Cantabria acabó 2021 con una deuda récord de 3.426 millones de euros

A partir de ese descomunal dato pueden hacerse interpretaciones más fáciles de digerir. Por ejemplo, que si el Gobierno repartiera esa cantidad entre los cántabros, a cada uno le tocaría pagar 5.877 euros. O que la comunidad autónoma no tendría suficiente con todo el Presupuesto de este 2022 -aquí se incluye el dinero que va a pagar sueldos de empleados públicos, de los servicios sanitarios, de la educación...- para dejar la cuenta a cero. Aún faltarían 86 millones.

Es prácticamente lo mismo que el repunte que se produjo en la deuda regional durante 2021, que fue de 82 millones de euros, frente a los 156 de 2020 o los 17 de 2019. El montante ha ido creciendo de forma ininterrumpida en estos veinte años con una única excepción, la del ejercicio de 2006, cuando hubo una leve caída. Por el contrario, la mayor subida tuvo lugar en 2012, cuando el pasivo prácticamente se dobló con respecto al ejercicio anterior. La consejera de Economía, María Sánchez, saca este dato a relucir de forma habitual al PP -entonces gobernaba Ignacio Diego- durante los debates parlamentarios y los populares responden que fue así porque se pagaron de golpe todas las facturas que se habían dejado en el cajón durante años.

Volviendo a la actualidad, respecto a la evolución en los últimos doce meses, ocurre que en el análisis más detallado de la estadística que elabora el Banco de España también aparecen algunos datos para la esperanza. La entidad hace un escrutinio de la deuda por trimestres. De ahí se desprende que durante la segunda parte del año sí se ha producido una leve bajada de la deuda, desde que tocó techo en junio con 3.525 millones. En el tercer trimestre comenzó la corrección hasta los 3.426 millones y en el cuarto esa cifra permaneció invariable.

La otra forma de mirar la deuda es en relación al Producto Interior Bruto (PIB) de la región. Aquí la tasa de Cantabria sí disminuyó: del 26% al 24,8%. Lo hizo porque el ritmo de crecimiento de la riqueza fue mayor que el crecimiento de los pasivos. Así, la proporción resulta favorable. Está algo mejor que la media de España (25,9%), lejos de la Comunidad Valenciana (47,8%), el territorio más moroso, y también de Madrid (14,8%), el que menos.

A diferencia de lo que ocurrió con la estadística del PIB que también se ha dado a conocer esta semana -ha subido el 5,2% en 2021 y no el 7,8% que anticipó la Consejería-, Economía sí ha acertado en sus previsiones sobre la deuda. Dijo que acabaría el año en el 25% y finalmente ha sido incluso dos décimas inferior.

El escenario macroeconómico que dibujó el departamento que dirige la socialista María Sánchez junto a las Cuentas de 2022 se realizó antes de la invasión rusa de Ucrania y de la crisis de precios, por lo que ahora es susceptible de cambios. Entonces, la premisa era que «presentar el mayor gasto social hasta la fecha es compatible con la inversión más potente para reducir la deuda».

Así, si no se toca el Presupuesto en vigor, el objetivo es que a lo largo de 2022 se produzca otra reducción de la misma proporción para llegar a diciembre con un 23,7% de deuda. En los próximos meses se prevé una amortización de 450 millones de euros, la cifra más elevada hasta el momento en un único ejercicio.