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El verano cálido y seco que está viviendo Cantabria ha traído consigo las primeras consecuencias de la sequía, un problema que hasta ahora era prácticamente ... inexistente en la región. Quizás por eso sus habitantes nunca han sido conscientes de que cada vez que vacían la cisterna del baño se van por el desagüe 6 litros de agua –10 si el dispositivo es de los antiguos–, que una ducha gasta entre 8 y 15 litros por minuto y que llenar la bañera supone acumular 135. Además, si la casa cuenta con jardín o huerta y tiramos de manguera, salen 8 litros por minuto de las tuberías. Esto explicaría en parte que los cántabros sean los españoles que más agua gastan al día de todo el país: 165 litros. Por comparar, 32 más que la media nacional (133). Así lo recoge la 'Estadística sobre el suministro y saneamiento del agua' que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística (INE) con datos de 2020.
4,1%es lo que ha bajado el consumo de agua en Cantabria respecto al último estudio de 2018.
133litros por habitante y día es el consumo medio del conjunto del país.
El informe es bienal, por lo que el último refleja la situación del primer año de la pandemia. Por entonces, la climatología durante el verano fue más lluviosa, por lo que no hubo problemas como ha sucedido en este, donde las autoridades han tenido que tirar de los camiones que habitualmente usan los bomberos para apagar los incendios para rellenar depósitos municipales en varias poblaciones y también para saciar la sed de los animales que los ganaderos tenían pastando en los montes. Andalucía (138 litros) y Aragón (134) fueron las comunidades que menos gastaron, pero llama la atención que las vecinas Asturias y País Vasco –sobre todo, esta última– consumieron mucho menos, sobre todo teniendo en cuenta que el tiempo es prácticamente el mismo. Cada asturiano empleó 29 litros menos y cada vasco 68 menos. Aun así, Cantabria logró reducir el consumo un 4,1% con respecto al anterior estudio del INE correspondiente a 2018.
El cambio climático ha convertido el agua en un bien preciado que empieza a escasear, ya no en países tan lejanos, también aquí en España. Incluso Cantabria ha sufrido este verano dos olas de calor y la sequía ha obligado a alcaldes de varios municipios a tomar medidas restrictivas como cerrar el grifo de las duchas en las playas –como sucedió en Laredo– o hacer llamamientos a un consumo responsable. Ante este panorama, los expertos consultados debaten sobre cuáles pueden ser las claves para el futuro. «Lo más importante a partir de ahora va a ser la eficiencia, un aspecto en el que aún queda camino por recorrer», afirma Enrique Cabrera, vicepresidente de la AsociaciónInternacional del Agua (IWA).
«Lo que debería cambiarse, por tanto, es el discurso que se ha empleado históricamente. Hasta ahora, cuando faltaba agua, se traía. Bien fuera a través de un trasvase o construyendo más embalses o plantas desaladoras», añade Cabrera.
En cambio, el director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín, Alberto Garrido, cree que aún se puede mejorar la educación ciudadana. «Es complicado porque en Cantabria, al ser mayormente verde al llover de manera habitual menos este verano, es más complicado tomar conciencia que en otros lugares mucho más secos como Murcia o Córdoba, por ejemplo, donde todo el mundo sabe que tiene que ahorrar», señala.
«Lo que tenemos que plantearnos es cómo podemos vivir con menos agua y ahí también es clave la tecnología con la que contamos en nuestros hogares», añade Cabrera. «Estoy de acuerdo en que hay que educar al consumidor, pero no sólo con anécdotas. En el norte de Europa, por ejemplo, tienen mucha más agua que en España y, sin embargo, son más conscientes de que no deben malgastarla. Por eso la cobran muchísimo más cara», concluye.
El motivo del alto gasto es algo que tratan de dirimir los expertos, que, aunque no tienen una respuesta concreta, sí que apuntan algunas vías. «Me cuesta creer que sea un problema de concienciación social porque el País Vasco está al lado, el tiempo climatológico es muy parecido y no explica esa diferencia de casi 70 litros», apunta Enrique Cabrera, vicepresidente de la Asociación Internacional del Agua (IWA, por sus siglas en inglés). «Por eso, los datos hay que leerlos con perspectiva», insiste. Por su parte, Alberto Garrido, director del Observatorio del Agua de la Fundación Botín, toma otro camino. «El agua que llega al grifo de las casas en Cantabria es muy barata, y donde el agua es barata se tiende a consumir mucho más», subraya. Y ahí existe una correlación, como se puede observar en el gráfico y la tabla que acompañan esta información. Las comunidades que menos agua emplean por habitante y año son aquellas en las que los consumidores tienen que rascarse más el bolsillo. «Seguramente aquí va a pasar lo mismo que con la energía. Hasta hace poco, nadie reparaba en la potencia de las bombillas y ahora miramos cuál es la hora más barata para poner la lavadora», afirma Cabrera. «Con el agua, acabará sucediendo lo mismo. Aunque los datos no son para alarmarse. Hay países en los que consumen el doble o el triple que Cantabria», señala Cabrera.
Enrique Cabrera
Asociación Internacional del Agua
Alberto Garrido
Observatorio del Agua F. Botín
Los expertos también aportan otros factores. «Hay que tener en cuenta el tipo de edificaciones, si hay muchas casas unifamiliares, si hay piscinas, si al ser una zona cada vez más turística hay municipios que multiplican su población... Y también influye la renta per cápita a la hora de contar con electrodomésticos ahorradores», enumera Cabrera.
«También hay que valorar la actividad agropecuaria, que sin duda es otro de los motivos que podría explicar el consumo en Cantabria», recalca Garrido. La región, en cambio, fue una de las que menos agua registró y distribuyó a los usuarios: 49.457.000 metros cúbicos, un 1,6% del total de España. Los hogares cántabros consumieron sólo un 1,5% del total nacional y los sectores económicos un 2,1%. Las más derrochadoras fueron las casas de Andalucía (18,7%), Cataluña (15,1%) y Madrid (13,9%), y los sectores económicos de Andalucía (16,7%), Cataluña (13,7%) y Madrid (10,3%).
El estudio del INE sólo refleja el agua que pasa por el contador y, por tanto, es cuantificada. No recoge la que se pierde en las fugas que, sin duda, elevaría actualmente el gasto diario de 165 litros por habitante y día. Esta anomalía sucede en las dos principales núcleos poblacionales de la región.
En Torrelavega es más alarmante. Allí se desperdician hasta 300.000 litros a cada hora que pasa por las taras en la red, literalmente la mitad del suministro, unos 600.000 litros/hora. El consistorio trata de localizar por dónde se pierde tanto líquido, aunque lo tiene más o menos claro: en la conexión del suministro con los hogares de la ciudad –los últimos tramos–, lejos de los diez depósitos municipales.
En Santander, en cambio, la empresa concesionaria del servicio, Aqualia, traslada pérdidas del 12,8%, unos 76.800 de cada 600.000 litros si se toma como referencia el mismo caudal.
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