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«No podemos encontrar médicos donde no los hay». Es la respuesta que repiten como un mantra tanto el consejero César Pascual como el gerente ... del Servicio Cántabro de Salud (SCS), Luis Carretero, en cada reunión con los alcaldes que sufren las ausencias de facultativos en sus respectivos centros de salud y consultorios, con la consiguiente presión vecinal cuando no llegan los sustitutos. Así que hay que extender la búsqueda. Y ahora sí, Sanidad abre la puerta a «los extracomunitarios con el título homologado y la especialidad de Medicina de Familia», como ya hace tiempo que vienen haciendo otras comunidades autónomas. «Cantabria va un poco por detrás», reconoce el gerente, que confía en que las condiciones que se les van a ofrecer, que pasan «por tres años de contrato», anime a estos profesionales a venir.
Para ello, difundirán la oferta a través de colegios profesionales, sociedades científicas y demás foros médicos. Urge captar candidatos a incorporarse a la plantilla de Atención Primaria. No solo porque no hay ni un solo profesional sustituto disponible, sino porque de media se jubila en Cantabria «un centenar de médicos cada año» -lo cual implica que el goteo de despedidas no cesa- y porque la remesa de los médicos residentes (MIR) que habitualmente en mayo salta al mercado laboral, este año no podrá hacerlo hasta octubre, por la interrupción en su formación obligada por la pandemia de covid, hace justo cuatro años.
Una circunstancia que complicará aún más cuadrar las carteleras del verano. Y con ello cuentan los gestores sanitarios, pendientes de las soluciones que aporte el Ministerio para compensar ese vacío de profesionales de relevo en la época más intensa del año por la afluencia de visitantes y el aumento de la demanda sanitaria, por un lado, y por tratarse de las fechas por excelencia para las vacaciones, también en hospitales y consultorios.
De entrada, en febrero algunas comunidades sugirieron en el seno del Consejo Interterritorial favorecer una «graduación exprés» de la generación del MIR covid para que terminaran en mayo, una propuesta que el consejero cántabro de Salud tampoco veía descabellada, dadas las circunstancias. Sin embargo, en declaraciones a este periódico, el gerente del SCS recuerda que «ese planteamiento choca con la necesidad de formar de manera adecuada a estos profesionales». Una crítica que ha surgido tanto entre las sociedades científicas como en el Sindicato Médico de Cantabria, que defiende que «no se debe acortar la formación de cuatro años» -rechaza de plano adelantar esa graduación cuatro meses- «ni ofrecerles ningún otro tipo de contrato mientras esté vigente su formación como MIR. Sería absolutamente ilegal». Tras la controversia generada, aquella idea se frenó. Es por eso que Carretero subraya que «debe ser el Ministerio el que tiene que ofrecer una alternativa global para ofrecer a las comunidades».
Desde el SCS, que aún estudia la forma de incentivar las plazas de difícil cobertura -y los pueblos, sobre todo los más distantes de la ciudad y con mayor dispersión geográfica, lo son-, ha dado prioridad al agujero en la plantilla que arrastra el Hospital de Laredo y que requería un plan de urgencia. «Estamos negociando con la mesa sectorial para establecer algún incentivo de estabilidad en el empleo. Después, seguiremos la misma estrategia en Atención Primaria», donde la novedad será extender la búsqueda entre los médicos extranjeros con título homologado, que durante años tuvieron bloqueado el acceso a la sanidad pública, pese a haber realizado incluso el MIR en España. Esta solución ya fue apuntada hace meses por el consejero en una intervención parlamentaria, en línea con la experiencia de otras comunidades que van por delante, pero ahora ya es efectiva.
«Intentaremos traer a Cantabria a alguno de estos profesionales extranjeros, con contratos de tres años, que es el máximo que se puede ofertar a personal interino», dice Carretero. Y no encontrará la oposición sindical, en principio, «siempre y cuando esos facultativos hayan pasado por la homologación estricta de su titulación como especialista», advierte el Sindicato Médico.
El gerente del SCS admite que «aún no hemos dado con la fórmula para que la contratación sea interesante para el profesional, en unas condiciones laborales atractivas, y a la vez podamos recuperar esa flexibilidad que necesitamos» para suplir bajas en distintos centros, que antes se cubrían con los llamados contratos de continuidad -suprimidos la legislatura pasada tras la huelga médica-. En definitiva, retomar esa movilidad que antes permitía disponer de una bolsa de médicos para cubrir huecos allí donde se generaban. Carretero entiende que, de hacerlo, tendría que ser en «mejores condiciones laborales que las que tenían entonces y, tal vez, con una exigencia de movilidad más acotada». Y aunque sabe que hay mucho que negociar, espera en tenerlo atado «antes del verano».
Después, a más largo plazo, «la idea es ir incorporando nuevas tecnologías para que la consulta no sea la única vía de comunicación con el paciente, para complementar esa asistencia presencial». Pero deja claro que «vamos a hacer todo lo posible para resolver los problemas de falta de personal que nos vayan surgiendo y para que los pacientes lo sufran lo menos posible». En la actualidad, el mayor escollo está en Liébana, donde «hay dos vacantes de médicos de familia», que se notan sobremanera cuando surgen bajas imprevistas entre el resto de los compañeros -entonces, faltan manos y horas para llegar a todas las consultas repartidas por la comarca-.
Pero de lo mismo se quejan en Penagos, en Soba, en Voto... «Van apareciendo casos puntuales, que varían casi cada día», sostiene el gerente, que distingue esas ausencias de corta duración, que muchas veces se pueden suplir tirando de autocobertura (entre los compañeros), de los puestos de plantilla sin cubrir, que es lo que ocurre en Potes. Es por eso que no cifra los pueblos que están sin médico -aunque el consejero dijo esta semana en un foro sobre absentismo laboral que sumarían 41-. Carretero precisa que, «en realidad, 41 es la necesidad de médicos que nos gustaría tener en condiciones ideales, pero las incidencias en consultorios son mucho menores. Como ejemplo, el jueves de los 117 consultorios rurales faltaban trece médicos, por enfermedad o vacaciones. Y la jornada anterior, eran diez». La clave es que allí donde faltan es casi seguro que no llegará un sustituto, lo que obligará a los pacientes a desplazarse al centro de cabecera o a los médicos de esa zona básica de salud a repartirse el trabajo extra. «Tengo que resaltar el esfuerzo que están haciendo los profesionales», concluye.
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Ana del Castillo
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