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Olfatean nuestro aliento y son capaces de detectar si existen indicios de cáncer de colón o de pulmón. Se trata de perros que provienen del entorno familiar pero adiestrados expresamente para esta tarea. Los responsables de desarrollar el programa son los miembros de la Asociación Biodogtor y en Cantabria ... ha echado a andar impulsado por guías caninos de la Policía Nacional y realizado en colaboración con el Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla (Idival). 'La huella olfativa del cáncer' está en su fase de selección de los perros. De momento se han seleccionado 35 perros entre los 140 que se presentaron, aunque entre ellos se elegirá a quince: cinco para dedicarse a detectar cáncer de colon, cinco para el de pulmón y otros tantos de reserva. A partir de junio se conocerá si los datos son positivos.
El experimento que se desarrolla en la región permite analizar ocho muestras en apenas diez segundos y, en caso de obtener resultados positivos, se integraría en el sistema de cribado de esta enfermedad en Cantabria. Más que sustituir a otro tipo de pruebas, los impulsores del programa explican que este mecanismo serviría para «priorizar» a los pacientes, informa EFE.
Entre otras ventajas, apuntan a que es un proceso de diagnóstico precoz y bajo en costes que evita otras técnicas invasivas y que, además de ser fácilmente interpretable, es cómodo para el paciente.
El vicepresidente cántabro, Pablo Zuloaga, ha ido a conocer a Orejo (Marina de Cudeyo) cómo se entrena a estos animales, que van y vienen cada día a sus respectivos hogares. También han asistido el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, y el director de gestión del Idival, Galo Peralta, entre otros
Iñaki, Annouk o Delfín son algunos de los perros, de múltiples razas e incluso mestizos, que, gracias a un test de personalidad y olfato, han sido preseleccionados para este «trabajo».
En este proceso, según sus adiestradores Nuria González y José Luis García, se sitúan ocho muestras de aliento del paciente en un carrusel, puesto que el cáncer emite sustancias indetectables para el humano, pero que el perro es capaz de relacionarlas con la enfermedad gracias al entrenamiento. Una vez que encuentran una muestra que podría ser positiva, el perro se sienta y el adiestrador lo premia.
«Para ellos es un juego», explica González, quien destaca que el 30 por ciento del cerebro de este animal está dedicado al olfato, superando así en 40 veces al de un humano.
Las sesiones de entrenamiento de los perros, que se intercalan con juegos, comienzan tras recogerles en sus respectivos hogares, darles un paseo y medir tanto su temperatura como su estado anímico.
El vicepresidente cántabro ha señalado la importancia de contar con una herramienta más para la detección precoz del cáncer, que además sería menos invasivo que otras pruebas. El papel del Idival en el proyecto es a su juicio «fundamental» porque dota de base científico al avance del trabajo de los adiestradores. Y ha destacado que en las primeras pruebas que se van haciendo «todo apunta a que es un experimento muy positivo».
El jefe de Oncología del Hospital de Valdecilla, Fernando Rivera, que se ha mostrado «optimista» con el futuro del proyecto, ha subrayado que el olfato de los perros tiene «una utilidad potencial enorme» para curar una enfermedad «todavía muy mortífera».
«La mejor manera para luchar contra el cáncer es prevenirlo pronto», ha incidido, explicando que este proyecto puede ayudar a curar más. De media se supera la enfermedad en un 60 por ciento de los casos, aunque ha dicho que si se detectara de forma precoz esa cifra podría aumentar hasta el «80 o 90 %».
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