvo en su etapa de estudiante fueron muy satisfactorios, «y lo siguen siendo», aunque matiza que para ella es importante saber encontrar esa misma satisfacción en lo pequeño, en lo cotidiano. «La felicidad la construimos de momentos y los más pequeños y sencillos, los más numerosos, no podemos dejar que pasen desapercibidos». Seguirá en la misma línea: formación, trabajo bien hecho, investigación, emprendimiento... acciones que crean valor y que impulsan el avance y el progreso de todos.
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