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JOSÉ AHUMADA
SANTANDER.
Lunes, 1 de junio 2020, 07:21
Cuando el Ministerio de Sanidad apuntó, hace unos días, la posibilidad de que algunos territorios pasasen de fase sin esperar dos semanas, el Gobierno regional barajó la posibilidad de incluir a Cantabria en ese grupo de cabeza de las comunidades en su camino hacia la denominada 'nueva normalidad'. Miguel Ángel Revilla se apresuró a anunciar que reclamaría ese reajuste de plazos, pero, pocas jornadas después, el consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, se mostró reacio a solicitarlo y más partidario de cumplir los catorce días para tener tiempo de comprobar que el coronavirus sigue controlado a pesar de la mayor interacción social. Fue, finalmente, la postura que se impuso y no será hasta el 8 de junio cuando la región se postule para el cambio.
Consumida ya la mitad de la fase dos, que ha supuesto para Cantabria aumento de aforos en sectores como la hostelería y restauración, la apertura de los grandes centros comerciales y el desperezamiento de su actividad turística con la entrada en funcionamiento de instalaciones clave (Cabárceno y Fuente Dé) y la posibilidad de volver a la playa, el objetivo ahora es ir quemando etapas en el menor tiempo posible, pero andando sobre seguro.
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Esto solo podrá suceder si la situación sanitaria se mantiene controlada como hasta ahora, cuando todos los datos apuntan a una progresiva disminución de la incidencia de la enfermedad.
La meta de Cantabria se encuentra en esa 'normalidad' en la que, según los cálculos del Ejecutivo de Pedro Sánchez, estará instalada España a finales de junio. En principio, hasta que acaben las dos semanas que dure la fase tres -del 8 al 21 de junio- no se permitirá la movilidad entre provincias, aunque ese momento supondrá para la región la oportunidad de reactivar todo su potencial turístico.
La fase tres que arrancaría el 8 de junio no implicaría, en líneas generales, grandes cambios, aunque algunos negocios sí dependan de ella para volver a ponerse en marcha. Se debe tener en cuenta además que los criterios avanzados por el Gobierno central pueden sufrir modificaciones, como ha venido ocurriendo en las otras fases, con el paso de los días.
En el ámbito laboral, durante la fase tres comenzará la reincorporación presencial en las empresas, siempre manteniendo las exigencias de seguridad y con horarios escalonados que eviten aglomeraciones de trabajadores.
Aumentan los aforos en muchos ámbitos sociales, como la celebración de velatorios o bodas, ceremonias que podrán contar con un mayor número de asistentes, aún por establecer. También está previsto que dé comienzo una revisión del modelo de gestión de las residencias de mayores, donde el virus ha ocasionado mayores estragos.
Para los centros comerciales significará un aumento del aforo hasta el 50% y el libre acceso a las zonas recreativas y de descanso, ahora clausuradas.
Se relajarán las exigencias de público igualmente en actos y espectáculos al aire libre -hasta 800 personas-. Y vuelven, con condiciones, los toros.
La hostelería también notará el cambio con la entrada en servicio de las barras de los bares, un previsible aumento del aforo en mesas de interior y terrazas (que en Cantabria es de la mitad, actualmente), y la reapertura de los locales de ocio nocturno (hasta un tercio de su capacidad).
Para muchos gimnasios y centros deportivos la fase tres equivaldrá a la luz verde. Si bien su vuelta al trabajo estaba prevista para la fase dos, los titubeos de Sanidad han llevado a gran parte del sector a esperar un poco más.
La cuestión central sigue siendo la de la libre movilidad de los ciudadanos entre provincias. Hasta la fecha, el departamento de Salvador Illa solo la contempla una vez finalizada la desescalada, a finales de junio, mientras son cada vez más numerosas las voces que reclaman que, aunque limitada, sí se permita antes entre territorios que se encuentren en la misma pase de transición.
Para el sector turístico de Cantabria, ahí se encuentra la mayor reivindicación: al ser la región un destino preferente del turismo nacional, la eliminación de barreras entre comunidades permitiría arrancar la campaña de verano con más margen y más garantías de recuperación tras una parada tan prolongada.
Así como el negocio turístico español está enfocado principalmente hacia el visitante extranjero, para el que España estará lista abriendo sus fronteras en julio, el cántabro se nutre principalmente de viajeros procedentes de regiones vecinas, como Castilla y León y País Vasco y Madrid, y las semanas que descuente al confinamiento pueden ser muy importantes para el negocio.
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