Cantabria contará con grupos de ayuda mutua para personas en duelo por suicidio

Culpabilidad, ira y vergüenza son algunas de las emociones que rodean a familiares a la hora de atravesar un duelo por la pérdida de un ser querido por suicidio. La invisibilización y el estigma que acompaña a esta situación desemboca en que muchas de estas personas no encuentren a nadie con quien hablar del tema. Algo que se verá solucionado en Cantabria en «los próximos meses».

La asociación Paisaje –referente en la región para la prevención, atención e investigación del suicidio– contará con la ayuda inicial de Papageno para poner en marcha este proyecto. Esta plataforma para profesionales involucrados en la prevención y la postvención de conductas suicidas cuenta con experiencia a la hora de poner en funcionamiento estos grupos de ayuda mutua tras hacerlo previamente en otras comunidades autónomas como son Andalucía y Galicia.

«El duelo es un proceso natural. Lo que ocurre es que en el caso del suicidio, como frecuentemente no lo pueden expresar de forma adecuada y no encuentran apoyo social, se convierte en un proceso complicado. Y es importante que encuentren recursos para afrontarlo», subraya Daniel Jesús López, psicólogo y presidente de Papageno. «Históricamente la muerte y el suicidio han sido tabú y eran hasta un delito y un pecado. Nosotros venimos de una cultura católica que siempre ha considerado que la vida le pertenecía a Dios y que era el único ente que podía decidir, pues eso de que alguien lo hiciera, suponía un despectivo social. Aún se sigue viviendo con vergüenza y sumado a la ignorancia alrededor del suicidio, para nuestra mente es como un hecho inexplicable, que siendo la vida lo más importante que tenemos, que pueda haber alguien que renuncie a ello. Pero eso es simplemente por nuestra ignorancia, porque el suicidio no deja de ser una causa de muerte natural, aunque le llaman no natural, incluso desde el punto de vista científico».

La propuesta que realizan desde la asociación es que los grupos estén conformados de ocho a doce personas, se reúnan una vez al mes y cuenten con un grupo de mensajería instantánea en el que se compartan noticias y actividades. «Generalmente se hace una vez al mes porque tampoco está indicado el exceso de intervención para que evitar que eso pudiera ser contraproducente. La duración se fija sobre las dos horas, y también los compañeros hablan individualmente con cada persona del grupo cuando presenta otras dificultades que no se pueden tratar en el grupo».

Ahí es donde entra la figura del facilitador. Una persona que en la mayoría de casos es profesional –psicólogo o médico–, aunque también puede ser una persona superviviente y se encarga de moderar las sesiones. «Nosotros apostamos porque sea un psicólogo o psicóloga, aunque también se pueden dar algunos casos donde exista la figura de coterapeuta y se añada a una persona superviviente», concreta.

A corto y medio plazo

«No solamente es factible y relativamente fácil, sino que nuestra intención es que en dos o tres meses se puedan instaurar los grupos de ayuda», afirma el presidente de Papageno. Y es que el papel clave en la formación de facilitadores correrá a cargo de dicha asociación, mientras que la entidad regional, Paisaje, será la que coordine el funcionamiento de los grupos de ayuda en Cantabria. Aunque todavía quedan algunos flecos por resolver, la principal idea que maneja Nuria Terán, fundadora, es que estos grupos se establezcan primeramente en Santander y Reinosa, con la ayuda de espacios municipales. Los interesados en obtener más información pueden ponerse en contacto a través de un correo electrónico a asociacionpaisaje@gmail.com.

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