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Tenían la difícil tarea de conseguir lo que 24 horas antes no habían logrado sus jefes de fila y se quedaron en el intento. Los cabeza de lista al Congreso de los Diputados de las seis formaciones con más posibilidades de hacerse con uno de ... los escaños en juego en las elecciones generales del próximo domingo aprovecharon este martes el debate organizado por El Diario Montañés para desplegar sus programas y propuestas y dar su versión de por qué ha sido necesaria una repetición de los comicios tras consumarse el fracaso de la formación de Gobierno y qué se juega Cantabria en esta cita con las urnas, la segunda para elegir un inquilino para La Moncloa en poco más de medio año, las cuestiones que sirvieron de introducción de los dos primeros bloques temáticos.
Pedro Casares (PSOE), Diego Movellán (Partido Popular), Rubén Gómez (Ciudadanos), José María Mazón (PRC), Emilio del Valle (Vox)y Luis del Piñal (Unidas Podemos) vendieron durante casi 80 minutos de controversia ágil y con enfrentamientos puntualmente de gran intensidad mensajes muy similares a los que el día anterior ya habían tratado de fijar en la mente de los votantes sus 'mayores'. La necesidad de concentrar el voto en el partido con más opciones de hacerse con el poder en cada uno de los bloques ideológicos o el rechazo a un bipartidismo que se ha demostrado sus limitaciones para resolver los problemas en 40 años de democracia, en función de la posición de partida de cada una de las siglas en liza y de lo que avanzan las encuentas de cara al 10-N. Ahí los seis se mostraron cómodos. Tan cómodos, como unos instantes después incapaces de dar soluciones al bloqueo institucional en el que se encuentra sumido el país y de decir con claridad con qué condiciones se van a sentar a negociar a partir del lunes.
No hubo fórmulas para conformar un Ejecutivo pero si apasionados cara a cara. El primero lo protagonizaron los candidatos Rubén Gómez y un José María Mazón que entró al cuerpo a cuerpo en todas las ocasiones en las que tuvo ocasión a izquierda y derecha. Fue a cuento del papel del regionalista como diputado en Madrid. «Lo importante no es repetir muchas veces el nombre de Cantabria, sino hacer cosas y conseguir cosas para los cántabros», le insistió varias veces a lo largo de la cita el portavoz naranja, que como el resto de partidos del ala derecha del espectro político, también le echó en cara su falta de iniciativas en el Parlamento nacional. La réplica de Mazón fue enseñar con orgullo el famoso 'papeluco' con los compromisos del Ministerio de Fomento en materia de infraestructuras en la región que socialistas y PRC firmaron a cambio del apoyo a la investidura de Pedro Sánchez y que la interlocución directa con el Gobierno central ha permitido avanzar en los proyectos.
Contra todo pronóstico, Mazón recibió casi tantos dardos y reproches como Casares por la «responsabilidad» de los socialistas en el bloqueo institucional. La formación que ganó las elecciones en la noche del 28 de abril (PSOE) y la que se dibuja en Cantabria como 'refugio' de los votantes moderados y desencantados. O lo que es lo mismo, los caladeros donde se pueden pescar más votos de cántabros que a falta de cuatro días para la cita con las urnas todavía no tienen decidido su voto. Los más sensibles a responder de forma positiva a los llamamientos de última hora de los políticos.
Los populares, como también hicieron Vox y Ciudadanos, golpearon al PSOE por no haber resuelto el encargo del Rey de formar Gobierno, pero desplegaron también toda su artillería en materia económica. El día que se publicaban los datos del paro –desfavorables– y de afiliación –un contrapunto a lo anterior–, Movellán presumió de la buena gestión de las cuentas públicas de las sucesivas administraciones conservadoras. Frente a ello, en un debate en el que sí se habló de Memoria Histórica de forma somera, no se desenterró a Franco pero el exalcalde de Camargo sí a Zapatero para avanzar lo que le espera a España y a Cantabria si gobierna Sánchez. Y Casares respondió al envite con dos datos:que fue el PP de Rajoy quien dejó a cero la hucha de las pensiones y que la Seguridad Social se encuentra hoy en máximos históricos.
Del Valle también se sumó a la argumentación de los populares. «Lo que más nos preocupa es España y España ahora está en peligro no sólo por Cataluña, también por el endeudamiento. La izquierda pide más gasto público y lo que está haciendo es poner en peligro nuestra patria», aseguró el candidato de Vox, centrado en los asuntos económicos, en las promesas de bajada de impuestos generalizados con lo que se ahorren de recortar en gasto «superfluo» de las autonomías y en saltar al cuello del contrincante cuando le acusaban de ser de extrema derecha: «No somos ni racistas, ni machistas, ni homófobos. Somos gente normal con medidas de sentido común que quiere una España unida en la que todos tengan los mismos derechos, que cree en la familia y la vida».
Hasta ahí la presión a Casares, que definió la cita como un «todos contra Sánchez», desde la derecha. Desde la izquierda, Del Piñal se encargó de culpar a los socialistas del fracaso de una coalición de Gobierno y de asegurar que todos los logros sociales conseguidos durante los 15 meses que sucedieron a la moción de censura han sido por el papel activo de los de Pablo Iglesias. Unidas Podemos, que se presentó como la opción para «la gente de abajo, los que no quieren que los recortes los paguen siempre los mismos sino los que los han causado frente a un Gobierno que piensa en los poderosos, las cloacas y los bancos», reservó parte de sus balas para un PRC que miró en muchas ocasiones a las infraestructuras. «Nos preocupan esas inversiones, pero también hay una serie de derechos y libertades que nos jugamos», aseguró Del Piñal, partidario de un plan para la industrialización de Cantabria que requeriría el mismo dinero que 13 kilómetros del AVE «que quiere Revilla para llegar antes a los platós de Madrid».
