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MADA MARTÍNEZ
Sábado, 12 de febrero 2022, 07:38
Cantabria estrenará el próximo curso una nueva dotación en el sistema educativo: una Unidad Educativo-Terapéutica (UET) para alumnado de 6 a 16 años que presente problemas de salud mental. Estará lista en septiembre, se desplegará previsiblemente en dos aulas -una de 6 a 12 ... años y otra de 12 a 16 para cubrir así todo el tramo de escolarización obligatoria- y contará con dos equipos que trabajarán conjuntamente: uno de carácter docente y otro clínico. El proyecto arrancará en Santander e incluirá, además, los servicios complementarios de comedor y transporte para facilitar la asistencia del alumnado que resida en otras localidades.
Si la meta siempre ha de ser que ningún alumno pierda comba en sus estudios, las consejerías de Sanidad y Educación se han propuesto que el alumnado con algún problema de salud mental, concretamente cuando atraviese un momento «en el que el curso de sus trastornos haga inviable su estancia en sus centros educativos ordinarios», tampoco vea mermado o trastocado su acceso a la educación.
Ambos departamentos llevan meses trabajando en la puesta en marcha de un recurso con el que ya cuentan otras comunidades autónomas, como es el caso de País Vasco. El borrador del proyecto, señalan, está «muy avanzado». Cantabria trata de dar respuesta, con esta Unidad Eductivo-Terapéutica a una realidad creciente, que la pandemia ha traído al frente y que ha puesto en guardia a la comunidad educativa: el alumnado que necesita una atención educativa distinta a la que se presta en un colegio o en un instituto al uso por motivos de salud mental.
Con la unidad, Sanidad y Educación quieren reforzar, subrayan, los recursos de atención a la salud mental con los que ya cuentan. En el caso de la Consejería de Sanidad que gestiona Miguel Rodríguez, se trata del Plan de Salud Mental Infanto Juvenil, y en el del departamento en manos de Marina Lombó, de los programas de Atención a la Diversidad.
Esta Administración, en línea con el abordaje de la salud mental en los entornos educativos, anunciaba a finales de enero que está trabajando en una guía de actuación para prevenir el suicidio desde las aulas. La comunidad educativa y los profesionales médicos también ha puesto sobre la mesa la necesidad de encarar con más herramientas la bautizada como pandemia silenciosa, que también hace mella entre los jóvenes.
Con esta Unidad Educativo-Terapéutica se podrá dar cobertura a los estudiantes cántabros que no están hospitalizados y que asisten a centros educativos ordinarios, pero que, en un momento dado, «presentan síntomas psicológicos o conductuales» que por un tiempo les impiden continuar con sus rutinas escolares y de socialización en sus colegios o institutos de referencia. Necesitan, por tanto, «un doble abordaje»: el educativo y el clínico.
Se trataría, por ejemplo, de alumnos que presentan trastornos de conducta, trastornos de personalidad o de tipo psicótico, que llevan una vida normalizada y que pueden sufrir un agravamiento de su situación en momentos concretos. Será en esos periodos cuando tendrán a disposición este recurso, que, genuinamente, tiene un carácter temporal, transitorio. ¿Por qué? Porque la meta es siempre la reincorporación a los centros educativos.
En la unidad compartirán espacio dos equipos que trabajarán coordinados. Por un lado, está el equipo educativo, integrado al menos por un docente de Orientación Educativa, otro de Pedagogía Terapéutica (PT), un profesor técnico de Servicios a la Comunidad y dos docentes más: uno del ámbito científico-tecnológico y otro del lingüístico y social. Por otro lado, está el equipo clínico, en el que se incluirían un psicólogo clínico, una enfermera especialista en salud mental e interconsulta con psiquiatra infanto-juvenil. Se podrá proporcionar, de esta manera, «atención integral junto con el equipo educativo».
Para incorporarse a la Unidad Educativo-Terapéutica a partir del próximo curso será preciso presentar un diagnóstico del Servicio de Salud Mental Infanto Juvenil -o estar en proceso de recibirlo-; y presentar necesidades educativas especiales o necesidades específicas de apoyo educativo por condiciones ligadas a la salud física y mental. Y será condición indispensable «haber recibido o recibir atención y seguimiento» por parte de ese Servicio Salud Mental Infanto Juvenil. En cualquier caso, la incorporación a la Unidad habrá de ser aceptada por la familia o tutores legales del estudiante.
La unidad se unirá a dos estructuras que ya funcionan desde hace años en Cantabria para atender al alumnado cuya salud queda dañada. Por un lado, está el Aula de Atención Educativa Hospitalaria, que presta servicio al alumnado ingresado en Valdecilla. La meta de esta aula es que los estudiantes «puedan continuar con sus aprendizajes y facilitar así su reincorporación a las aulas pasado el tiempo de ingreso», indican las Consejerías.
Por otro, figura el Servicio de Atención Domiciliaria, a disposición de las familias cuando un alumno ha de permanecer en su casa, durante al menos tres semanas, a causa de una indisposición que no necesita de hospitalización.
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