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A primeros de agosto, la prensa del corazón se hacía eco, y hasta se escandalizaba por ello, de la negativa de las infantas Elena y Cristina de Borbón y Grecia a acompañar a su hermano, Felipe VI, en la tradicional visita que la familia real ... en su totalidad realiza en verano a Palma de Mallorca, gesto que en las revistas del colorín se ha interpretado como «un nuevo pulso» entre el monarca y sus hermanas dentro de esa operación de lavado de imagen que la Casa Real parece haber acometido para insuflar a la institución un aire más 'moderno'. De la menor, Cristina, trascendió que cambió Mallorca por Grecia, que es la tierra natal de su madre, a la que se marchó de vacaciones con sus hijos pequeños -Miguel e Irene Urdangarin- para reencontrarse con buena parte de la Familia Real helena, incluida su tía la reina Ana María de Grecia. De la mayor, Elena, nada se supo... hasta que el sábado pasado fue sorprendida paseando tranquilamente por Cabezón de la Sal.
La duquesa de Lugo, que se aloja en el Parador Nacional de Santillana del Mar, llegó a Cantabria el fin de semana pasado acompañada por Rita Allendesalazar, que además de filóloga, enfermera y condesa es su mejor amiga. En su casa se instaló doña Elena con Froilán y Victoria Federica cuando estaba en pleno proceso de divorcio de Jaime de Marichalar y, dicen, en su casa se instaló también después doña Cristina cuando inició su separación de Iñaki Urdangarin.
Y desde entonces y hasta ayer, y a juzgar por el rastro gráfico que ha ido dejando por la región -se ha retratado en restaurantes, en comercios, en iglesias y hasta en la calle si se lo han pedido-, la hermana mayor del monarca no ha parado.
Durante su estancia en Cantabria, que concluirá hoy, jueves, la infanta Elena ha visitado, además de Santillana del Mar, que es donde se está hospedando, Cabezón de la Sal, Cóbreces, Novales, Ampuero, Limpias, Isla, Santoña y, cómo no, Santander, hasta donde se acercó el martes para cenar en la Posada del Mar, donde coincidió con la alcaldesa, Gema Igual. Allí, la royal ocupó una mesa para cuatro reservada con muchísima discreción (en el restaurante no supieron que se trataba de ella hasta que la vieron entrar por la puerta) en la que le acompañaron tres amistades con las que compartió unas anchoas de Fredo, una ensaladilla rusa con bogavante y un rodaballo.
«Está impresionada con nuestra gastronomía», aseguraba ayer el hostelero Emérito Astuy, que a mediodía recibió en su vivero la visita inesperada de la infanta. Alguien en Isla, donde había acudido embaucada por el encanto de las piscinas naturales, recomendó a la infanta una parada en el local para ver el producto «y conocer la historia de la familia Astuy, que, en cierto modo, es la del pueblo».
De hecho, doña Elena no se va a marchar con las manos vacías. Asidua de Cóbreces, localidad a la que se ha acercado varios días durante su estancia en la región para compartir aperitivo al sol con unas amistades que veranean en el pueblo -no ha trascendido de quiénes se trata- la hija mayor del rey emérito, que también se ha acercado hasta Novales, se marcha «con una grata impresión de Alfoz de Lloredo», asegura el alcalde, Enrique Bretones, y una hermosa cesta de limones cortesía de uno de los más afamados recolectores que abundan en el municipio.
Mujer de muy profundas convicciones religiosas, la infanta Elena y su íntima amiga Rita Allendesalazar, condesa de La Ventosa, también han practicado el turismo religioso. Juntas han visitado, que se haya sabido, la Colegiata de Santillana del Mar, el Santuario de la Bien Aparecida y el Santuario del Santo Cristo de Limpias, donde ambas han estampado sus firmas en sus respectivos libros de visitas.
En Santillana del Mar las acompañó el abad Juan Abad -'abad al cuadrado', le dicen al párroco-, que recibió a sus insignes visitantes el sábado a última hora, «para la eucaristía de las ocho», y el domingo temprano por la mañana «para mostrarlas el templo» en un recorrido de una hora aproximada. En Ampuero las recibió el prior Arsenio Llamazares, que, como no esperaba esta visita, se presentó en pantalón corto aunque con la enorme simpatía que caracteriza a este trinitario. Y en Limpias, el padre Víctor Santos, que con la firma de la infanta Elena puso otra muesca más en un libro de visitas sobre el que antes ya dejaron sus huellas su bisabuelo, Alfonso XIII, y su abuelo, Juan de Borbón.
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