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Las zonas rurales se han salvado del severo ataque del coronavirus en Cantabria. Muchas no han tenido un positivo en toda la crisis y otras no registran a día de hoy ninguno activo, pero de poco les servirá de cara a ir con ventaja hacia el desconfinamiento que terminará en verano con la llamada 'nueva normalidad'. «Lo lógico sería que se pudiera soltar la mano antes en aquellos ayuntamientos donde no hay casos, pero no va a ser fácil porque habría que poner una frontera en cada sitio y eso es inviable».
Las palabras del presidente regional, Miguel Ángel Revilla, constatan que entre las aspiraciones del Gobierno regional no está la de hacer distinciones por territorios. Es más laborioso, puede generar desigualdades económicas al poner en marcha unos negocios y no otros -según los ayuntamientos-, y traería el peligro añadido de que es imposible ponerle puertas a un municipio. «No tendría ningún sentido dejar entrar a gente de fuera que pudiera llevar el virus a un espacio que está libre de infección».
Es una medida descartada en el plan que se remitirá al Ejecutivo de Sánchez a final de semana para determinar las demandas con las que cuenta la región de cara al desconfinamiento. Un texto que contemplará todos los elementos clave de la realidad socioeconómica que deberán regir, en la medida de lo posible, las medidas permitidas en cada fase. «Vamos a establecer un equipo de seguimiento de la realidad socioeconómica de la comunidad para que no se nos escape nada», acredita David Cantarero, profesor de la Universidad de Cantabria (UC) y máximo responsable del Grupo de Economía de la Salud del campus cántabro, al que han sumado a la elaboración del informe. «Estaremos en contacto con todos los portavoces de los diferentes sectores porque nadie puede quedarse atrás, ningún sector vulnerable puede quedarse descolgado porque las consecuencias económicas pueden ser muy severas», asegura Cantarero.
El equipo del profesor completará la hoja de ruta de la desescalada que vendrá marcada por la decisión del Ministerio de Sanidad de proceder o no a cada salto de fase. «Serán ellos los que establezcan cuándo y cómo se harán las transiciones de una a otra, y nosotros estaremos ahí para llamar la atención sobre los matices económicos que convenga apuntar», matizó.
El documento contempla también detalles como la propuesta de establecer franjas horarias para la salida de los diferentes sectores sociales. Un tiempo para los niños, otro para los más mayores y un último para los deportistas.
«El problema es que no tenemos ni vamos a tener hasta pasadas unas semanas los resultados del estudio de seroprevalencia, que nos dará una foto clara de cuál es el nivel de inmunidad del que goza la población», apunta el responsable del Grupo de Economía de la Salud. Todos los pasos que se den en el futuro serán, por tanto, a ciegas. «Por eso es importante que la gente no piense que la progresión entre fases tiene que ser automática. Nadie dice que no nos podamos quedar atascados en una de ellas si los resultados de contagios obligan y Sanidad establece que así sea». Como indicó ya el presidente del Gobierno: «Nada impedirá que exista una vuelta atrás si la pandemia vuelve a recrudecerse».
«Lo que está claro es que hasta que no haya una vacuna, no vamos a poder alcanzar esa seguridad que debemos tener para recuperar la normalidad que existía antes de la enfermedad», advierte Cantarero.
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