Cantabria afronta la llegada del verano con un repunte generalizado de precios

Sirva de aperitivo el último Informe de Costa del Grupo Tecnitasa, según el que Cantabria es la comunidad que ha registrado mayores subidas en los precios del alquiler en primera línea de playa, un 12% superiores a los de 2023 –la media nacional es del 9,95%–: refugiarse del bochorno en las playas de la región es cada vez más prohibitivo. El estudio de esta firma de tasación de inmuebles incluye los ejemplos de algunos municipios turísticos, como la playa de Comillas, donde por setenta metros cuadrados se pagarán casi 1.900 euros a la semana; en la Playa de la Concha de Suances, por diez metros cuadrados menos, 1.700 euros; y en Laredo y Santoña, sobre los 1.400 euros por unos setenta metros cuadrados.

Cantabria recibe el verano con un repunte del Índice de Precios al Consumo (IPC) del 3,2 –una décima por debajo del nacional–, un nivel al que ha contribuido el encarecimiento de la cesta de la compra, con una inflación del 4,7% en los últimos doce meses –con el aceite, las legumbres y el pescado como principales responsables–, y unos costes más elevados del gas en comparación con los que había hace un año, un 5,7%, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) relativos al mes de abril. También, aunque en menor medida, se debe a los precios de electricidad, que descendieron menos que en abril de 2023.

Otros epígrafes que empujan hacia arriba el IPC regional son restauración y comedores (5,2%), utilización de vehículos personales (3,9%), conservación y reparaciones de la vivienda (3,7%) y paquetes turísticos (4,6%). Otros, en cambio, tiran hacia abajo de él con valores negativos: equipos de telefonía y fax (-10,8%) y servicios de alojamiento (-6,3%), por ejemplo.

¿Cuáles son las perspectivas? Según David Cantarero, catedrático de Economía de la Universidad de Cantabria (UC), «la cesta de la compra no tiene muchas posibilidades de rebajarse en cuanto a su costes de cara a este verano. Sería conveniente que se prorrogasen las medidas de rebaja de IVA y fiscales pues si no la inflación subirá con fuerza en este verano».

«El encarecimiento de la electricidad y de los servicios turísticos seguirán presionando al alza. También es de esperar un repunte de la inflación subyacente, que es el indicador clave». Ésta es la tasa que permite analizar el cómo se comportan los precios en la cesta de la compra de los productos y servicios diarios, al no incluir los costes energéticos ni los alimentos no elaborados, que son los más volátiles.

La retirada de parte de las medidas de apoyo puestas en marcha para combatir el impacto de la inflación en hogares y empresas está teniendo un efecto directo en esta tasa del IPC desde el arranque del año. En enero la inflación se situaba en el 3,4%; en febrero los precios se contuvieron hasta el 2,8%, la primera ocasión en que la tasa se reducía por debajo del 3% desde agosto de 2023. En marzo volvió a repuntar cuatro décimas hasta situarse en el 3,2%, motivado principalmente por la subida del IVA de la luz tras decaer parte de las medidas anticrisis ya que el IVA de la luz llevaba reducido tres años, desde junio de 2021.

Recién acabado mayo, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) subraya que, pese a registrar valores negativos, la luz ha sufrido un considerable repunte. El coste medio del MWh en el mercado mayorista ha alcanzado los 30,4 euros, lo que se traduce en que la factura media ha aumentado hasta 54 euros. No es el mejor escenario energético para dar la bienvenida al verano, teniendo en cuenta que se anuncia muy caluroso y que en muchos casos obligará a usar ventiladores y aire acondicionado para soportar mejor las altas temperaturas que se anuncian, un consumo que coincidirá con precios altos de la electricidad. y que se dispara en las horas punta, cuando más calor hace.

«La inflación es un fenómeno que nos afecta as todos, y el ejemplo más claro lo tenemos en los alimentos: apesar de que la inflación ha disminuido en determinados sectores, es verdad que ciertos productos no han visto reflejada esa reducción en sus precios», explica Paloma Lanza-León, profesora e investigadora del Departamento de Economía de la UC. «Lo que vemos es que los precios de los alimentos están influenciados por las materias primas, costes de transporte, la energía que se utiliza para su producción o incluso por factores externos como la guerra de Ucrania. Ante esto, las empresas lo que hacen es trasladar este incremento al precio final del producto, lo que deriva en que esa subida de precios la tengamos que asumir los consumidores finales».

«El consumidor es quien sale perjudicado de esta situación al tener un menor poder adquisitivo en el caso de que los salarios no aumenten al mismo nivel que los precios lo hacen, una situación que perjudica especialmente a los hogares de renta media-baja».

Según Lanza-León, es de esperar que la inflación siga creciendo durante los meses de verano. «Suben los precios en relación a los restaurantes, el ocio, el turismo... dado el mayor uso de determinados servicios y debido a una mayor demanda. En determinadas épocas del año, como también sucede durante la Navidades, la inflación está más presente desde el lado de la demanda».