En concreto, los operarios de la empresa pública MARE dejaron de tomar muestras de las depuradoras a finales del mes de agosto. Desde entonces, de acuerdo con los consejos de Salud Pública, se ha descartado esta herramienta por su escasa efectividad. «Es cierto que daban una indicación de la situación. Tenían cierta validez al principio, cuando no había manera de hacer test de forma masiva», señaló Gochicoa.
Una vez que el Servicio Cántabro de Salud dejó de tener problemas de abastecimiento y se pudo mantener un ritmo elevado de realización de pruebas, las tres consejerías implicadas -Obras Públicas, Medio Ambiente y Sanidad- entendieron que ya no era necesario. Aunque arrojó resultados y permitió hacer el seguimiento de algunos brotes concretos, también presentaba inconvenientes destacados. El primero, que las muestras tenían que ser enviadas a un laboratorio de Valencia para ser analizadas y hasta cuatro días después no se sabía la magnitud del problema, demasiado tiempo frente a las 24 horas que hay que esperar en el caso de la PCR. En Cantabria se podía determinar si había o no trazas de covid en el agua, pero no en qué proporción -cuántas unidades de genoma hay por cada mililitro-, lo que restaba efectividad a la prueba.
Hasta el mes de agosto se tomaron 560 muestras y el 21% dio positivo, ninguna en las playas
Frente a los ejemplos de éxito demostrado de técnicas de este tipo que expuso Félix Álvarez en el Canal de Isabel II de Madrid, en los municipios de Barcelona o en distintos puntos de la Comunidad Valenciana, en Cantabria existe un factor ambiental que dificultaba la labor. Y es que, los días de lluvia, las aguas fecales se juntaban en las depuradas con las pluviales y los restos del virus quedaban tan diluidos que se hacían indetectables, por lo que las muestras «carecían de valor». En cualquier caso, durante los cinco meses que funcionó esta herramienta, se recogieron 560 muestras en 19 puntos de la comunidad autónoma. De ellos, el 79% dieron negativo y el 21% restante sí mostraba presencia del coronavirus. En esos casos fue donde Salud Pública continuó el proceso a partir de los datos recibidios. De las 40 muestras que se extrajeron de las playas -el grado de disolución allí era aún mayor-, todas dieron negativas.
Álvarez recordó al consejero que el análisis de aguas fecales se ha demostrado una «herramienta útil para detectar la presencia del virus en etapas tempranas y frenar su expansión». Por su parte, Gochicoa insistió en que todos los medios humanos y materiales están listos por si se da alguna circunstancia que obligue a volver a implementar este sistema, a instancias de Sanidad.
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