Cantabria eliminará la mascarilla cuando «lo marque el Consejo Interterritorial»

La región se ajustará sin cuestión a lo que se decida en el Consejo Interterritorial de Salud, que reúne todos los miércoles a los gobiernos autonómicos de toda España con el Ministerio de Sanidad. «Nosotros expondremos allí nuestros razonamientos y se respetará lo que decida la mayoría. Creo que Cantabria ha cumplido, hasta ahora, con todo lo que se ha dicho ahí porque es donde están los expertos en la materia», zanjó ayer el presidente.

Cosa diferente es su opinión personal: «Yo, ciertamente, estoy harto de la mascarilla», aclaró después Revilla. «Supongo que a medida que vayamos avanzando en el plan de vacunación, y se vayan reduciendo los contagios, todo apunta a que la voluntad del ciudadano y también de quienes nos gobiernan, sea ir jubilándola, y que para agosto ya no la llevemos», aseguró. «Pero habrá que quitarla cuando nos lo digan los expertos, cuando nos aseguren que ya no va a haber ningún problema». El presidente considera que «no tiene ningún sentido» que no exista un consenso en torno a esta medida. «Si unos la llevan y otros no, pero al final todos nos movemos por toda España, no lo entendería».

Por lo pronto, el globo sonda ya se ha lanzado. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, anunció el lunes pasado que planteará en los próximos días interrumpir de forma intermitente la mascarilla obligatoria en los espacios abiertos y al aire libre. Aunque ese 'de forma intermitente' obligue a recuperarla cuando regrese el frío y el virus vuelva a hacerse fuerte.

En Cantabria, los expertos consultados por este periódico no están de acuerdo. Unos avanzan la pertinencia de hacer una pausa en su uso especialmente ahora, con la llegada del calor, lo que puede llevar a mejorar la calidad de vida de todos. Otros, por contra, prefieren ser más cautelosos. En la primera corriente se enmarca Juan Carlos Ruiz San Millán, jefe del Servicio de Nefrología de Valdecilla: «Parece que está cada vez más claro que el riesgo de contagio en exteriores es extremadamente bajo y por lo tanto ahora que llega el verano, sería más fácil adoptar la medida», señala.

Pero la eliminación del cubrebocas no está exenta de peligros. «El problema es lo difícil que puede ser mantener la disciplina». «Si estamos sin mascarilla por la calle ¿cómo de difícil va a ser que nos la pongamos para entrar aunque sea sólo un minuto a algún sitio, o cuando nos encontremos con alguien con quien no mantengamos la distancia de seguridad y tengamos una conversación?», remarca el experto.

Las evidencias apuntan a que las personas vacunadas son también mucho menos transmisoras del virus, «en julio, por ejemplo, tendremos un importante porcentaje de la sociedad ya vacunado; y además sería el momento idóneo para quitárnosla porque comienza a hacer mucho calor», argumenta el responsable de Nefrología.

Lo mismo opina el médico y catedrático Ángel de Francisco: «Podría adoptarse la medida porque ya se sabe que la transmisión en exteriores es muy baja, pero, ¿qué ocurre con un grupo de jóvenes reunidos, divirtiéndose, abrazándose, cantando y fumando? Pues que eso es mucho más peligroso. Debería poder regularse por sectores, y sobre todo por horarios, pero eso es mucho más complicado. Imposible, más bien», explica. «Pero creo que en julio y agosto se va a aliviar su uso en determinadas franjas horarias».

Por contra, lo ve mucho más difícil José Manuel Cifrián, jefe de servicio de Neumología de Valdecilla, a quien le toca combatir más de cerca contra el virus. «Hay que ser extremadamente prudente con esto. Es muy aventurado decir que en julio podremos prescindir de la mascarilla. Es muy pronto para tomar esta decisión porque hay que ver cómo funcionan las nuevas variantes del virus que están apareciendo. Todavía tenemos muchos pacientes hospitalizados muy graves, no se nos puede olvidar».