Cantabria y Asturias, a la greña por la botella de sidra

Cantabria y Asturias siempre se han considerado hermanas, pero con el tema de la sidra no acaban de ponerse de acuerdo. Este reputado caldo se produce en todo el norte del país, pero en el Principado se consideran los dueños exclusivos de la botella. Eso les hizo registrar el modelo 'molde de hierro' en el año 2000. La mayoría de productores de otras comunidades, después de que el colectivo les amenazase con llevarles a los tribunales, decidieron cambiar de envase.

Pero, como en el cómic de Astérix y Obélix, se toparon con una pequeña aldea, esta vez en Cantabria, que estaba dispuesta a resistir y desoyó su petición. Gómez Solórzano explicó por entonces en una entrevista en este periódico que la botella no era de origen asturiano: «Fue creada por un inglés, Henry Ricketts, en 1821 en Bristol, y la patente se extinguió en 1835. En 1880 una vidriera asturiana comenzó a fabricarla para envasar sidra natural. La Asociación de Sidra Asturiana, a pesar de que ya existía y no les pertenecía, la registró en patentes y marcas. Hace muchos años que la vidriera asturiana cerró sus puertas, por lo que en la actualidad sólo se fabrica ese molde en Burgos y Portugal».

Los lagareros asturianos no se esperaban el órdago de la empresa cántabra, así que no les quedó más remedio que acudir a la justicia. Sorprendidos, vieron como Gómez Solórzano les ganaba los dos primeros envites. Ni el Juzgado de lo Mercantil de Santander ni la Audiencia Provincial de Cantabria atendieron sus ruegos. Así que jugaron todo a la baza del Supremo. Finalmente, el Alto Tribunal dictó sentencia el pasado 19 de julio, en el que estimaba el recurso presentado y reconocía la validez del registro de la botella 'molde de hierro' como marca propia. En definitiva, a partir de ahora sólo puede ser utilizada por los productores adheridos a su asociación.

La noticia ha caído en Cantabria como un jarro de agua fría. El propietario de Sidra Somarroza no quiso ayer valorar la sentencia. «Me cogéis embotellando, a tope de trabajo», se excusó. Quien sí lo hizo fue el consejero de Desarrollo Rural, Pablo Palencia, que aseguró acatar la sentencia «con preocupación». En su opinión, «al igual que ocurre con Asturias y con el País Vasco, Cantabria tiene mucha fortaleza en la producción de manzanas y en la transformación en la sidra, porque además es algo que va en el ADN de la cultura que llevamos. Es una producción complementaria y sinérgica», dijo. «No podemos más que aceptar la decisión del Supremo», apostilló, al ser preguntado por los periodistas.

La sentencia no se queda ahí. También condena a Sidra Somarroza a indemnizar al colectivo de productores asturianos con el 1% de la cifra de negocio alcanzada con la venta de la sidra durante los cinco años anteriores al procedimiento judicial, a reintegrar los gastos de investigación -cifrados en 205 euros- y a publicar una reseña de la resolución en un diario de tirada nacional, en su propia página web y en sus perfiles de Facebook y de Twitter.

El lagar cántabro lleva 13 años vendiendo sidra. Salió al mercado en 2010, cuando precisamente no había ninguna bebida de este tipo comercializada en Cantabria. Ahora dispone de 11 referencias distintas y la producción anual estimada es de 160.000 litros, una cifra considerable sobre todo porque procede completamente de un trabajo artesano. Gómez Solórzano espera superar este año esa cifra, ya que según las reglas de la denominada 'vecería' -en Asturias llaman así al cultivo del manzano de sidra-, hay ejercicios con cosechas muy elevadas -como se espera de este- y otros en los que es escasa o prácticamente nula.

Somarroza puede presumir de la calidad de su producto. Este año ha ganado en el Salón Gourmets de Madrid el primer premio al mejor producto ecológico entre las propuestas de 2.014 expositores y más de 55.000 referencias. Además, se ha traído seis galardones de la 'Ciderworld Frankfurt', en Alemania, que es una de las ferias internacionales más importante del mundo especializada en el ámbito de la sidra.

No es la primera vez que el Tribunal Supremo dirime acerca de la potestad de un envase. Ya confirmó que la característica botella de Cointreau -un licor de naranja francés- es una marca tridimensional internacional y no puede ser replicada sin autorización. En otra ocasión, obligó a Codorníu a retirar y destruir el cava que elaboraba en una botella blanca esmerilada por ser igual al de la gama Carta Nevada, de Freixenet. En la Unión Europea se han concedido marcas propias a las cajas de chocolate Toblerone y Tiffani o la característica botella de Moët Chandon.