Julio Gómez-Pomar
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Julio Gómez-Pomar
Conoce perfectamente la situación ferroviaria de Cantabria pues fue durante casi tres años presidente de Renfe. Lo dejó para convertirse en Secretario de Estado de Infraestructuras, Transportes y Vivienda con el PP de Mariano Rajoy. Julio Gómez-Pomar, actual presidente de Eco Rail, un operador ... privado de tráfico ferroviario nacido al albur de la liberalización del sector, llega hoy al Ateneo de Santander (19.30 horas) para pronunciar una conferencia-coloquio en la que diseccionará al completo la realidad de la región.
-La alta velocidad solo llegará hasta Reinosa, la región está fuera del Corredor Atlántico, las Cercanías raro es el día que no registran alguna incidencia... El panorama ferroviario es preocupante, ¿por dónde cree que debe tirar Cantabria?
-La principal batalla que tiene que librar Cantabria no tiene que ser sobre su inclusión en el Corredor Atlántico, lo importante es convencer al Gobierno español de la importancia de la conexión entre Santander y Bilbao. El aparecer o no en la Red Básica o en la Red Básica Ampliada significa que puedes tener un mejor acceso a los fondos europeos, pero no debe depender todo de esto. Si cuenta con ayudas, bien; y si no, también. Me explico. Adif lleva a cabo infraestructuras que van mucho más allá.
-¿Su apuesta, por tanto, es la de olvidarse ya del Corredor Atlántico y centrarse únicamente en el tren a Bilbao?
-En mi opinión, es una conexión que tiene mucho más sentido. La riqueza que se puede generar es alta.
-¿A qué se debería dar más prioridad: a los viajeros o las mercancías?
-Creo que esta infraestructura habría que verla más desde el punto de vista del transporte de mercancías. Santander-Bilbao, en sí misma, es de viajeros, pero si se plantea una conexión con Francia tiene mucho más sentido el tráfico de mercancías. Ahora bien, tampoco es el corredor más importante. Francia apuesta más por la conexión a través de La Junquera (Cataluña) que por la de Hendaya. En esta última, está invirtiendo menos dinero y hay menos tráfico.
-Cantabria también es una de las grandes olvidadas de la alta velocidad, ¿por qué?
-Hay zonas de España que han sufrido más que otras, que están más lesionadas. Sin duda, es el caso de Cantabria. La red ferroviaria nacional tiene una vocación radial, comunicar el país con Madrid. La alta velocidad también ha creído en este modelo. Curiosamente, mientras se ha apostado por conectar Galicia, Asturias, País Vasco y Andalucía, por citar algunas, Cantabria y Extremadura ha sido abandonadas.
-¿Tiene algún motivo que explique este agravio?
-Son diversas circunstancias, pero hay una determinante que es la del peso relativo de la política cántabra. Se ha prestado más atención a la alta velocidad en otros puntos del norte que aquí. Eso es una realidad. Pero no solo sucede con el tren. El Estado ha apostado más por el puerto de Bilbao o por el de Gijón que por el de Santander.
-Siempre han dicho que un AVE a Cantabria sería muy caro y muy poco rentable...
-La alta velocidad es una infraestructura muy costosa, eso es cierto; pero es que todas las líneas de este tipo lo son y, sin embargo, sí que se han hecho o se están construyendo.
-El cariño hacia las Cercanías tampoco se ha notado, ¿no cree?
-El Ancho Métrico -la antigua FEVE- ahora está recibiendo una serie de actuaciones para mejorar las estaciones, el material rodante y las infraestructuras. Pero se parte de un trazado que resulta muy antiguo y muy complicado por la orografía del terreno. Por eso se está haciendo un esfuerzo importante en materia de inversiones. Aquí, además, ha tenido mucho peso la comunicación por carretera a través de la A-8, que también cruza la comunidad de manera transversal desplazando al ferrocarril en favor del automóvil.
-¿Son las grandes olvidadas?
-Es una red con muchas incidencias y muy antigua. Hay que mejorar la infraestructura en calidad, seguridad, comunicación... y los diferentes gobiernos centrales han comenzado ahora a ponerse las pilas, por decirlo de manera coloquial. Es una red a la que no han prestado demasiada atención.
-Y para rematar, unos trenes que no entran por los túneles.
-Fue una situación un tanto absurda. La realidad es que, cuando se encargaron los trenes a CAF, la empresa advirtió de que, de acuerdo con las características de las medidas remitidas para la fabricación, tenían ese problema. Hay que adecuar los vehículos de los convoyes a la realidad de las infraestructuras y no al revés. Fue una situación peculiar, bastante kafkiana y muy difícil de entender.
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