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Cataluña cuenta las horas para conocer la formación de la XIV legislatura de su Parlamento autonómico, un proceso que va a canalizar la cita con ... las urnas de mañana y que tiene en vilo a todo el país por lo mucho que está en juego. Aunque las elecciones se circunscriben solamente a Cataluña, y aunque en los comicios únicamente pueden votar catalanes, este importantísimo plebiscito -que abrirá la puerta a otro referéndum europeo- incumbe también a Cantabria y los cántabros. A la Cantabria que tiene acogidos a 3.568 ciudadanos catalanes que un día se marcharon de su tierra en busca de un mejor porvenir, y a los 6.994 cántabros que, al revés, un día se fueron de la suya poniendo rumbo a Cataluña con idéntico propósito.
Protésico dental de profesión, lo que supone un valor añadido en su trabajo como comercial en el departamento de salud bucodental de la multinacional americana Solventum, Jesús Ruiz tiene DNI barcelonés, 57 años de edad y fortísimos vínculos con Cantabria, la 'tierruca' de sus padres, ambos originarios de Buelna, y a la que él representa como presidente de la Casa regional en la Ciudad Condal. «Yo espero las elecciones con ilusión». La que le produce saber que existe la mínima posibilidad de que los comicios del domingo propicien un cambio en el signo del Gobierno catalán. «No creo mucho en las encuestas porque suelen fallar, pero, en este caso concreto, voy a creer porque dicen que puede producirse ese cambio y ese es mi mayor anhelo. Honestamente, no me gustaría que siguiesen los que están», confiesa el hombre, que, aunque no es su primera opción, prefiere que gane Salvador Illa «y gobierne solo o con ERC» a que pueda conformarse un gobierno independentista.
Aficionada al juego de los bolos, que practica en cuanto tiene la más mínima ocasión, María Pilar Magaldi se marchó de su Anievas natal en 2003 para instalarse en Badalona, donde vive desde hace 21 años con su marido y su único hijo, que acaba de cumplir la mayoría de edad y, por lo tanto, podrá acudir a votar si lo desea. Ella, que no olvida el terruño, sigue empadronada en Cantabria, o sea que no tiene voto, aunque sí voz, que para eso reside y cotiza en Cataluña co-mo lo hace cualquier catalán. Y de esa voz sale un cierto tono de desencanto con el devenir de unas elecciones a las que, reconoce, «no presté mucha atención al principio». Conforme ha avanzado la campaña «y mi hijo se ha animado», María Pilar ha cobrado un poco más de interés por ellas. «Yo creo que la cosa va a estar muy apretada entre Illa (PSC) y Puigdemont (Junts)», opina. «Sinceramente, no quisiera un gobierno independentista y para eso la opción menos mala es un gobierno del PSC en coalición con ERC».
Harto de vivir en una tierra «con un clima político y social que ya se hacía irrespirable», el barcelonés Fernando Celaya, un geopolítico de 62 años con amplia experiencia diplomática, decidió un día de 2016 largarse de la Ciudad Condal e instalarse aquí, en Santander, con el resto de su familia. No es lo que hubiera soñado, «porque estaba enamorado de Barcelona», recalca el hombre, «pero la vida allí se hizo difícil» para quienes, como él, se sentían cómodos en España. «En el vecindario, en el trabajo, en el colegio, en el bar, en la tienda de la esquina... Era todo muy desagradable», de modo que decidió emigrar «a un lugar más amable, que además tiene buen pescado», desde el que observa las próximas elecciones con escepticismo y «un poco decepcionado». Él diría que van a ganar los socialistas, «porque eso es lo habitual allí, que gane el PSC». Lo que no se atreve a decir es «si gobernará solo o con ERC», aunque no descarta para nada una alianza independentista «si les dan los votos».
Técnico en relaciones laborales en constante aprendizaje, Alba Andreu, de 54 años, siente devoción por Barcelona, la ciudad en que nació y que vio nacer a sus padres y abuelos. «Pero no por la Barcelona de hoy, sino por la Barcelona que yo conocí, tan diferente...», aclara con pesadumbre la mujer, testigo de cómo la política «ha contaminado a la sociedad» y «ha terminado degradando a una ciudad hermosa». Cansada, como otros muchos, «de verme sometida constantemente en cualquier parte, en el vecindario, en el trabajo, en la misma calle...», «de ver que las empresas se marchaban», «de ver que todo el que podía se iba», Alba decidió tomar el mismo camino, en su caso rumbo a Cantabria, «donde tengo azul y verde y una buena calidad de vida» y desde donde sigue todo lo que pasa estos días en su tierra. «Lo ideal sería que ganara (Salvador) Illa, pero, honestamente, no tengo nada claro. Tal y como están las cosas ahora mismo, en Cataluña puede pasar cualquier cosa».
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Ana del Castillo
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