Cantabria arrastra un 16% menos de lluvias en un año salpicado de fenómenos atípicos
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Tras inundaciones, la noche más cálida de la historia y los efectos de la gota fría, la región se enfrenta ahora a la amenaza de la sequíaCantabria ha acumulado 945,1 litros de lluvia en los últimos doce meses, un 16% menos que la media en los treinta años de registros. El dato procede del balance del año hidrológico facilitado ayer por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), un reflejo ... de la precipitación acumulada desde el 1 de octubre de 2018 hasta hoy. Para mayor antojo de los números, los datos contrastan de lleno con el informe de 2018, marcado por los doce meses más lluviosos de la última década. No es el único fenómeno destacable que acompaña al recuento. Lo han visto los ciudadanos diferentes puntos de Cantabria en los últimos meses. El tiempo en la comunidad autónoma registra con cada vez más frecuencia una acumulación de fenómenos más agudos y severos. Para hacerse a la idea, el año hidrológico, que terminará el día 30 es, por el momento, el cuarto más seco desde 1965.
Este trastorno se puede manifestar a través de inundaciones como las de enero, «las peores de la historia», como definió en su día el presidente Miguel Ángel Revilla; en pelotas de granizo del tamaño de un melocotón, como las caídas el día 3 de julio en Liébana; en temperaturas de más de 30 grados en plena madrugada-el 9 de agosto fue la noche más calurosa de la historia-; o como tuvieron que comprobar los vecinos de Sopeña, Renedo de Cabuérniga y la ribera del Saja en las últimas semanas: con una crecida que se llevó todo a su paso. El tiempo da cada vez más síntomas de estar acumulando fenómenos dispares e intensos, sorprendiendo muchas veces a los expertos, las alertas y las previsiones. Para muestra el «verano de contrastes» en cuanto a temperaturas y precipitaciones que la región dejará atrás este lunes, como informó el jefe regional de Climatología de la Aemet, Juan José Rodríguez. Junio fue más bien frío, tanto que registró -0,3 grados en Nestares el día 12, lo que «no es muy frecuente», según el experto; pero es que, al otro lado de la balanza, julio fue un 40% más lluvioso de lo habitual; y agosto, por su parte, «caluroso».
Las peores inundaciones (24/01/19). Las riadas más fuertes de la historia de Cantabria. El 24 de enero la lluvia se cebó con la comunidad autónoma como nunca antes en la historia: más de cien de evacuados, 62 municipios afectados por unos daños que, en total, ascienden a 17 millones de euros. Los Corrales, Ruente, Cabuérniga o Molleda y Santa Olalla estuvieron incomunicados.
Madrugada a 30 grados (09/08/19). La noche más calurosa desde que hay datos. Después de un día de bochorno y con temperaturas de récord, el sol dio paso a una madrugada sin precedentes el 9 de agosto. Para hacerse a la idea, Santander, por ejemplo, no bajó de los 30 grados hasta pasadas las cuatro de la madrugada. En San Vicente, la máxima de la noche llegó a las tres.
Dos extremos en segundos (03/07/19). Granizos como «pelotas de tenis» en Liébana. El tiempo está loco», resumieron los vecinos de Lamedo y Buyezo, en Cabezón de Liébana, después de ver el tamaño del granizo que cayó del cielo el miércoles 3 de julio, en pleno verano. Al día siguiente, el tiempo pasó del bochorno a la lluvia, truenos y granizo en cuestión de minutos.
El castigo de la gota fría (10/09/19). La crecida del Saja afecta a los vecinos de la ribera. La nieve no originó problemas, pero la lluvia sí. El día 10 de este mes, las fuertes precipitaciones provocaron una crecida del río Saja a su paso por las localidades de Sopeña y de Renedo de Cabuérniga, tanto que tuvieron que intervenir efectivos del Parque de Bomberos de Valdáliga.
El 16% de déficit de lluvias registrado en los últimos doce meses se debe fundamentalmente a una razón: quitando la parte occidental de la región, Cantabria se encuentra en medio de una «sequía meteorológica», el nombre que ponen los expertos del organismo público para nombrar una situación de «escasez continuada de las precipitaciones». Sus consecuencias son más que visibles en el balance climatológico de la Aemet. Cantabria sólo ha tenido dos meses 'pasados por agua': enero, que fue muy húmedo; y julio, húmedo a secas. El resto del calendario se movió entre la categoría de «normal» -la forma de hablar del organismo cuando los datos se ajustan a los registros cercanos a la media- «seco» y «muy seco».
Consecuencias a futuro: ese dieciséis por ciento de precipitaciones pendientes se traduce en que, como informa el Ministerio para la Transición Ecológica, Cantabria hoy está un poco más cerca de tener temperaturas más elevadas, como de hecho parece que viene el otoño según la Aemet; además de vientos de fuerte intensidad, más horas de sol...
Un poco de todo y de forma más significativa, una disparidad que resulta cada vez más habitual. Por eso el delegado provincial del organismo público, José Luis Arteche, quiso poner el acento en esta deriva y en su relación con el cambio climático. «Fenómenos severos ha habido en toda la historia, pero en los últimos años sí que hay una propensión significativa a que se acumulen efemérides», expresó. Cada verano parece ser el más caluroso; las lluvias, las más fuertes; los temporales, los más violentos. Sobre la sequía meteorológica en la que se encuentra Cantabria, Arteche aseguró que «de momento se trata de una escasez de lluvia y no hay que caer en el alarmismo, pero hay que estar muy atentos por si se prolonga esta situación y sobre todo, si el próximo invierno viene seco». Entonces habrá que preocuparse más.
¿Y por qué se produce esta deriva? Arteche aclaró que esta sucesión de «fenómenos extraños» no debe atribuirse sólo al cambio climático: «Lo que preocupa no son los últimos cinco años, sino la tendencia que se está demostrando científicamente de un aumento claro de las temperaturas». La escasez de agua, que atraviesa también Galicia, Castilla y León y el oeste del País Vasco -por nombrar regiones limítrofes, pero llega a casi toda España- puede ser la antesala de otros tipos de sequía más agudas, como la hidrológica, cuando no hay suficiente agua para abastecer la demanda existente; o la agrícola, la que pagarían los cultivos. De momento no es el caso de estos dos supuestos.
Las previsiones que maneja la Aemet para el otoño -que empieza el 23 de septiembre a las 09.50 horas- van en la línea de los síntomas que avanza Transición Ecológica: viento sur y subida «considerable» de las temperaturas. Además, parece que no será cosa de un único arreón, y la estación será «más cálida de lo habitual», como avanzó Arteche.
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