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Nacho gonzález ucelay
Santander
Domingo, 2 de mayo 2021, 07:35
La pandemia del covid ha supuesto una oportunidad para activar la España vaciada que ninguna comunidad autónoma quiere dejar pasar de largo. La implantación del teletrabajo, una fórmula laboral impulsada por las restricciones a la movilidad impuestas a los ciudadanos, ha convertido al ámbito rural ... en un polo de atracción para empresas y potenciales trabajadores que persiguen las enormes ventajas de un modelo en auge que únicamente requiere de una buena conexión a internet. Una herramienta indispensable de la que aún carecen 4.700 hogares de Cantabria, donde la nula conectividad –además de la deficiente prestación de otros servicios elementales– está haciendo descarrilar ese tren al futuro.
De acuerdo con los datos facilitados por la Dirección General de Transportes y Comunicaciones, en Cantabria existen exactamente 4.698 viviendas construidas en zonas blancas, esto es, en núcleos geográficos que por sus singulares circunstancias (orográficas fundamentalmente) no tienen acceso a servicios relacionados con la comunicación electrónica. Dicho de otro modo, que no tienen acceso a internet de banda ancha.
Conforme a las cifras que maneja, y que únicamente se refieren a las primeras residencias –en el listado no están incluidas otras construcciones tales como establecimientos hosteleros o polígonos y naves industriales–, esas zonas blancas están localizadas en 19 de los 102 municipios de la comunidad autónoma, la inmensa mayoría ayuntamientos pertenecientes a las comarcas de Liébana y Campoo, donde la nula conexión a internet afecta a un buen número de pueblos, de barrios, de plazas o de calles, y a la zona oriental de la región, donde se observan los detalles más reveladores.
Según muestra el documento, Guriezo es, de largo, el municipio donde hay un mayor número de viviendas que actualmente no tienen acceso a internet. Nada menos que 1.396.
La cifra dobla con creces las que arrojan los tres ayuntamientos que le preceden en el ranking; Valdeprado del Río (587), Camaleño (557) y Castro Urdiales (536), donde la falta de banda ancha en media docena de localidades –Allendelagua, Mioño, Ontón, Santullán, Sonabia y Talledo– supone un obstáculo en su incuestionable crecimiento.
Aunque es casi imposible cuantificar el número exacto de cántabros que hoy por hoy viven sin poder acceder a servicios relacionados con la comunicación electrónica, el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, que es el que tiene asumidas las competencias en esta materia, estima que en la región hay un total de 14.094 afectados, cifra que el Gobierno ha calculado multiplicando por tres habitantes el número de hogares asentados sobre zonas blancas. Representan al 2,42% del total de la población.
Todos ellos hacen cola a las mismas puertas de la era moderna, donde esperan impacientes a que el programa de extensión de banda ancha de nueva generación que tiene activado el Ministerio –un plan de financiación directa que proporciona ayudas a los operadores para la inversión en proyectos de despliegue de redes de alta velocidad en aquellas zonas en las que no existe oferta y no está prevista a corto plazo– les llegue a ellos de igual modo que en los últimos años le ha ido llegando a otros a través de diversas convocatorias.
«La implantación de la banda ancha es un compromiso adquirido por Miguel Ángel Revilla con las zonas rurales de la región, que son las más desprotegidas con respecto a las nuevas tec- nologías de la comunicación», asegura en este sentido el con-sejero de Industria, Turismo, Innovación, Transporte y Comercio, Javier López Marcano, que recuerda que en el año 2017 –cuando aún no se había acuñado el término la España vaciada– «el Gobierno autonómico activó el proyecto 'Conecta Cantabria' para llevar la banda ancha a todos los rincones rurales consciente de la importancia de esta accesibilidad».
El consejero es sabedor de que «la banda ancha es una oportunidad para consolidar aspectos tan importantes como lo son el acceso al teletrabajo, a la formación a distancia o a servicios de telemedicina y e-administración» de los que todavía hoy carecen alrededor de 14.000 cántabros. Del mismo modo, lo es también «para fortalecer la competitividad de las empresas ubicadas en el ámbito rural y traer a nue-vos emprendedores para crear nuevos negocios en estas zonas, algo que contribuirá, sin duda, a asentar e incluso a aumentar la población».
14.094habitantes de Cantabria viven en zonas sin cobertura de internet
De ahí que su departamento haya realizado en el último año cuatro convocatorias de ayudas para mejorar la conectividad en las áreas rurales de Cantabria destinadas a los ayuntamientos menos poblados de la región para llevarles la banda ancha dentro del programa 'Conecta Cantabria'. «En total, el Gobierno ha destinado 1,4 millones para llevar la banda ancha a esos territorios con riesgo de despoblamiento rural», subraya López Marcano. «Pendiente de la resolución de la última convocatoria, que está dotada con 550.000 euros, por el momento se han concedido ayudas de 896.653 euros para treinta y tres municipios que han inducido inversiones por importe de 1.476.101 euros».
De esas ayudas se han beneficiado poblaciones de una veintena de municipios a los que, por fin, ha llegado la banda ancha y, por consiguiente, internet. Pero aún queda mucho por hacer, 4.700 hogares que atender, si Cantabria no quiere verse al margen del ambicioso objetivo planteado en su día por la UE de que todos los europeos disfrutaran en el año 2020 de conexión a internet con una velocidad mínima de 30Mb por segundo. Un desafío que, haciendo caso de la fotografía actual, ya es imposible de cumplir.
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