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Las más de 50 asociaciones y plataformas que forman parte del movimiento social Cantabria No Se Vende (CNSV) están llevando a cabo una campaña en ... plena temporada veraniega para reclamar un turismo sostenible. Lo hacen con actuaciones callejeras: han 'intervenido' cuatro mupis publicitarios en Santander y pegado cartelería en Castro Urdiales y Comillas, de momento.
Desde el Ayuntamiento de Santander ya se ha advertido que la acción es ilícita. «Ese es un espacio publicitario por el que hay que pagar y nadie ha contratado este servicio para colocar esos carteles que se han pegado forzando los mupis», aseguran en el consistorio.
El eslogan elegido contradice el célebre 'Cantabria Infinita' que tanto impacto causó en su momento: para los integrantes de CNSV, Cantabria es finita y «el modelo masificador» que se persigue por parte de la Administración autonómica desde hace años «amenaza la calidad de vida de sus habitantes, así como su propio atractivo turístico».
No es la primera vez que colectivos ecologistas, culturales, feministas o de reivindicación vecinal se rebelan contra la invasión que suponen los visitantes temporales y el deterioro de los espacios que supone que un lugar se convierta en objeto de deseo. Ocurrió hace unos años en las ciudades de Barcelona y Mallorca, donde los autóctonos se organizaron para pedir a sus respectivos gobiernos que limitaran el turismo y lanzaron campañas en inglés de rechazo ('Tourist, go home' o 'Tourism kill the city' fueron algunos de los lemas utilizados). Estas actuaciones popularizaron en España el término «turismofobia».
Siguiendo esa estela, el citado movimiento cántabro está llevando en la actualidad a cabo una campaña «para denunciar los procesos de turistificación mediante una falsa campaña publicitaria» que llevarán próximamente a sitios donde los vecinos «están incómodos» con la agresión que el turismo supone en determinadas fechas, caso de Novales, Santillana del Mar, Laredo y Noja, entre otros. Allí colocarán carteles con paisajes cántabros atravesados por las masas en paredes y marquesinas en lugares emblemáticos.
Con 'Cantabria finita', se pretende concienciar sobre el impacto social y medioambiental de las visitas masivas. «Queremos un turismo con el que se pueda convivir, no uno que degrade», ha indicado Diegu San Gabriel, uno de los portavoces del movimiento. El hecho de que el Ayuntamiento de Santoña esté analizando cómo empezar a cobrar en el acceso al Faro del Caballo para evitar las aglomeraciones ilustra este fenómeno. Cantabria No se Vende ha recordado que el verano pasado, en plena pandemia, la región «batió récords de visitantes, pero también de malestar de sus habitantes, que en los meses de julio o agosto encuentran sus entornos llenos de gente y degradados» y, por tanto, «irreconocibles. Cada vez más paisanos comentan lo insoportable que resulta convivir con este modelo» que, incluso, «desplaza sus prácticas y estancias tradicionales».
Por este motivo, la agrupación quiere abrir un debate sobre los planteamientos en que se apoya el desarrollo turístico «para que sea coherente con un proyecto de progreso socioeconómico cántabro. Los turistas no vienen a Cantabria buscando polígonos eólicos, urbanizaciones de pareados, comida basura y hormigón. No tiene sentido decir que se quiere captar un visitante de calidad mientras se apuesta políticamente por un sucedáneo de Marbella o Benidorm, con menos horas de sol», ha señalado San Gabriel, que avanza que seguirán con la campaña hasta que se logre poner sobre la mesa la discusión del modelo futuro.
A juicio de Cantabria No Se Vende, que completa su iniciativa con un vídeo en el que retrata algunas de las tropelías que se han cometido en la costa cántabra, la región debe apostar por un sector turístico «diferente», «integrado en la sociedad cántabra y que respete los derechos laborales, que valore y no degrade nuestro patrimonio histórico, natural y cultural. Que sea complemento de una economía productiva y no su único pilar». 'Cantabria finita' tiene apoyo musical con un tema del grupo de Comillas 'Carne cruda', que ya cantaba desde hace tiempo contra la invasión de los llamados 'papardos' en la zona.
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Ana del Castillo
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