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La palabra lo dice todo. El Presupuesto de Cantabria, como las cuentas de cualquier Administración pública, es una declaración de intenciones. Literalmente, una 'suposición previa' de lo que el gobernante de turno piensa que va a ocurrir a nivel contable en el año que ... está por delante. Es imposible cumplirlo con exactitud, pero algo va mal cuando ninguna de las previsiones se ajusta ni con mucho a la realidad. Y lo más llamativo es que Cantabria ya ha convertido en tradición dejar sin ejecutar partidas destinadas a infraestructuras e inversiones porque el dinero reservado para estas actuaciones se tiene que destinar finalmente a otros capítulos que aparecían infrafinanciados. Nóminas, principalmente. Viene ocurriendo a lo largo de la última década y en 2022, el último ejercicio cerrado, volvió a repetirse. No solo se repitió, sino que el grado de incumplimiento alcanzó una cifra récord.
Según los datos publicados por la Intervención General, el Ejecutivo autonómico dejó sin utilizar 115 millones que inicialmente estaban reservados para inversiones reales. Es decir, reservados para la construcción de nuevas infraestructuras, reparaciones de edificios y carreteras, compra de propiedades o adquisición de maquinaria y bienes para el funcionamiento de operativos públicos. De los 281,7 millones que figuraban en las Cuentas, solo se gastaron 167,4 millones, que corresponde al 59,4% del total. Habría sido aún peor de no haberse producido el 'arreón' que dieron los distintos departamentos antes de final de año, ya que en el mes de noviembre el grado de ejecución era del 35%. Y aunque la Consejería de Obras Públicas es el departamento inversor por excelencia y tuvo una ejecución por debajo del 90% (concretamente del 87%), hay que repartir la culpa entre las distintas áreas del Gobierno. Una parte corresponde a Sanidad y a las actuaciones no realizadas en consultorios y hospitales; otra a Educación, por reformas que no llegaron a efectuarse en colegios e institutos...
3.224,5 millones gastó el Gobierno cántabro en 2022, que son 83 más de lo presupuestado.
533 millones en inversiones que estaban presupuestadas acumula la región sin gastar desde 2012.
A lo largo de todo 2022 se fueron realizaron modificaciones de crédito y restando dinero de la caja de las inversiones por dos razones: porque el Gobierno cántabro veía que se quedaba sin tiempo para ejecutar algunas de las actuaciones planificadas y, sobre todo, porque había otras partidas que no llegaban. Básicamente, el capítulo de gastos de personal. Entre el 1 de enero y el 31 de diciembre el Ejecutivo había previsto gastar en nóminas 1.080 millones de euros, pero se quedaron cortos. Muy cortos, porque la factura finalmente alcanzó los 1.140 millones, 60 más. Y los anteriores responsables del Gobierno -el bipartito PRC-PSOE- no pueden darse por sorprendidos. Por varios motivos. En primer lugar, porque durante la tramitación de los Presupuestos de 2022 en el Parlamento regional los partidos de la oposición ya avisaron de esta circunstancia, que se produce año tras año. Pero es que además esa cifra de 1.080 millones que figuraba en el documento aprobado en la Cámara gracias a la mayoría absoluta de la que gozaban regionalistas y socialistas era menor incluso que los 1.104 millones que ya se gastaron en 2021 para pagar a profesores, sanitarios, administrativos o técnicos de todos los departamentos gubernamentales.
No todo el dinero que se restó a obras -un ejemplo es el proyecto que aparece en la fotografía que ilustra esta información, el aparcamiento en altura de La Carmencita de Torrelavega, donde todavía las máquinas no han empezado a trabajar- fue a sueldos de trabajadores públicos. Otra parte se destinó a transferencias corrientes (796,7 millones, un 12,9% más) de las consejerías a la Administración local y a empresas públicas. Hay que tener en cuenta las ayudas y subvenciones que se movilizaron desde Peña Herbosa para hacer frente a las consecuencias de la guerra en Ucrania, pero también que el Ejecutivo se encargó de repartir los fondos europeos del Plan Recuperación, que empezaron a llegar en cantidades importantes a lo largo del pasado año.
Resulta curioso que la deuda pública de Cantabria fue a la baja en 2022 pese a que a lo largo de todo el año se pagaron pasivos por 464,7 millones de euros, 53 menos de lo presupuestado. Los consejeros salientes sí pueden presumir de que se ajustaron a lo presupuestado en el capítulo de gastos corrientes, el capítulo en el que se recoge el coste ordinario que genera poner a funcionar cada día la Administración, desde las facturas de la luz de los edificios oficiales hasta los sellos por las notificaciones enviadas a los ciudadanos o empresas por correo postal. Estaban presupuestados 555 millones y se gastaron 560, con una desviación mínima.
En total, en todo el año 2022, de la caja común de todos los cántabros salieron 3.351,4 millones de euros, la cifra más alta de la historia de la autonomía, frente a los 3.344 millones que anticipó el Gobierno regional cuando aprobó el documento presupuestario. Este récord se explica por la inyección extraordinaria de recursos de los fondos UE, pero también por el repunte de los dos departamentos públicos que consumen más recursos: Sanidad y Educación. En ambas áreas también se alcanzaron cifras récord de gasto. En el ámbito sanitario, los recursos utilizados por el Servicio Cántabro de Salud (SCS) y la Consejería de Sanidad se elevaron por encima de los 1.100 millones de euros, mientras que el departamento educativo que dirigía hasta hace unas semanas Marina Lombó creció hasta los 600,3 millones.
Aunque el no cumplimiento -para mal- en la ejecución de las inversiones reales por parte de Cantabria es casi un mal endémico, los 115 millones de 2022 constituyen una cifra extraordinariamente alta. La más alta de la serie, de hecho. Cabe recordar que la comunidad autónoma ha dejado sin invertir 418 millones de euros en obras durante la última década, con lo que eso supone en el frenazo de la economía. Pero hay también una lectura positiva. Se ha dejado mucho sin usar respecto al presupuesto, pero también se ha usado más que en años anteriores, ya que esos 167,4 millones invertidos es la cantidad más alta desde 2012.
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