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La falta de relevo generacional en un sector ligado al medio rural y, por lo tanto, en pleno proceso de desertización, y la escasa rentabilidad que el negocio ofrece al pequeño productor, estarían detrás del espectacular descenso que las explotaciones ganaderas de leche han ... experimentado durante los últimos veinte años en Cantabria, donde aspectos más puntuales, como la desaparición de la cuota láctea, en el año 2015, o el estallido de la guerra de Ucrania, en el año 2022, entre otros, tampoco han ayudado a sostener las estabulaciones dedicadas a la producción lechera.
De acuerdo con los datos que ha recopilado el Instituto Cántabro de Estadística (Icane), en la comunidad autónoma hay actualmente 832 ganaderos que se dedican a la producción de leche. Son 42 menos de los que había el año anterior (874), cuando se bajó del millar por primera vez (934), y unos tres mil menos de los que había al nacer este siglo; hace 24 años.
832 ganaderos
de leche hay en la actualidad en Cantabria, donde en 2001 llegó a haber 3.811.
Entonces, en 2001, existían en la provincia un total de 3.811 ganaderos que entregaban leche, una cifra que ha ido decreciendo de forma ininterrumpida. 3.564 en 2002; 3.265 en 2003; 2.959 en 2004; 2.492 en 2005... No hay ni un solo año de los últimos 24 en el que este número se haya incrementado o se haya mantenido siquiera.
«Esta es una de las consecuencias del declive del medio rural», coinciden el consejero de Ganadería, Pablo Palencia, y el secretario de Asaja, Raúl Guillarón, que creen que el hecho de que Cantabria haya perdido el 78% de sus ganaderos de leche en dos décadas obedece a razones sociales (la falta de relevo generacional) y a razones económicas (la escasa rentabilidad de este negocio), fundamentalmente.
«La producción de leche es rentable», subraya el consejero. «Pero para los medianos y grandes productores», puntualiza Palencia, cuyo departamento, dice, ha encargado a un grupo de expertos de la Universidad de Cantabria la realización de un informe que ayude a entender la realidad de «un sector que ha sufrido una transformación» y que, por eso, requiere de medidas precisas que contribuyan a interrumpir su caída libre.
«La falta de relevo generacional, las condiciones de trabajo -más exigentes para el ganadero de leche que para el de carne, lo cual ha provocado una fuga del sector de la leche al de la carne-, la escasa rentabilidad si la ex- plotación ganadera es pequeña, el proceso de reconversión que han sufrido las explotaciones, que antes eran de subsistencia y ahora, gracias a las tecnologías, son mucho más productivistas...». Todo eso, explica Guillarón, ha acabado concentrando a las casi cuatro mil granjas de Cantabria donde hace veinte años se producía leche en las cerca de novecientas que hay actualmente, «más profesionales» y por tanto «muy productivas».
397 mil toneladas
de leche se produjeron en la región en 2023, 90.000 menos que en 2001.
Porque, si bien no alcanzan a los números de inicios de siglo, cuando la industria láctea recogía en Cantabria hasta medio millón de toneladas de leche pura, los productores han conseguido que esa sangría de ganaderos no se haya traducido en una hecatombe productiva.
En relación al año 2001, cuando se recogieron 487 mil toneladas, «hemos perdido un 20%», considerando que el año pasado se produjeron cerca de 398.000. Pero «es una bajada sostenida», indica Guillarón repasando una tabla que muestra que la leche recogida en 2023 no difiere de la producida desde 2009.
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