Casares, todavía portavoz de los socialistas de Santander y la única cara nueva en los carteles respecto al 28-A tras relevar al sindicalista Luis Santos Clemente, aprovechó la oportunidad para diferenciarse de sus socios en el bipartito regional en asuntos sociales. Recordó que no investir a Sánchez supondría no garantizar la subida del salario mínimo a 1.200 euros, la revalorización de las pensiones acorde al IPC o el aumento de las becas públicas, pero también asuntos en los que, a su juicio, el PRC se pone de perfil como el desarrollo de las leyes de aborto y la eutanasia. E interpeló directamente a Mazón por las trabas en Cantabria a la Memoria Histórica y a la Ley LGTBI.
«Llegó a La Moncloa por la puerta de atrás y pactando con Bildu y los independentistas. Sánchez es el bloqueo», subrayó Rubén Gómez, muy beligerante con la herencia socialista en materia de infraestructuras. Recordó que el Presupuesto fallido de 2019 recogía una reducción del 10%de la inversión en Cantabria frente al aumento del 60% en Cataluña. «Llevamos 40 años con lo mismo», en relación a lo que considera una situación de olvido respecto a otros territorios por parte de los dos protagonistas del bipartidismo en España de las últimas décadas, algo de lo que también responsabilizó a Revilla por pactar sin resultados: «Necesitamos un Gobierno fuerte y sin complejos que le diga a los que quieren romper España que jamás tendrán la lleve de nuestro futuro. Con estos nada ocurre en Cantabra y nada llega a Cantabria». Mazón no pudo menos que saltar.
Junto a las obras, se habló de Economía. Emilio del Valle dibujó sólo dos bloques. El primero, en el que integró a su formación, Vox, y también a PP y Cs, el que quiere bajar impuestos para dar alas a la actividad privada. El segundo, el del resto, que «sólo habla de gastar más». De nuevo Mazón fue el primero en levantar la mano para defender las tesis de sus compañeros –PSOE y Unidas Podemos– y sobre todo las suyas. Definió al PRC como un partido «progresista» ante la carcajada de Luis del Piñal y se mostró partidario de reducir la presión fiscal, pero de forma paulatina y sin poner en riesgo los servicios públicos.
El cara a cara PP-PSOE fue a cuenta de Valdecilla, un habitual y plato fuerte en toda cita de este tipo. Corto pero intenso en reflexiones que se pueden resumir en la siguiente secuencia de preguntas cruzadas: ¿Quién lo acabó? ¿Quién lo privatizó y lo hipotecó durante 20 años? ¿Quién presupuestó el pago de la deuda histórica? ¿Quién lo presupuestó pero no lo pagó y ahora lo está pagando? Movellán zanjó el tema recordando que los cántabros saben perfectamente que el PP es quien en ese asunto dice la verdad.
El debate, moderado por la periodista de esta casa Pilar González Ruiz, que desde anoche se puede volver a ver íntegramente en la página web de El Diario Montañés, arrancó con una de las pocas cosas en las que los seis intervinientes estuvieron de acuerdo, además de que la culpa del bloqueo era del que estaba enfrente, que «no debíamos de estar aquí», como dijo el candidato socialista. Las diferencias venían a continuación. «El PSOE ya ganó en abril, pero otros prefirieron optar por el bloqueo. Tenemos una nueva oportunidad de avanzar con el PSOE», insistió antes de asegurar que «Sánchez ha desmotrado el compromiso por esta tierra». Hablaba de obras. A pesar de que todos se esforzaron en fijar su idea fuerza tanto en el minuto inicial y en el de cierre como en el transcurso de los bloques, Casares tuvo tiempo de hablar de la apuesta de socialista por el sector primario, la despoblación, los derechos laborales o el cambio climático. No se acordó de la cultura, pero tampoco ninguno de sus interlocutores.
El mensaje que quiso incrustar Movellán es que «los que sumaros para destruir (la moción de censura) no han sido capaces de sumar para construir» y que frente al «caos y la subida de impuestos»de la izquierda, los conservadores ofrecen certidumbre, empleo, industria y la recuperación de las obras paradas por Sánchez. Porque «ya lo han demostrado en el pasado». Eso, y por encima de todo la necesidad de aglutinar todos los apoyos del centroderecha bajo unas mismas siglas. Las suyas. Los representantes del bipartidismo aperalon al «voto útil» y Mazón al «voto útil de verdad», el que llevará la voz de los cántabros a Madrid para atraer el dinero de las inversiones y así crear empleo. Porque aunque la región «va bien», necesita impulso para ir mejor.
Al otro lado del ring los que piden todo lo contrario. Por ejemplo Ciudadanos, que defiende renunciar a los extremos y votar para poner 'España en Marcha' (su lema) y apostar por la bajada de impuestos o la tarjeta sanitaria única. Y Vox y Unidas Podemos, en las antípodas ideológicas, apelando a toda la derecha y toda la izquierda, respectivamente, para que su diputado venga del otro bloque. Del Valle recordó que en abril se quedaron a 5.000 votos del escaño y que al PP le sobraron 20.000. Y Del Piñal que con similares números el PSOE habría tenido los mismos y ellos se lo habrían robado a Vox.
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