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Cantabria fue la región española que registró un mayor incremento de la mortalidad el pasado año, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que contabilizan un acumulado de 7.044 defunciones en 2022, lo que supone un aumento del 16,79% respecto a ... 2021, que cerró con 6.031. Son las cifras que aparecen en la estimación del número de defunciones semanales del INE, actualizadas hasta la cuarta semana de 2023, que ya suma un total de 594 óbitos en la región, que son el 6,87% menos de los que se habían registrado en el mismo periodo de 2022, 638.
El crecimiento del número de decesos en Cantabria no tiene comparación en ninguna otra comunidad autónoma: en Navarra, que experimentó el segundo mayor aumento en el país, fue del 8,65%, prácticamente la mitad que en la región. En el extremo opuesto, Andalucía, donde solo creció un 0,22%; en el conjunto de España alcanzó el 3,26%.
La región superó, en 2022, la barrera de las 7.000 muertes anuales, más incluso que durante el año de la pandemia (fueron 6.553 en 2020). El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III, identificó un exceso de 1.065 defunciones a lo largo del año pasado en Cantabria. En el informe se observa que hubo cuatro meses en que el número de muertes fue muy superior al de las esperadas: enero (695 frente a las 551 estimadas: 144 más), febrero (597 frente a 494: 103 más), julio (694 frente a 477: 216 más) y agosto (583 frente a 478: 105 más).
La variante Ómicron del coronavirus, que disparó el número de contagios en el arranque de 2022, se tradujo también en un mayor número de muertes por covid, que alcanzaron niveles similares a los de los meses más duros de 2020. Pero las alarmas saltaron en verano, cuando, superada esa ola del virus, se constató que en la región estaba falleciendo más gente de lo habitual y lo previsible, y proporcionalmente más que en el resto del país. Este exceso de mortalidad afectaba especialmente a septuagenarios, con un llamativo incremento de mujeres fallecidas.
En un año que podría considerarse normal, se producen más muertes durante el primer trimestre, relacionadas frecuentemente tanto con los rigores invernales como con la temporada de gripe. La excepcionalidad de 2022 consistió en que ese nivel elevado se mantuvo durante los meses siguientes, hasta marcar un pico en el periodo estival.
Se apuntó a la ola de calor que afectó durante el verano a Cantabria –como al resto de España–, como una de las causas que podrían explicar este mayor número de defunciones. De ser así, quedaría por aclarar cómo en otras comunidades donde soportaron temperaturas más extremas las víctimas del calor no aumentaron en la misma proporción.
Lo cierto es que no se ha hallado una causa que justifique el incremento porcentual de muertes que, con distinta intensidad –siempre menor– se produjo en todas las regiones. Los expertos consideran que se debió a un cúmulo de razones: si la ola de calor contribuyó a ello, también pudieron hacerlo el covid no diagnosticado, las patologías desatendidas por causa de la pandemia e incluso el propio envejecimiento de la población.
Ninguna de ellas es una explicación que, por sí misma, resuelva la incógnita. El envejecimiento progresivo e imparable de los cántabros puede marcar una tendencia, pero difícilmente explicar un súbito aumento de las defunciones; el infradiagnóstico de covid puede ser una razón válida en algunos casos, al agravar o descompensar otras dolencias que acaben provocando la muerte del enfermo. Sin duda, la desatención de pacientes con patologías crónicas o no evaluadas por el efecto del covid en el sistema sanitario, que provocó un aumento de las listas de espera que aún no se ha resuelto, también ha de ser tenido en cuenta.
Y mientras el número de muertes asciende a máximos, el de nacimientos cae a mínimos: 2022 fue también el año con menos bebés en Cantabria, 3.274. 2017 fue la última ocasión en que la cifra de nacimientos en la región superó los 4.000: fueron, exactamente, 4.118. Año tras año, el número desciende, de forma lenta pero imparable: 3.805 (2018), 3.547 (2019), 3.407 (2020), 3.285 (2021), hasta llegar a 2022, con 3.274.
Sin necesidad de grandes cálculos, se hace evidente la diferencia cada vez mayor entre muertes y nacimientos: solo en 2022 murieron 3.770 cántabros más de los que nacieron.
El 1 de enero de 2022 había en Cantabria 585.402 personas empadronadas. Sin el efecto del saldo migratorio, la cifra de cántabros sería a 1 de enero de 2023 de 581.632. El año anterior, 2021, la cifra de defunciones superó en 2.746 a la de nacimientos, y a pesar de ello la población de Cantabria experimentó un aumento de 895 personas, según el padrón de habitantes del Instituto Cántabro de Estadística (Icane).
Aunque el aumento de muertes que registró Cantabria durante el verano se achaca, en parte, a la ola de calor que sufrió la región –y que también afectó al resto de España–, los informes del Instituto de Salud Carlos III determinan que en 2022 las bajas temperaturas produjeron muchos más fallecimientos que las altas. Según concluye, en Cantabria hubo un total de 78 decesos atribuibles a la temperatura, pero en el recuento que efectúa por meses, entre mayo y noviembre solo consigna tres: uno en julio y dos más en septiembre. Enero, con 46 fallecimientos; febrero, con doce, y abril, con diez, fueron los que sumaron más víctimas.
El descenso de la natalidad afecta al conjunto del país, que obtuvo en 2022 la peor cifra de los últimos ochenta años con 329.812 nacimientos, lo que supone un descenso del 2,58% con respecto a 2021 y el dato más bajo desde que comenzaron los registros del INE, en 1941.Prácticamente la mitad de las cincuenta provincias españolas, 24, anotaron su peor dato histórico en 2022.
Soria, con la llegada de 524 bebés, fue la provincia que apuntó el número de nacimientos más bajo de toda España. La tasa de natalidad más baja del pasado año la registró Zamora, con 4,07 nacimientos por cada 1.000 habitantes. En el extremo opuesto, Almería (9,31) y Murcia (8,85), tuvieron los mayores valores.
Sin duda, la situación es bien diferente de la de los años del 'baby boom'. En 1964 nacieron 697.697 niños en España, la cifra más alta desde que hay registros, lo que supone algo más del doble de los que nacieron en 2022. En la región, el récord de natalidad se alcanzó en 1957, cuando vinieron al mundo 9.737 niños en lo que era entonces la provincia de Santander. Sin llegar a esos números, la gráfica de nacimientos marca otros picos en 1976 –con 9.072 nacimientos–, y en 2008 –5.886–.
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