Secciones
Servicios
Destacamos
A pesar de los meses de trabajo extremo como presidente del Instituto para la Calidad Turística (acaba de ser reelegido), encargado de elaborar las normas de seguridad anticovid del sector, y de tener los nueve balnearios de su empresa cerrados, en la cara Miguel Mirones ( ... Santander, 1964) no hay rastro de tensión. Es fruto de la satisfacción y «orgullo» del trabajo bien hecho.
–Durante el confinamiento puso en marcha una campaña de acompañamiento telefónico. ¿No echa en falta, en ocasiones, la solidaridad de aquellos primeros momentos?
–Sí. Esa campaña surgió sin querer. Cuando empezó el confinamiento, el 14 de marzo, yo tenía mis nueve balnearios, repartidos en siete comunidades, abiertos. Tuvimos que organizar la logística para que nuestros clientes regresaran a sus casas, con la incertidumbre y situaciones de ansiedad que ello les provocó. Esos días se vivieron situaciones personales muy emotivas entre el personal y los clientes (muchos de ellos del Imserso), tanto los que se iban como los que tenían que venir. Así descubrimos que había gente pasando la pandemia sola. Decidimos poner la campaña en marcha con el equipo de ventas, que ya no tenía nada que vender. Hicieron más de 20.000 llamadas, asegurándose de que todo el mundo estaba bien. Incluso gestionamos ayudas con los servicios sociales. Además, repartimos entre ONG los alimentos que nos sobraron y entregamos al Servicio Cántabro de Salud el material de protección de los balnearios. Ayudar sienta bien. Lo malo es que ahora noto que la gente está descorazonada, sin ilusión, motivado, en gran parte, por la cantidad de mensajes contradictorios.
–En la reelección como presidente del Instituto para la Calidad Turística, dijeron de usted que durante la pandemia estaba siendo un líder sólido, que va más allá de tener complejos bonitos, y que trabaja por ofrecer calidad y seguridad.
–No quedó más remedio. Desde el inicio tenía claro que había que establecer unos protocolos. Fue de agradecer que tanto el Gobierno de España, como el de las comunidades autónomas, participantes en la Mesa Interregional de Turismo, depositaran en el Instituto esa responsabilidad. Conseguí reunir a 450 expertos (procedentes de la patronal, los sindicatos y el sector sanitario) de toda España, para que, de manera gratuita, participaran en los grupos que monté por cada uno de los 21 subsectores, para hacer un protocolo. Entre abril y mayo de 2020 se elaboraron 23 protocolos, pactos o acuerdos sociales –llámalo como quieras– para garantizar la seguridad de trabajadores, turistas y residentes de las zonas donde estaba emplazados los centros turísticos. Y todo ello con el consenso de la patronal, sindicatos y Sanidad. Es uno de los mayores acuerdos de diálogo social que se ha producido en España. Profesionalmente y personalmente fue un orgullo poder contribuir y poder aportar algo así, para que el turismo pudiera abrir con seguridad el año pasado.
–Bajo su dirección, estos protocolos han sido aceptados por 80 países, convirtiéndose en normas ISO (conjunto de criterios para ordenar la gestión de una empresa, de aceptación internacional)
–Es sorprendente. Las jornadas de elaboración de los protocolos fueron largas, algunas, de catorce horas, bajo un gran consenso. Hace un mes conseguimos el reconocimiento internacional. Teniendo como base los protocolos españoles, se convirtieron en normas ISO. Pero a pesar de todo esto, alguna comunidad autónoma saca su propia forma de regular, rompiendo la unidad de actuación. Y así, como empresario, me encuentro con que no sé si puedo o no abrir mis balnearios, ya que necesito analizar las diferentes situaciones y normativa de las siete comunidades en las que están. Se necesita unidad de criterio. Lo contrario no tiene sentido y es lo que eleva la crispación y cabrea en el ámbito turístico. Nos vuelven locos, cambiándonos las normas cada quince días.
–Afirma que la seguridad será el primer requisito que exigirán los turistas al lugar de destino a la hora de hacer su selección. ¿Cómo ve la situación en Cantabria? ¿Se aplican estos protocolos?
–La gente demanda destinos seguros, para ello cada municipio debe ser un lugar seguro. En Santander, por ejemplo, el protocolo se ha aplicado a sus playas, y en alguna otra de la región. Con Marina Lombó como consejera de Turismo, se certificó el Parque de Cabárceno y parte de su equipo participó en la elaboración de protocolos, como en el transporte por cable y en espacios abiertos. Si el sector privado obtuviera su certificación, esto permitiría mostrar internacionalmente que somos un destino seguro y no ocurría lo de Inglaterra, que nos ha dejado fuera como país seguro. Cantabria tiene una oportunidad fantástica para implantar el certificado de seguridad. Por su tamaño y con un mínimo impulso político, puede convertirse en destino de turismo seguro. La acción es relativamente fácil de desarrollar .
–La hostelería de Cantabria está desesperada con las medidas restrictivas que se toman en Cantabria. ¿comparte su inquietud? ¿Usted actuaría de manera distinta a como lo hace el Gobierno regional?
–Entiendo perfectamente el cabreo de los hosteleros. Estamos hablando de supervivencia, de sus familias. Pero soy partidario de canalizar ese cabreo a través de mesas de diálogo. Sé que los empresarios lo quieren. Creo que desde la Consejería de Turismo se está haciendo un esfuerzo por buscar soluciones. Pero hay que incorporar a Sanidad a esta mesa. Y vuelvo a poner en valor las normas ISO que definen cómo deben funcionar los espacios destinados al turismo y hostelería, ¿por qué no se aplican? Ahí está la oportunidad de Cantabria, de marcar la diferencia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.