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Era solo cuestión de tiempo que la huelga convocada por los trabajadores de Ryanair desde el pasado 24 de junio terminara por afectar al aeropuerto cántabro. El avión procedente de Málaga que debía haber aterrizado en el Seve Ballesteros a las 16.45 horas ... de este jueves no llegó a despegar de la ciudad andaluza. Como resultado, decenas de pasajeros que tenían pensado volar desde Santander se quedaron en tierra cuando ya tenían facturadas las maletas.
«No hay derecho. Nos han tenido esperando como dos horas sin decirnos qué iba a pasar y debían tener claro desde el principio que tenían que cancelarlo», protesta Vanesa Morales, una de las damnificadas en Santander.
Como ella, otros tantos viajeros se agolparon este jueves pasadas las seis de la tarde frente a la oficina de información de Aena y en el mostrador de facturación de Ryanair, donde dos azafatas explicaban los pormenores de una posible solución.
«Nos dan estos dos papeles», explica Ana Donaire, que sostiene ambas cuartillas en sus manos. «En uno nos indican nuestros derechos y en otro están los enlaces a la página web donde se supone que tenemos que indicar qué alternativas hemos elegido para llegar a Málaga y lo que nos va a costar», explica. La promesa es que la aerolínea irlandesa se hará cargo de todos esos gastos, incluidos los de posibles pernoctaciones en el caso de que el viaje no pueda quedar resuelto este jueves.
Tren, autobús o coche de alquiler. «Les decimos que no tenemos solución y que los siguientes vuelos a Málaga están ya completos. No podemos ofrecer otra salida que la que tenemos, que ellos mismos busquen solución y la compañía lo costee», concreta la azafata que informa en nombre de la empresa. Cuenta que la política de la firma es impedir a toda costa la cancelación de los vuelos, y que por eso han hecho esperar al pasaje durante dos horas: «Teníamos la esperanza de que hubiera una alternativa a la tripulación que no ha subido al avión en Málaga». Pero al final no ha sido posible.
Otra pasajera, Vanesa Morales, consuela a su hijo pequeño, que tiene un gran disgusto: «Tenía pensado llegar hoy allí y ahora está que no para de llorar, el pobre». Muchos pasajeros buscaron alternativas para llegar a sus destinos y mantuvieron las dudas de qué ocurrirá con los vuelos de vuelta. «Nosotros íbamos a volver dentro de cinco días y ahora ese vuelo, ¿nos lo van a abonar también?», cuestiona Manuel Rabadán. Nadie pudo confirmárselo.
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