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La foto se convoca junto al Palacete del Embarcadero porque la idea es retratarles en un lugar icónico, en una de esas postales del Santander que todos los candidatos valoran como un activo en el que, sin embargo, no quieren estancarse. El ambiente será ... más o menos cordial entre ellos en la hora larga que se tarda en concluir el posado subidos en una pedreñera, aunque hay detalles que no pasan desapercibidos, como que el regionalista José María Fuentes-Pila y la alcaldesa Gema Igual se saludan con frialdad o que nadie conoce a la candidata de Ganemos, Vania Isabel Rosa, una treintañera que lleva apenas tres años viviendo en la ciudad.
Es una cita justo antes de que arranque la campaña electoral. Luego sus agendas echarán humo: esta convocatoria está más reñida que nunca y se nota en que ninguno se mete en profundidades en las conversaciones ni desvela cartas. Y eso que cuatro de los convocados son repetidores y se tienen bien tomada la medida: la vida municipal se desarrolla en un campo de juego limitado. Gema Igual (PP) lleva 16 años en el Ayuntamiento de Santander, siempre formando parte del equipo de gobierno. Fuentes-Pila (PRC) contabiliza ya doce en la oposición y ocho como portavoz del grupo regionalista. La experiencia de Pedro Casares (PSOE) es de seis años (entró en 2013, a mitad de la legislatura anterior) y Miguel Saro (Izquierda Unida, ahora cabeza de lista de Unidas por Santander) fue elegido en 2015.
De los tres que buscan su sitio a partir del día 26, a Javier Ceruti (Ciudadanos) hay que contarle como recién llegado a una candidatura política, pero no a la política local porque ha sido presidente de Cantabria Nuestra y forma parte del Grupo Alceda y de Deba, la plataforma ciudadana que se opuso a la construcción del Centro Botín en el punto en que se ubicó. Tampoco Guillermo Pérez-Cosío (Vox) se estrena: fue candidato en 1999, por la UPCA de Juan Hormaechea, aunque no resultó elegido. La única neófita de verdad es Vania Isabel Rosa, cabeza de lista de Ganemos, unas siglas asimilables a Podemos, que en 2015 colocó a dos de sus miembros en la corporación.
Los siete aspiran a gobernar un municipio de casi 35 kilómetros cuadrados en el que viven unos 172.000 vecinos, para lo que usarán una fórmula propia, pasada por la química de sus partidos. Si se les pide que resuman en un minuto cuál es el Santander que quieren, Gema Igual casi, casi, tira de eslogan. Trabajará por una ciudad «ilusionante y que cuide de las personas. Una ciudad para vivir, para crecer, para hacer amigos, trabajar y pasar nuestros últimos días. Donde tengamos todos los servicios cercanos y sea atractiva para invertir».
La que sueña Pedro Casares es una donde «la juventud formada no tenga que seguir marchándose y donde todos (mayores, trabajadores, autónomos y empredendores) tengan servicios públicos y calidad de vida. Quiero una ciudad verde, sostenible, que respete la cultura y la ciudad heredada, con deporte en los barrios, con empleo, con vivienda y que mire al siglo XXI».
A Fuentes-Pila se le da peor resumir y hay que esquematizarle: su plan es que Santander «ejerza como capital de Cantabria. Tenemos todo lo que se puede desear para que la ciudad sea el motor de la región en términos de productividad, de vivienda, y cultura y hoy en día no lo somos». Le preocupan la pérdida de población y la expulsión de jóvenes y tiene planes concretos para responder a ambos retos. Por contra, Vania Isabel da estos dos únicos deseos: «Queremos seguir siendo la voz del pueblo y luchar contra la corrupción».
Miguel Saro reclama un Santander con «servicios públicos de calidad y una política de vivienda eficaz, con una bolsa de pisos públicos gestionada por el Ayuntamiento que atraiga a los que se han ido de la ciudad».
Javier Ceruti aspira a un Santander «mucho más cómodo para los ciudadanos. Que el próximo Plan General se haga contando con todos. Queremos facilitar la vida de la gente en sus relaciones con la Administración, que está trabada con una burocracia notable. Otro proyecto muy ilusionante es la integración ferroviaria: hay que pedir el soterramiento puro».
Y Guillermo Pérez-Cosío asegura que la capital por la que va a trabajar «es muy distinta a la actual. La primera cosa a la que doy extraordinaria importancia es a convertir a Santander en la capital cultural del norte». Además, buscará convertirse en la voz «del comercio, que está tan abandonado y en una etapa de relativo deterioro». La sesión concluye con humor («Ahora habrá merienda, no?», sugiere Fuentes-Pila, en referencia a otro reportaje de El Diario Montañés en que los líderes políticos se pusieron el delantal) y no se ha oído ni una queja de que algunas fotos se han hecho bajo una lluvia incipiente... y es que ¿hay algo más santanderino?
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